Como hiciéramos al término de De Ronde, ha llegado el momento de analizar las sorpresas y decepciones que nos ha dejado la París-Roubaix 2012. Empezaremos hablando en positivo para terminar con aquello que no ha alcanzado las expectativas.

Sorpresas:

1. Sebastien Turgot (Team Europcar): El de Limoges tuvo un comportamiento brillante, más que por su segundo puesto final, dando a Francia el primer podio desde la victoria de Guesdon en 1997, por la manera de conseguirlo: siempre al ataque. Estuvo en un primer corte acompañando a Chavanel (OP-QS), Ladagnous (FdJ – BigMat), Mangel (Saur-Sojasun) y Schár (BMC). Cuando iban a ser cazados por el empuje de Sky y Vacansoleil, Turgot volvió a cambiar el ritmo. Hizo todo el tramo de pavés de Orchies en solitario y cuando Tommeke arrancó la moto obtuvo su recompensa. Fue cazado a la salida del adoquín, y se encontró en el grupo con Ballan, Boonen, Pozzato y Terpstra. Aunque luego no fructificara, fue un magnífico movimiento táctico. El año pasado acabó 34º. Pocos se podía esperar este rendimiento. Gran carrera la suya.

2. Mathieu Ladagnous (FdJ – BigMat): Más que contentos deben estar en el equipo que dirige Marc Madiot. Aunque al final no hayan conseguido entrar entre los 10 primeros, la carrera de Ladagnous ha sido sobresaliente. Siempre con los mejores hasta el inoportuno pinchazo en Gruson, a una decena de kilómetros de meta, que lo apartó de la lucha por el podio. Un final absolutamente inmerecido para lo que fue sin duda una magnífica performance.

3. Rabobank Team: Pese a la baja del que estaba destinado a ser su líder en estas carreras, Matti Breschell, los holandeses han sabido resolver la papeleta con nota. Aunque no han podido repetir el podio conseguido el año pasado con Maarten Tjialingii, sí han colocado a dos hombres entre los diez primeros. Maarten Wynants fue 8º gracias a que corrió sin más desgaste que el necesario. Por su parte, a Lars Boom se le hizo larga la carrera y, pese a demostrar una fortaleza enorme en el Carrefour de l’Arbre que le hizo quedarse solo en persecución de Tom Boonen, acabó llegando exhausto al velódromo. El ex campeón del mundo de ciclocrós, que era una promesa, se ha confirmado el domingo como una realidad. El año que viene volverá con otras aspiraciones.

Decepciones:

1. Team Sky: De lo peor de la carrera. Juan Antonio Flecha, nuestro querido Van Der Pijl, volvió a estar mirando a las musarañas en el momento en el que se hizo el corte definitivo. No respondió al ataque de Boonen en Orchies como sí hizo Pozzato. Tampoco salió cuando Ballan quiso hacer de apagafuegos. Ni cuando Terpstra se empeñó en llegar desde atrás. 0 de 3 para el catalán. Luego el equipo hizo el ridículo de manera colectiva. Pese a tener 4 corredores en el grupo de 13 unidades que perseguía a Boonen, no fueron capaces de 2. lugar de ir a relevos se dedicaron a quemar corredores en un constante 1 contra 1 en donde Tom siempre tenía las de ganar. Stannard primero y Hayman después se consumieron como colillas. Mención aparte merece Edvald Boasson Haggen. El noruego ni trabajó ni hizo un bueno puesto (terminó cruzando la línea de meta en 42º lugar). Se le sigue atragantando La Maldición de los 250 kilómetros. Para colmo, Flecha no consiguió meterse en el podio. Difícil, muy difícil rescatar algo positivo de la carrera del equipo británico.

2. Filippo Pozzato (Farnese Vini – Neri Sottoli): Si Sky fue de lo peor de la prueba es porque la actitud de Pozzato fue, simple y llanamente, lo peor. Por una vez, la italianada no corre de su cuenta y es Ballan el que propicia que Terpstra y Boonen se marchen hacia delante. Hasta ahí vale. Pero si por algo se caracteriza este deporte, antes que por la potencia o la elegancia, es por la casta, la actitud, el coraje y las ganas que siempre ponen sus protagonistas. Eso fue lo que le faltó precisamente a Pippo. Querer. Hay quien dice que cuando uno de los gallos tiene algún percance ya no está mentalmente en carrera, pero eso es muy relativo. No hay más que comparar la actitud del italiano con la de Sylvain Chavanel tras el pinchazo. Uno se comportó como un auténtico campeón y otro como un funcionario del sillín. Pero bueno, ya sabemos que Only God Can Judge Him.


En la fotografía de la izquierda, Chavanel le saca los colores (y las pegatinas) a Pozzato. En las dos restantes, el director de la Farnese Vini recrimina a Pippo su actitud, sin que este parezca ni tan siquiera inmutarse.

3. Garmin – Barracuda: El equipo en general y Sep Vanmarcke en particular. Calificar de “enormemente discreto” el 84º puesto del belga me parece ser muy muy benevolente. No se le vio en carrera en ningún momento. Otro al que se le esperaba y no apareció. Sólo 3 hombres del equipo llegaron al velódromo además del mencionado Vanmarcke: Tyler Farrar y Heinrich Haussler (que lleva 2 años al más puro estilo Devolder) acabaron 29º y 32º respectivamente. Sólo Johan Vansummeren se salva de la quema. El vencedor de la prueba en 2011, aunque justo de fuerzas, estuvo siempre voluntarioso y honró el Dorsal1 que le acompañó desde Compiegne. El año que viene volverá a pertenecer a Tom Boonen.