Cuán absurdo debe ser este deporte para que todo un Marc Sergeant, responsable deportivo de Lotto-Ridley, dijese hace pocas fechas que mantener en plantilla a los Vanendert, Van den Broeck o Greipel no ha sido la clave para situarse en el World Tour. Que no, que no. Que el paso decisivo para la entrada en el top-15 del universo particular de la Unión Ciclista Internacional era… el fichaje de Mehdi Sohrabi, un iraní camino de los 31 años que ha sido absolutamente todo en el ciclismo asiático -o, al menos, en el árabe, cuya dominación le ha hecho acumular supuestos méritos para ser carne de primera división en 2012-, pero que, con cinco carreras en terreno occidental -un Tour de Qatar, un Circuito Montañés y tres Mundiales de ruta, con un fuera de control y un abandono-, no reúne la experiencia necesaria para garantizar que su salto vaya a ser adecuado -y los precedentes en experimentos de este tipo, como Iván Domínguez o Fuyu Li, no son precisamente positivos… o tal vez, uno de ellos sí-.

Mehdi Sohrabi, un fichaje que vale una plaza en el World Tour

En caliente y también ahora en frío, con las quince primeras plazas WorldTour en mano -Vacansoleil-DCM y RadioShack-Nissan esperan su juicio en la Comisión de Licencias, unos por la fusión y los neerlandeses váyase usted a saber si por Riccò, por Mosquera o porque les caen mal- y con dos de las tres fuera del baremo deportivo prácticamente definidas -deberán ir a AG2R y Euskaltel-Euskadi, poseedores de licencia en vigor para 2012, salvo desastre, mientras que la tercera se la juegan entre Madiot y Bernaudeau, ¡menudo cruce de navajas!-, el año 2 del famoso Ránking de Mérito de la UCI resulta un disparate aún más gordo que el año 1. Principalmente porque la mayoría de equipos ya sabían lo que pasaba, y aun así han seguido cayendo en los mismos errores por no contar con el asesoramiento adecuado. Vale que en 2010 a algunos les pudiesen pillar por no saber si lo más conveniente era fichar a un sprinter holandés o cinco gregarios italianos. Pero en 2011, con varios ránkings circulando destrangis por la blogosfera -¿y dónde están los de Aigle? ¿Dónde está la transparencia?-, por los cuales incluso algunos directores y administradores han llegado a pagar sumas de dinero o destinado sus propios recursos para cálculo interno, además de la experiencia desagradable que algunos ya tenían de haberse quedado colgados a finales de noviembre, los errores no podían repetirse.

Ya lo detallaba Velofutur, la empresa de representación dirigida por Juan Campos, en sendos posts publicados en su web durante las fechas de salida del Ránking. AG2R ha dado auténticos palos de ciego anunciando fichajes finalmente no cumplidos -la actitud de superviviente de Sohrabi, diciendo sí a todo el mundo por si las moscas, merecería un capítulo aparte- y otros que no tenían sentido futuro, mientras Euskaltel -bastante llevaban con la salida de Igor González de Galdeano y la inestabilidad de patrocinio anunciada por José Antonio Ardanza y el propio staff- y, sobre todo, Lotto, se evitaban sofocos y, en el caso de los belgas, fichaban lo justo y de manera silenciosa para, con un plantel plagado de debutantes en el World Tour como Gaëtan Bille, Brian Bulgac, Dennis Vanendert o Tosh van der Sande y apenas tres o cuatro figuras, colarse holgadamente en la máxima categoría gracias a la batuta de Bill Olivier, desde hace apenas un par de meses su general manager.

El sistema inventado por el cuerpo gobernante en 2010 tiene muchos más fallos que aciertos. El primero es el ya destacado por casi todos en las redes sociales: el desprecio al gregario. Vales lo que valen tus puntos, y si sobresales en algo, ya sea el sprint, la contrarreloj o la montaña, tendrás un porvenir en profesionales. Si te llamas Klaas Lodewyck y eres amigo íntimo de Philippe Gilbert, todavía puedes salvarte y viajar con él chez Rihs, pero no siendo gregario fiel de un top, te espera la miseria -y si no consigues destacar en los dos miserables años que te dan de adaptación a un World Tour, como le ha sucedido a corredores como Óscar Pujol, peor aún-. El hecho de que cuenten sólo los quince corredores con más puntos -Velofutur hablaba también de una reducción del cómputo a diez ciclistas- se le olvida al 99% de los mánagers. Salvo los cuatro o cinco equipos con tanto potencial como para sentirse inmunes, y que aun así no en todos los casos han hecho las cosas bien -quizás Garmin (sin BigMat) y Liquigas-Cannondale, con Vaughters y Zanatta, sean las excepciones-, el resto han buscado con ansia puntos, puntos (dubidú).

Pero el segundo es una razón de fondo aún más preocupante: la UCI está fomentando más todavía la desunión entre los otros estamentos. ¿Somos conscientes los aficionados de que, después del Tour de Francia o incluso durante sus fechas en muchos casos, el ciclismo representado por equipos punteros va a pasar a ser deporte individual en lugar de disciplina de equipo? Gente que gana poco dinero con contratos nada largos en comparación a otros deportes, igual a gente que mira por sí misma y trata de garantizarse la supervivencia, igual a gente que que se salta todas las jerarquías existentes en busca de un resultado que, en muchos casos, igual tampoco sirve para sacar puntos, pues más allá de las pruebas WorldTour, pocos son los réditos que no vengan de triunfos parciales o generales finales.

Ni se dan puntos a los corredores que completan grandes carreras -como sí sucede en el CQ Ranking, el único a gran escala en contar casi todos los aspectos-, ni se premia a aquellos que colaboran en un éxito importante de su líder, ni se tiene en cuenta la velocidad y la forma de correr de unas áreas con respecto a otras -y no, la gradación en función del inventado ránking combinado continental entre World Tour y Continental según continentes no es, ni mucho menos, suficiente-. Equipos desmantelados porque sale un proyecto nacional que se lleva a tus siete u ocho australianos, colombianos o británicos, y de los cuales no quedan más que los puntos de las clasificaciones por equipos ganadas en unas pocas carreras. Sin entrar en el bis in idem que supone dejar sin puntos a corredores como Alejandro Valverde durante los dos años posteriores a su regreso -y que, a la postre, contribuye a una burbuja en el mercado, obligando a equipos que se impliquen en este tipo de corredores a pagar más de lo debido o a dejar de lado a corredores interesantes, toda vez el castigado ha pagado su pena, causando así un mayor daño-. Sin duda, razones de peso para plantearse que el sistema es un despiporre.

De entre abrazo depende el futuro de Euskaltel en el ciclismo (c) Luis Ángel Gomez

Y un apunte marginal de color naranja, pues casi todo el artículo olía a loterías del estado federal. Euskaltel tiene problemas. Su comportamiento en lo deportivo es extraordinario: su trabajo de base ha sido excelente y muchos de sus hombres darán un salto adelante en 2012 que les hará abandonar el furgón de cola. Sin embargo, la supervivencia económica del equipo profesional y, por ende, de la propia Fundación, pende de un hilo y, a pesar de que su filosofía es absolutamente loable, el ciclismo vasco y español no merecen perecer de hambre por agarrarse a un modelo. En cualquier caso, si hay continuidad de la compañía de telecomunicaciones o relevo en el tejido empresarial vasco y, además, sus hombres terminan por explotar como se apunta arriba, Madariaga y sus hombres no tendrán que vivir cada noviembre con el corazón en la garganta. Y eso que ganaremos todos.