Hemos vivido una Amstel extraña. Aburrida en sus primeros 250 kilómetros. Intensa como pocas en sus últimos diez, en un desenlace no apto para cardiácos y en el que el corredor que mejor supo calcular sus fuerzas se acabó llevando el gato al agua. Quisiera destacar dos nombres sobre el resto antes de nada, aunque ninguno de ellos haya ganado, ni siquiera pisado el podio al final del día.
El primero Romain Bardet: el jovencísimo galo -generación de 1990- le planteó un durísimo pulso al pelotón viniendo desde la fuga, siendo neutralizado al coronar el Keutenberg y demostró unas piernas espectaculares en cada una de las cotas; una verdadera joya de la cantera francesa. Y si éste empieza a dar sus primeros pasos como profesional, en el otro lado de la balanza encontramos a Óscar Freire, que concluirá presumiblemente este año su periplo en el pelotón con 15 temporadas y más de 80 victorias a sus espaldas. Freire ha dado una lección de pundonor, atacando en el falso llano posterior al Keutenberg y manteniendo en jaque a un pelotón que sólo ha logrado echarle el guante con menos de 100 metros de carrera por delante y después de un impresionante arreón de Gilbert en el Cauberg -parece que el valón ha encontrado otra vez el golpe de pedal- que acabó con las fuerzas para sprintar de casi todos, incluido él mismo.
En lo que respecta ya a la carrera la fuga del día estuvo conformada Pello Bilbao (Euskaltel), el ya mencionado Bardet (Ag2r), Alex Howes y Raymond Kreder (Garmin), Cédric Pineau (FDJ), Simone Stortoni (Lampre), Steven Caethoven (Accent Jobs), Eliot Lietaer (TSV) y Sébastien Delfosse (Landbouwkrediet). La ventaja máxima para ellos fue de más de doce minutos, pero siempre en un margen que no entrañase riesgos para el pelotón. El ritmo en el pelotón fue constante durante todo el día y es que como ya he dicho la primera parte de la carrera fue soporífera, sin que ningún equipo mostrase en ningún momento ambición por romper la carrera y con alguna caída esporádica como momento más interesante. Aquí se merece un tirón de orejas el Rabobank, y es que sabiendo como sabían que no tenían a ningún corredor capaz de competir con los mejores de tú a tú en el Cauberg deberían haber intentado algo diferente, y es que son ya 11 ediciones seguidas sin victoria de uno de los suyos.
A 26 de meta los repetidos acelerones de Bardet en cada muro surtían por fin efecto, y el francés se quedaba sólo en cabeza de carrera junto con Alex Howes -gran carrera también la suya-, relevándose a la perfección entre ambos y poniéndo muy difícil la labor de caza del pelotón liderado por el BMC. Por detrás la carrera se tensaba en cada muro pero sin llegar a romperse, y es que para seleccionar hace falta más que el ritmo de un gregario. En el Keutenberg, y después de un intento de EBH de marcharse en solitario finalmente el pelotón cazaba a los fugados, formándose en su cima un grupo de unos treinta corredores que iban a formar la selección definitiva de cara al Cauberg. Voeckler lanzaba un intento de ataque para sorprender al pelotón -sin éxito-, y fue entonces cuando Freire se lanzó para adelante. El cántabro ha llegado ya varias veces en cabeza al Cauberg, y en cada una de ellas no ha podido con el ritmo de los mejores. Sabedor de ello, y de que contaba con Purito por detrás para rematar el tricampeón del mundo se lanzó en solitario a siete de meta.
A cada pedalada crecía su ventaja y las esperanzas de todos de verle por fin triunfar aquí, pero a sabiendas de que aún quedaba un duro juez por delante, el Cauberg. Por detrás el BMC y el Lampre ponían a sus gregarios a trabajar, y un ataque de Terpstra reducía aún más la ventaja, pero aún así el ciclista del Katusha lograba llegar con unos segundos de ventaja a la base del Cauberg que parecían suficientes. Pero por detrás Gilbert sacó su casta de campeón, y con un demarraje se marchaba hacia delante con Sagan, Vanendert y Gasparotto, mientras que justo detrás de ellos una caída de Cunego y Nordhaug cortaba el grupo y daba al traste con las aspiraciones del resto de favoritos. El ataque del valón le dejaba sin fuerzas para rematar y a sus tres acompañantes a rueda de un Freire que no podía hacer nada cuando Sagan le adelantaba por su derecha pareciendo clara la victoria del eslovaco. Pero este también se quedó sin fuerzas a escasos metros de la llegada, y fue entonces cuando Gasparotto vió la oportunidad de su vida para lanzar el sprint con los últimos gramos de fuerza restantes y imponerse en esta 47ª Amstel Gold Race por delante de un Vanendert que se lamentaba por la oportunidad perdida.
Clasificación final
1. Enrico Gasparotto (Astana) 6h32’35”
2. Jelle Vanendert (Lotto) m.t.
3. Peter Sagan (Liquigas) m.t.
4. Óscar Freire (Katusha) a 2”
5. Thomas Voeckler (Europcar) m.t.
6. Philippe Gilbert (BMC) m.t.
7. Samuel Sánchez (Euskaltel) m.t.
8. Fabian Wegmann (Garmin) a 4”
9. Rinaldo Nocentini (Ag2r) m.t.
10. Bauke Mollema (Rabobank) m.t.
La gran decepción de Óscar Freire
Cada cual trataba de ganar en solitario en la llegada que se dirimía en el alto de Cauberg, que contaba con un kilómetro y medio de ascensión y con un porcentaje medio de pendiente del 5,8 %. Jugándoselo todo, surgió inesperadamente Óscar Freire, cuando la meta quedaba a tan sólo 6 kilómetros. Se adelantó a todas las cábalas, cosa no imaginable en un velocista como es él. No fue mala táctica si lograba adquirir una suficiente ventaja para poder resistir la dura puntilla final. Le faltó arrestos, un soplo, un poco más de energía para imponerse. Perdió incluso el podio y otra vez, en unos pocos días, una cotizada ilusión. Gasparotto, Vanendert y Sagan, corriendo a la contra, le rebasaron en el momento tácticamente preciso.
Este es el eco que yo destaco en torno a la clásica Amstel Gold Race que nuestro representante español, veterano ya, Óscar Freire, perdió al ser superado a 8o metros de la recta de llegada. ¡Fué una lástima, una oportunidad perdida!