Cualquier deporte gira en torno a una rutina cíclica, marcada por la cultura propia de cada competición. En un deporte de equipo sería la jornada liguera de fin de semana, en Fórmula 1 un gran premio cualquiera o en atletismo un mitin de la Diamond League.
Todos estos eventos tienen un factor en común: su seguimiento a través de los fieles, de las personas que sienten pasión, amor u obsesión por ese deporte. Será un grupo mayor o más reducido, pero que no suele sobrepasar los límites. Al que no le interese, difícilmente lo va a seguir o tal vez ni llegue a conocer el resultado de la competición.
Sin embargo, hay una serie de cruces que se van colocando a lo largo del calendario, que determinan en qué días el deporte trasciende más allá de su propio grupo de seguidores. De repente, la masificación es un hecho consumado. Gente que no siente admiración por el deporte, de repente se vuelca como el que más. Apoyarán al deportista –generalmente, nacional- con todas sus fuerzas. Estamos ante un evento de interés público.
Una final de Eurocopa o Mundial de fútbol, una decisiva carrera de Fórmula 1 en la que Fernando Alonso se juega el Mundial o una final olímpica de baloncesto entre España y Estados Unidos. La audiencia se desborda. Son días elegidos que perduran con el paso de los años: uno siempre recuerda dónde estaba mientras disfrutó de la competición.
Dos de los grandes deportistas españoles son Rafa Nadal y Alberto Contador. Por supuesto, sus deportes tienen también días señalados, en los que el ‘fenómeno fan’ o nacionalismo –bien entendido- sale a relucir por encima de sus cualidades deportivas.
Nadal es, parece que ya sin discusión, el mejor deportista español de todos los tiempos. Hace diez días vivió uno de sus ‘días límite’, mediáticamente hablando. Final de Copa Davis, partido dramático con el título en juego… y teniendo que remontar un marcador en contra ante Del Potro. Épica y agonía en estado puro. Todo el país con el corazón en un puño. El gran héroe estaba contra las cuerdas, y la audiencia, la nación por extensión, no podía fallar. El contexto era imposible de mejorar.
La conclusión fue lógica. Aquel partido se convirtió en el más visto en la historia de la Copa Davis en España: 3.925.000 seguidores, con un 32,6% de ‘share’. Una cifra magnífica. Al fin y al cabo, España es un país futbolero.
Uno rebusca y piensa en un ‘día límite’ de ciclismo, de esos en los que si uno no ve la carrera, no la seguirá jamás. En la época reciente hay un ejemplo inmejorable. La etapa con final en el Tourmalet del Tour 2010. Un mano a mano entre Contador y Andy Schleck, separados por un puñado de segundos. La gloria sólo sería para uno, el escenario reunía todas las condiciones para vivir una jornada inolvidable.
Pero se trata de ciclismo, ese deporte de apestados, que dicen. ¿Alguien cree en el ciclismo? Sí, 3.997.000 personas vieron la etapa. Un 33% de los españoles que tenían puesta la televisión estaban viendo una jornada que se presumía histórica.
Alcanzar esta posición roza lo irreal. Mientras que Nadal es un ídolo intocable, el ciclismo vive una pelea diaria contra sí mismo y contra la sociedad. La traducción en la calle es nefasta. La gente, en esta época de crisis, no está obligada a filtrar todos los contenidos que le llegan. Tras pasarse peleando contra el frío de una obra durante todo el día, si se les habla de dopaje, no van a tener la cabeza ni el cuerpo para pensar en si lo que les están contando es el hecho más noticioso de ese deporte. Hagan la prueba en el bar con un amigo que no siga el ciclismo. Le dirá con sonrisa maliciosa “si DICEN que van todos hasta arriba…”. Lo dicho, se asume que no se hará filtro.
Entonces, ¿cómo es posible que siga la misma gente una etapa decisiva del Tour que un partido crucial del mejor deportista español de la historia? La lógica queda hecha añicos. La conclusión tiene que ser inevitable: el ciclismo puede llegar a interesar mucho.
Efectivamente, en julio el Tour no tiene competencia, pero tampoco la tenía un mediodía frío de domingo de diciembre. Sin aparecer en los telediarios, salvo para caídas y positivos, durante todo el año, el mérito del ciclismo es increíble. Será tal vez porque se puede vivir con pasión en la cuneta, compartiendo espacio y tiempo con la naturaleza de una gran cumbre alpina. Otros deportes necesitan de la artificialidad de un recinto acotado. El ciclismo es la explosión de la vida en estado puro.
El ciclismo fue el segundo deporte de este país. Con cuidado, con cariño, ese lugar se puede recuperar. Ha resistido golpes mortales, que sirve como prueba de garantía para divisar la esperanza al final del túnel. Y puede serlo, en mayor o menor medida, gracias a todas las personas que hayan llegado a alcanzar a leer este último párrafo. Hablemos bien de este deporte. Lo dijo Pablo Lastras tras vestirse de rojo en la Vuelta: “Creedme, merece la pena”.
El análisis me parece excelente. Podemos y debemos volver a ser segundo deporte de este país.
Sólo una pequeña apreciación: esa etapa de máxima audiencia con final en el Tourmalet fue un petardo de tomo y lomo, pese a lo que la “afición” quedó encantada porque “el suyo” salía triunfante (que no ganador) de la “batalla”. Pero, repito, fue un coñazo infumable.
Gracias por el artículo. Un saludo
Ciclismo al cuadrado, calidad al cubo. Gran texto.
gran articulo si señor, como dice Miguel Tourmalet fue un coñazo y tuvo el 33 y para mi opinión como dijo Freire es una de las carreras mas aburridas y poco dada a las sorpresas, es una pena que a las clásicas como el Tour de Flandes que me encanta no se valoren en España tanto como las grandes vueltas
Chapeau. Es todo lo que hay que decir.
Cuidate. E.
muy bueno, un análisis que si muchos se tomaran cinco minutos en mirar rompería muchas percepciones erróneas. Entonces cabe preguntarse ¿qué estamos haciendo tan mal?
el ciclismo sigue interesando, pero en vez de preguntarnos que se hace mal quiza nos debemos preguntar que no hacemos.
me acuerdo que hace unos años un deporte de unas pocas comunidades y de una minoría, la pelota mano o como dicen muchos pelota vasca estaba casi muerta, hasta que una televisión Tele5 entro en el mundillo, ahora se ven los fontones llenos y con mucha gente joven
en ciclismo en television en abierto las carreras organizadas por ASO y poco mas
no se ayuda a las carreras españolas a que tengan televisión me acuerdo en una conferencia de cilismo en la que estaba el organizador de la vuelta a la rioja y dijo que los mejores años fue el par que lo retransmitió la ETB,
los organizadores tienes que sufragar con el gasto que conlleva tener televisión, tendrían que unirse para tener mas fuerza por ejemplo volta a cataluña, burgos, castilla y leon las tres juntas en pack se venderian mejor que separadas supongo que así creo que lo vende ASO por que TVE nos han retrasmitido este año carreras como Qatar y Criterium ademas de las típicas de ellos del tour, paris niza, roubaix, fleche, lieja
obviamente una televisión tendría que dar un mínimo apoyo, los organizadores tendrán que ponerse diacuerdo o unirse y que en el pack de carreras venga algo de 1º nivel para venderlo con mas facilidad no se si me explico