Después de tres años en Quick Step la sensación con la que se rompía la relación Lefévère-Devolder era que, a pesar de las alegrías, habían sido tres temporadas desaprovechadas por ambas partes. De Devolder esperaba Quick Step un outsider en las piedras y de Quick Step esperaba Devolder pleno apoyo del equipo. El primer fin de semana de abril durante los dos primeros años se cumplió al pie de la letra, con Boonen bendiciendo la victoria de su compañero y Devolder tocando la gloria en el corazón de Flandes, pero parecía que este entendimiento no podía llegar más allá. La actitud de Devolder -precedido de una fama de díscolo que no hizo sino crecer durante estos años- no fue lo que se dice ejemplar, pero cierto es que Lefévère enrocado en sus trece tampoco ayuda a aliviar la situación, por lo que durante 2010 se vivió una situación insostenible que hizo que el por entonces campeón belga tomase un nuevo camino.

Fichar a un doble ganador de De Ronde van Vlaanderen es un movimiento de los gordos en el mercado, el salto de calidad que un equipo que busca crecer necesita para acabar de hacerse grande. Eso, al menos, era lo que pensaba Vacansoleil-PCT cuando a finales de la temporada 2010 anunció el fichaje de Stijn Devolder. Olvidadas ya las expectativas que generó en sus primeros años de gran esperanza belga para las GTs la llegada de Devolder a Vacansoleil-DCM se presentaba como un gran movimiento por ambas partes con el que se esperaba que un grandísimo ciclista volviese a su mejor nivel. En su mano tenía cerrar las bocas de aquellos que decían que sólo al amparo de Tom Boonen había podido conseguir grandes éxitos y aquellos que le acusaban de ser un ciclista excéntrico. Pero nada más lejos de la realidad, ya que ha acabado siendo junto a los affairs extradeportivos la gran decepción para el equipo en esta temporada 2011.

Lo cierto es que la temporada de Stijn Devolder ha sido un auténtico desastre. Desde el principio. Siendo fácilmente reconocible en el pelotón por el maillot belga que vistió durante la primera mitad de la temporada no era raro verle en cola del pelotón allí donde compitiese, siendo especialmente sangrante su actuación en las pruebas organizadas por Flanders Classics en las que participó (Omloop Het Nieusblad, Dwars Door Vlaanderen, E3-Harelbeke) antes de De Ronde van Vlaanderen donde se le caía a uno el alma a los pies al ver al campeón belga sufriendo en todos y cada uno de los muros y luchando por no quedarse cortado en el posterior látigo que éstos provocaban. Sin pena ni gloria en las carreras previas a De Ronde y sin pena ni gloria en De Ronde entrando a meta anónimamente en el segundo pelotón a cuatro minutos y medio de los doce que se jugaron la victoria. No mejoró tampoco su actuación en Paris-Roubaix donde evidenciando una desidia extrema llegó al velódromo en el último grupo a más de quince minutos de Johan Vansummeren. Para las Ardenas no se esperaba nada de él y cumplió las expectativas.

Quedaban cinco meses largos de temporada y sólo un milagro podría salvar su temporada. Su calendario de mitad de temporada se centró en pruebas que otrora le habían visto brillar como la Vuelta a Bélgica (ganador en 2008 y 2010), la Vuelta a Suiza (tercero en 2007) y el campeonato nacional en ruta (ganador en 2007 y 2010) donde tampoco realizó ninguna actuación meritoria. La parte final de la temporada llegaba cargada para él con el Eneco Tour del Benelux y la Clásica de San Sebastián, dos pruebas que se le adaptan como anillo al dedo pero donde tampoco dio muestras de presencia.

La siguiente parada fue la Vuelta. Una victoria en nuestras carreteras no justificaría pero sí maquillaría una temporada que hasta el momento había sido horrorosa, pero ya sabemos el resultado, y es que durante las tres semanas que duró la carrera su única aparición fue en la 15ª etapa cuando en una de esos movimientos tan poco comprensibles del equipo Vacansoleil-DCM se puso a comandar a los neerlandeses en la caza de los fugados en los kilómetros previos a la ascensión del Puerto del Cordal previo a l’Angliru. Así se resume su actuación en la Vuelta. Su temporada no acabó entonces, pero como si lo hubiera hecho. Algún ‘bolo’ de final de temporada en Bélgica y para finalizar, el Giro de Lombardía, que ni tan siquiera acabó.

En definitiva, otro año tirado a la basura.