A comienzos de año surgió el rumor de que Manolo Saiz iba a anunciar su regreso al ciclismo el 11 de noviembre, aprovechando la coincidencia de la fecha del triple once con la denominación del equipo que le dio la fama. Su repentina e impetuosa aparición en Twitter con algunos mensajes crípticos, después de cuatro años largos de voluntario pero injusto silencio, y los ecos que encontró en esta red social por parte de algún tuitero más hicieron el resto… aunque desgraciadamente todo quedó en agua de borrajas. Y es que la UCI no estaba dispuesta a permitir la reaparición de uno de los directores más laureados y más revolucionarios de la historia de este deporte, aunque el director cántabro tuvo un par -al menos- de buenas propuestas.

Pero los tiros no iban por ese futuro, sino por el pasado glorioso de una escuadra que marcó una época en nuestro deporte. Con permiso del legendario Kas, el conjunto más representativo de la historia del ciclismo español, que en una década y media de existencia -desde 1989 hasta 2003- logró la friolera de 437 victorias. Pero que también dio a su ciclismo esa impronta de combatividad y frescura que nos gusta a los aficionados y que nos hizo descubrir conceptos técnicos y tácticos hasta ese momento olvidados, e incluso odiados, por el ciclismo español, como las contrarrelojes por equipos o los abanicos. Y nada mejor que este próximo viernes para reunir a buena parte de la familia del Grupo Deportivo ONCE, en una cena que tendrá lugar en Madrid.

El ciclismo, su habitat natural

Manolo Saiz y Pablo Antón, tanto monta, monta tanto, aunque cada uno en su parcela, fueron los artífices de este equipo. Tras un inicio muy poco afortunado en la Federación, donde no se apreciaron sus innovaciones, y un asentamiento con los ‘cupones’, en su faceta para invidentes, en 1989 les llegó la oportunidad de poner en práctica un nuevo concepto de ciclismo que fue acogido con una cierta suspicacia por parte de algunos ‘viejos rockeros’ pero que terminaría despertando admiración. Y por lo tanto envidia. Incluso ahora, ocho años después del fin de la ONCE, algunas presuntas innovaciones que vemos a los admirados equipos anglosajones no son sino remedos de los que pusieron en marcha en su día Saiz & Antón.

Comenzaron con modestia, con un equipo de guerrilleros en el que Pedro Muñoz -el primer ganador con estos colores-, Chozas y Cabestany pusieron algo de experiencia; empezaron a crecer con la llegada de Lejarreta y Fuerte, aunque fue Mauri quien lograría su primera gran victoria en esa Vuelta a España de 1991 que tuve la suerte de seguir en directo; se asentarían en lo más alto con esa memorable pareja Jalabert-Zulle, que les daría otras tres Vueltas más, respaldados por lugartenientes de lujo como Bruyneel, Breukink o Dufaux; y rematarían al final de su trayectoria con la llegada de Olano o Beloki, que se acercaron a la gloria en Tour y Giro, aunque no llegarían a saborearla, en una etapa en la que también se destacó Igor González de Galdeano. Y no me olvido de ese epígono en la persona de Isidro Nozal que dio los últimos momentos vibrantes al conjunto amarillo en la Vuelta a España 2003 antes de que pasara a ser Liberty. Pero esa es otra historia.

Uno de los momentos más duros de la historia del equipo

Casi noventa corredores llegaron a vestir ese inconfundible maillot cuyo compromiso con el ciclismo se manifestaba en ese color amarillo, aunque se convirtiera en rosa o negro, paradójicamente, en el Tour de Francia, por exigencias del guión. Pero lo verdaderamente destacable de aquel equipo fue -y sigue siendo- su notable legión de lugartenientes y de hombres de equipo que se sacrificaron por sus líderes, pero que supieron sacar lo mejor de ellos por la ONCE. Ciclistas como Herminio Díaz Zabala, Alberto Leanizbarrutia, Rafa Díaz Justo, Luis María Díaz de Otazu, Neil Stephens, Johnny Weltz, Marcos Serrano, David Etxebarria o Mikel Zarrabeitia, entre otros -que muchos me dejo inmerecidamente en el tintero-, a los que difícilmente se les oirá decir ni una sola mala palabra de su etapa en aquel histórico equipo. Y algo les marcaría ya que buena parte de ellos han continuado vinculados al ciclismo como directores deportivos a más o menos alto nivel, pero con notable éxito.

No todos ellos estarán el viernes por la noche en Madrid, algunos por ‘problemas de agenda’, otros por decisión propia -que alguno habrá que no piense aquello de ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’-. Y con ese objetivo de pasar una buena noche, de recordar las ‘batallitas’ de esos once+cuatro inolvidables años. Y para hablar del futuro -que falta hace en ese deporte marcado por la crisis y por el inmovilismo- ya habrá alguna fecha, espero, aunque no sea tan rimbombante ni sonora como este once del once del dos mil once.

por @roman_mendoza