Este 2010 se presentaba como el centenario del primer paso del Tour de Francia por los Pirineos, efeméride que TVE aprovechó para regalarnos un precioso documental. Desde la dirección de la ronda gala se quería hacer un gran homenaje al escenario que tantas tardes de alegría y triunfos, tristeza y derrotas, y, sobre todo, ciclismo ha dado a lo largo de todos estos años. Se decidió que la mejor opción sería acabar una etapa en el más mítico puerto pirenaico, el Col du Tourmalet, 36 años después de la edición de 1974 donde Jean-Pierre Danguillaume privó a Eddie Merckx de ser el primer mortal en ganar allí una etapa del Tour de Francia.

Como no podía ser de otra manera la etapa despertó un gran entusiasmo entre los aficionados. Pese a que se podría haber hecho un recorrido mucho más espectacular, desde ASO se prefirió no cargar de demasiada dureza la etapa para poder ver un gran espectáculo sobre las rampas del Tourmalet. De este modo, la etapa quedaba reducida a 174km con las ascensiones previas a Marie-Blanque y Soulor. Aquello, sin embargo, no evitó que la expectación fuese creciendo a medida que se acercaba el día, más cuando etapa tras etapa parecía cada vez más claro que el Tour estaría completamente abierto antes de afrontar la subida al Tourmalet.

Llegó el gran día, el 22 de Julio. Poco importaba el incidente ocurrido unos días antes con la cadena de Andy Schleck, la fractura de clavícula el día del pavé de su hermano Fränk, el solomillo que aún no sabíamos que Alberto Contador había degustado el día anterior, la caída que Samuel Sánchez había sufrido al principio de la etapa o la patraña de niñatos en que aquel día acabó de convertirse el ciclismo para Carlos Sastre. Poco importaban Denis Menchov, Samuel Sánchez, Joaquim Rodríguez, Ryder Hesjedal, Lance Armstrong, Jurgen Vandenbroeck o Robert Gesink. Aquel día Alberto Contador y Andy Schleck querían ganar el Tour en un puerto cuyas laderas llevaban días invadidas por caravanas y tiendas de campaña de leales aficionados al ciclismo.

Se llegó a pie de puerto, y por primera y única vez en tres semanas Saxo Bank trabajó como equipo destrozando la carrera para que Andy Schleck lanzase un ataque demoledor a 10km de meta, largo a la vez que potente, al que únicamente Alberto Contador pudo contestar. La meteorología ayudó más si cabe a que aquel día entrase en la leyenda del ciclismo, en especial la niebla, de la que emergían los dos mejores vueltómanos del momento ataviados con el maillot blanco y amarillo respectivamente. Dos amigos que no se miraban a la cara, que no se relevaban, que se lanzaban ataques ante la locura de los aficionados sin poder deshacerse el uno del otro, que querían honrar al Tourmalet y su historia. Dos amigos que entraban a meta abrazándose haciendo cicatrizar heridas aún frescas.

foto: cyclingweekly.co.uk

Andy Schleck ganó la etapa y Alberto Contador el Tour, pero aquel día ambos habían pasado a ser mitos -no nos dimos cuenta aquel 22 de Julio, ni hoy, ni mañana, pero sí en unos cuantos años- por ofrecer tal espectáculo en tal escenario, y es que ya se sabe, no es el más largo, ni el más duro, ni el más alto, ni siquiera el más bello; es, simplemente, el Tourmalet.

Xavier Andrés