“El Taaienberg siempre es el lugar para estar delante. Soy feliz” declaraba Matti Breschel a Daniel Benson nada más finalizar el Omloop Het Nieuwsblad el pasado sábado. El danés tenía muchas razones para ello. Volvía a disfrutar del ciclismo. Regresaba esperanzado a las clásicas, sus pruebas fetiche. Regresaba esperanzando tras un año de calvarios que lastraron su primera temporada defendiendo los colores del Rabobank. Regresaba un ciclista llamado a ser protagonista en la primavera ciclista. Regresaba Matti Breschel.

Un año de calvarios. Un año casi en blanco por culpa de las lesiones que le dejaron sin dos de sus objetivos en 2011: las clásicas y su tan ansiado Mundial en Copenhague. Problemas en la rodilla y una caída en la sexta etapa de la Vuelta a España tuvieron la culpa de ella. Los dolores en la rodilla aparecidos a finales de 2010 que truncaron su estreno con Rabobank tras abandonar el equipo de toda su vida, la estructura de Bjarne Riis. La rodilla le mantuvo alejado toda la primera parte de la temporada quedándose fuera de competición hasta el mes de Junio. Nacionales, Brixia Tour, Vuelta a Dinamarca y una destacada Clásica de San Sebastián camino de la Vuelta a España para preparar la cita de la temporada, el Mundial en su Dinamarca natal. Pero en la salida neutralizada de la sexta etapa se fue al suelo. Se retiraba por precaución de la ronda española, pero una radiografía posterior arrojó una fisura en su muñeca que le dejaba fuera de la lista nacional.

Ahora, en 2012, parece paso a paso a acercarse aquel ciclista ganador de Dwars door Vlaanderen o ser top10 en Milán-San Remo, De Ronde o París-Roubaix. Un comienzo esperanzador de temporada donde ha vuelto a codearse en los primeros puestos. Séptimo en el Trofeo de Palma, tercero y cuarto en las dos primeras etapa de la Vuelta al Algarve y lo que es mejor, protagonista en la pasada Omloop Het Nieuwsblad. No falló Tom Boonen a su cita en el Taaienberg donde de nuevo rompía la carrera. A su rueda los Flecha, Vanmarcke, Hushovd y Matti Breschel. El danés volvía a sentirse ciclista en su territorio. Adoquines y colinas, colinas y adoquines. Su escenario fetiche regresaba al calendario y con el Matti Breschel. Aunque después no pudiera aguantar el arreón de Boonen y Vanmarcke, ver de nuevo delante al ciclista de Rabobank es un buen síntoma de cara al resto de clásicas. Un nuevo favorito, un nuevo nombre para hacer vibrar las cunetas y las pantallas de televisión.

Para buscar ese cinco por ciento de forma que le falta para estar en óptimas condiciones como declaraba su director Nico Verhoeven disputará la Tirreno-Adriático camino de la Classicissima y del grueso de las grandes clásicas donde, de nuevo, se espera que Matti Breschel sea gran protagonista.