El Giro de Italia es, posiblemente, la carrera por etapas más esperada del año desde hace mucho tiempo, tiempo en el que el Tour, por recorrido y actitudes en carrera de los ciclistas llamados a liderar la general de la carrera, ha perdido parte de su interés para los más frikis del ciclismo. Muchos son los que esperan la corsa rosa en mayo como el que sabe que esos 21 días serán mucho más de lo que puedan esperar del Tour de Francia y la Vuelta a España. Porque en el Giro, a la actitud de los ciclistas se le une los tradicionales recorridos que se plantean en la carrera italiana y, desde hace unos años, la particular bendita locura de Angelo Zomegnan, capaz de montar etapas que apuestan de verdad por quedarse en el recuerdo de los aficionados, como lo hizo la etapa que concluyó en Montalcino y que comenzó 222 kilómetros antes en Carrara.
Y es que si consigues juntar en una etapa con tanto kilometraje, un terreno quebrado, corredores supercompetitivos, lluvia, frío y sterrato, el resultado poco diferirá de lo ocurrido el 15 de mayo en los caminos de la provincia de Siena que acercaban al pelotóna a la pequeña localidad de Montalcino. Y es que a muchos kilómetros de meta fue cuando el grupo se rompió, y cuando el terreno restante hasta la meta se convirtió en un sálvese quién pueda, donde los arrestos de unos y la calidad de otros, terminaron por formar un espectáculo ciclista difícil de ver fuera de las grandes clásicas del calendario primaveral. Carrara-Montalcino ha sido, para el que escribe, el espectáculo coral más grande del año 2010, y uno de los grandes momentos en general de la temporada ciclista. Quizá pase mucho hasta que volvamos a ver un ciclismo tan épico como el que Evans, Vinokourov, Cunego, Garzelli, Scarponi, Basso, Arroyo o Nibali ofrecieron en la 7ª etapa del Giro 2010.
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En el primer tramo de sterrato las unidades del grupo principal se redujeron, Gerdemann saltó, Scarponi, Nibali y Basso cayeron, y por delante no miraron hacia atrás. Evans y Vinokourov se erigieron en líderes de la revuelta contra la tremenda squadra que era Liquigas en el Giro, con dos hombres posicionados como claros favoritos a la victoria final en Milán. Así, Nibali, de rosa camuflado por el marrón del barro, tiró de un débil Basso durante el último tramo de sterrato, convertido ya en casi un lodazal, mientras por delante andaba remontando un Scarponi desatado que había dejado atrás al grupo del líder, mientras el mismo Nibali dudaba de si lo mejor era seguir al de Jesi o quedarse con Basso. En cabeza de carrera era Vinokourov quien con potencia trataba de distanciar a un grupo muy apto para pelear por la victoria de una etapa tan exigente, con líderes batiéndose el cobre viendo a sus gregarios ya muy de lejos. Sólo Evans conseguía equipararse al kazajo en un duelo espectacular, con sufrimiento, barro, lluvia, frío y ansias de victoria por igual.
Cunego, Gadret, Garzelli, Pinotti y Arroyo consiguieron alcanzar al duo de cabeza y tiraron durante los últimos kilómetros sabiendo que la victoria no se escaparía del septeto de cabeza. Encarando la recta final de meta, un Cadel Evans espectacular, que venía de perder el maillot rosa en una de las primeras etapas en Holanda, con potencia y una contundente pedalada no dio opción alguna al resto de rivales en la recta final para poder siquiera discutirle la victoria. Entraba así, victorioso, con los brazos en alto, con la cara y el arcobaleno manchados de barro, en Montalcino en el día que más emociones pudo disfrutar el aficionado en el pasado Giro de Italia. Ni Mortirolo ni Bernina ni Monte Zoncolan dieron el espectáculo que esta estupenda etapa de media montaña ofreció en su últimos 40 kilómetros y que esperamos no tarde mucho en repetirse.
Javier Cepedano
Un ejemplo de como la media montaña bien gestionada pueder dar de si mas de lo que parece.
Seguir con los Tops!
¡Poco queda! Dos momentos y tres ciclistas.