Después de 17 temporadas como profesional, y con más de 100 victorias a sus espaldas el australiano Robbie McEwen ha dicho adiós al pelotón profesional. Comenzó su carrera peleándose contra los Mario Cipollini, Erik Zabel o Tom Steels, para acabar retirándose en el recientemente finalizado Tour de California, viendo como un chico que prácticamente podría ser su hijo arrasa en las llegadas masivas de la costa oeste de los EEUU.

El australiano fue un lobo solitario durante toda su carrera: mientras que otros como Cipollini o Petacchi gozaban de todo un plantel de lanzadores dedicados en cuerpo y alma a colocar a sus líderes de cara al sprint, el australiano prefería buscarse las habichuelas por su cuenta. Un sprinter de la vieja escuela, que gracias a su habilidad con la bicicleta y la temeridad propia de los locos de la velocidad sabía hacerse un hueco en un pelotón lanzado a 60 por hora, para acabar jugando su irresistible punch en los metros finales.

Robbie no dio sus primeros pasos con la bicicleta en el velódromo, como se podría esperar de él como buen australiano, sino que fue un campeón juvenil de BMX en su tierra. De aquí pasó al ciclismo en carretera, ganándose en 1996 su primer contrato profesional con el Rabobank. Con los tulipanes pasó cuatro temporadas, afianzando su carrera como uno de los sprinters contrastados del pelotón y logrando su primera victoria en una grande en un escenario incomparable, los Campos Elíseos en París.

Su siguiente parada fue en el Lotto, el equipo en el cuál vivió sus mejores momentos como profesional. Con los belgas logró 11 victoria y tres verts en el Tour, doce etapas en el Giro, una plata mundialista y victorias en carreras de un día como Hamburgo y Scheldeprijs, además de múltiples victorias menores. Sus antiguos contricantes se retiraban, pero el aussie seguía al pie del cañón. Después de 9 fructíferas temporadas y a finales de 2008 se acababa su paso por el conjunto lottero, del que fue una de las señas de identidad durante la pasada década.

Cuatro temporadas más en Katusha, RadioShack y finalmente en el GreenEdge dejaban patente que el tiempo no pasa en balde para nadie, relegando a Robbie a puestos cada vez más traseros mientras que la nueva generación de sprinters encabezada por Cavendish hacía suya las llegadas masivas. Aún así cada año caía alguna victoria, manteniendo así la constante del australiano de alzar los brazos todas las temporadas desde su debut en la élite. Sin embargo en este último año se truncó la racha; su fichaje por el equipo de su tierra ha dejado patente su declive, retirándose con un quinto puesto en una etapa del TDU como mejor resultado del año. Pasará a formar parte del staff técnico del equipo siguiendo los pasos de Zabel y Cipollini, pudiendo ayudar así al crecimiento de los jovenes sprinters del equipo, como Goss, Howard o Keukeleire.

Se va así el penúltimo superviviente de la gran generación de sprinters de finales de los 90 y principios de siglo, quedando solo el infatigable Kirsipuu como testigo de esa época. Atrás deja una gran carrera, plagada de victorias que le atestiguan como uno de los grandes velocistas de todos los tiempos, experiencia que intentará hacer valer como técnico del GreenEdge. Desde C&H le deseamos mucha suerte en esta nueva etapa.