Corría el año 1991 cuando la firma italiana MG Maglificio entraba en el ciclismo de la mano del equipo Del Tongo, un conjunto consolidado dentro del pelotón con casi una década de experiencia en el campo profesional. En el equipo de la Toscana por aquel entonces corrían ciclistas de la talla de Franco Chioccioli –a la postre vencedor del Giro de Italia-, Fabio Baldato, Franco Ballerini, Zenon Jaskula o un jovencísimo Mario Cipollini que ya despuntaba como uno de los mejores sprinters del momento. Con el fin de la temporada, la marca de muebles abandonada el ciclismo dando paso a un nuevo proyecto. Ese nuevo proyecto tenía una rama continuista con la figura de los directores Paolo Abetoni y Enrico Paolini apoyados por la firma italiana MG Maglificio, entrando a formar parte del equipo la marca belga GB, que llevaba a Patrick Lefevere y a un grande como Roger De Vlaeminck a englosar la nómina de directores deportivos. De esta manera nacía el GB-MG Maglificio.
La nueva formación estuvo compuesta mayormente por dos grandes bloques de ciclistas, un bloque italiano y otro belga. Entre los italianos destacaban el grupo de ciclistas llegados de la mano de Abetoni –citados anteriormente- y la entrada de una gran promesa como Davide Rebellin que llegaba con el subcampeonato mundial sub 23 cosechado en Stuttgart. Entre los corredores belgas, con Lefevere llegó Andrei Tchmil.
La temporada estuvo marcada principalmente por el gran rendimiento de Mario Cipollini. El de Lucca se alzó con 16 triunfos, destacando las cuatro victorias conseguidas en el Giro de Italia que le hicieron valer para conquistar el maillot ciclamino. Además, sumo tres triunfos en la París-Niza y en los Cuatro Días de Dunkerque y se alzó con la Gante Wevelgem. De sobresaliente se pudo considerar la actuación del equipo en la 75ª edición del Giro de Italia. A los triunfos de Cipollini se sumaron las victorias parciales de Franco Chioccioli y los dos triunfos de Franco Vona. En la clasificación general, Chioccioli, defensor del título, no pudo con Miguel Indurain desde un primer momento, cediendo en la primera etapa de montaña con final en el Terminillo. Aún así pudo recomponerse para finalizar tercero en la general tras el propio Indurain y Claudio Chiapucci. Franco Vona redondeo su gran actuación con un sexto puesto, justo por delante de la gran sorpresa de la carrera, el ruso Pavel Tonkov.
El Tour de Francia no siguió el mismo derrotero y sólo Franco Chioccioli se llevó la victoria de etapa en Saint Etienne sin poder lograr una buena clasificación general. La temporada finalizó con 26 triunfos, aunque la dependencia de Cipollini hizo reforzarse al equipo en busca de fortalecer el núcleo del mismo sumando más calidad a la plantilla.
Así, para la temporada de 1992, llegaron corredores como Johan Museeuw o Wilfred Peeters como hombres más destacados. El León de Flandes cumplió con creces el papel para el que fue fichado, brillar en las clásicas. Así, el Tour de Flandes, A través de Flandes y la París Tours sufrieron el zarpazo de Museeuw, mientras que Franco Ballerini no pudo superar a Gilbert Duclos-Lassalle en el final más ajustado de la París-Robauix. Mario Cipollini volvió hacerse con la Gante-Wevelgem y sumó dos nuevas clásicas a su palmarés: E3 Prijs Vlaanderen y Scheldeprijs Vlaanderen. Pero lo que diferenció la temporada de 1993 a la anterior fue el reparto de triunfos. Si en 1992 fue Cipollini el que acaparó la gloria del equipo transalpino, 13 corredores distintos consiguieron alzarse con alguna victoria.
El Tour del Mediterráneo y la París-Niza vieron como Cipollini comenzaba arrasando los sprint con cinco victorias en tierras galas. La temporada de clásicas se desarrolló con grandes resultados como hemos visto, si bien es cierto que fuera del adoquín los resultados escasearon. En el Giro de Italia fue el turno para Fabio Baldato quien se hizo con tres victorias, incluida la etapa final en Milán, mientras que el polaco Zenon Jaskula obtuvo un meritorio décimo puesto muy lejos de Miguel Induráin que obtuvo de esta forma la segunda victoria consecutiva en la corsa rosa.
Llegaba el Tour de Francia y de nuevo Jaskula confirmó su gran momento después de realizar un gran Tour de Suiza. Con la victoria en la CRE de Avranches, Cipollini se vestía de amarillo redondeando un comienzo de Tour en el que ya había sumado una victoria en Les Sables d´Olonne. Durante dos jornadas conservó el liderato, pasando luego a manos de Museeuw, pero el dominio insultante de Miguel Indurain puso fin al liderato tras la CRI de Lac de Madine. Con el inicio de la montaña llegó el turno para Jaskula. Su victoria en Saint Lary du Solaun y su tercer puesto en la CRI de Monthléry certificaron su tercer puesto en la clasificación general tras Indurain y Rominger.
La no inclusión en la lista de participantes en la Vuelta a España y la falta de resultados en el último tercio de competición cerró la temporada de 1993 con un buen sabor de boca, mejorando en cuanto a cantidad y calidad los resultados obtenidos el año anterior.
Miguel Hermosilla