Nuestra segunda mayor sorpresa del año presenta una carrera errática como pocas, y aún así, a los 30 años ha conseguido el gran premio que muchos no alcanzan en toda una carrera. No es un hombre Cobo que viva por y para el ciclismo; lo suyo es más una relación de amor y odio, con más episodios de lo segundo que de lo primero.
Su presentación en sociedad se produjo en 2007, cuando se llevó una extraordinaria Itzulia amén de diversos puestos de honor a unos nada tiernos 27 años y habiendo estado ya varias veces a punto de colgar la bicicleta. En 2008 y con el Tour en mente llegó el descalabro: los positivos de Piepoli y Riccó provocaron la expulsión del equipo de la carrera cuando se encontraba en un gran octavo puesto y dando grandes sensaciones. Todo esto provocó la disolución del equipo, aunque Juanjo siguió fiel a Matxín y le siguió a las filas del modesto Fuji-Servetto, donde consiguió buenos resultados, incluida una victoria de etapa en la Vuelta. Al año siguiente otra vez un punto bajo en su carrera: se decidió por dejar a Matxín y enrolarse con el Caisse, lo que dió lugar a un annus horribilis.
A punto de dejar el ciclismo, finalmente decidió volver una vez más con su antiguo director y amigo, encargado ahora del Geox-TMC. Sin embargo el Bisonte de la Pesa, como le conocen cariñosamente no lograba encontrar la motivación necesaria, y estaba a punto de dejarlo en Mayo. Matxín logró convencerle de lo contrario, y decidió prepararse a fondo para la Vuelta a España, a la que llegaba con buenas sensaciones después de su tercer puesto en la Vuelta a Burgos. La presencia de Menchov en el equipo y su irregularidad no le hacían aparecer ni en la apuesta más arriesgada, pero con el paso de los días se iba afianzando como la apuesta más sólida para plantar cara al dúo del Sky, hasta que finalmente llegó su gran día: en las rampas del Angliru se marchaba en solitario en busca de la victoria y el maillot de líder, que ya no soltaría hasta la llegada a Madrid a pesar de que Froome le puso contra las cuerdas en Peña Cabarga.
¿Mantendrá su regularidad demostrada en la Vuelta el año que viene o volverá a sufrir un bajón en su relación con el mundo de las ruedas? Difícil de contestar esta pregunta, más si cabe cuando su camino y el de Matxín pueden volver a separarse el año próximo, pero lo que es seguro es que una rara avis como él siempre será apreciada por los aficionados.