Siempre que un joven corredor despunta en una carrera importante del calendario, los aficionados sentimos rápidamente una especie de llamada espiritual común que nos abalanza sobre otros seguidores para discutir sobre sus cualidades y potencial, y regocijarnos con su brillante futuro. Sin embargo, esta edición del Tour de Francia no ha estado marcada precisamente por la fuerza de la juventud asaltando el viejo pelotón. Sí, tengo presente la gran irrupción de Rolland o Jeanneson, el final de Tour de Taaramae o De Gendt o que Andy Schleck aún tiene 26 años. Pero definitivamente, éste ha sido el Tour de los corredores veteranos.
Siempre se ha dicho en el mundillo que los mejores años para el ciclista se acaban sobre los 32 años. Si miramos el palmarés de grandes mitos de este deporte, parece cumplirse (aunque siempre hay excepciones, sobre las que os reto a indagar y comentar debajo de estas líneas). El Caníbal consiguió la inmensa mayoría de su palmarés antes de los 30, ésa fue precisamente la edad a la que Anquetil e Hinault celebraron su último Tour. Nuestro Miguelón se retiró a los 32. De los 24 monumentos y 5 mundiales que atesoran Van Steenbergen, Van Looy y De Vlaeminck, ninguno fue ganado por encima de esa “fatídica” línea. Y aunque desde hace unos años la vida deportiva de los ciclistas tiende a alargarse gracias a factores como la disminución de los días de competición y de los kilometrajes, el control sobre la alimentación y la recuperación, la investigación biotécnica aplicada al ciclista o el avance tecnológico en el material; este año se ha rizado el rizo, cuatro de los diez primeros del Tour sobrepasan esa línea.
A la cabeza de ellos, el ganador Cadel Evans (34). El paso de los años parece no haber afectado al corredor aussie, más bien al contrario. La experiencia de tantos años luchando por conseguir una vuelta grande ha hecho que llegara al Tour con la preparación idónea, sin haber perdido el nivel de años precedentes. Samuel Sánchez (33), aunque ha bajado dos posiciones respecto al año pasado, se puede decir que ha hecho su mejor Tour, llevándose a casa una victoria y el maillot de la montaña. Ivan Basso (34) y Tom Danielson (33), son los otros abueletes del top-10, que han dejado atrás en las montañas francesas a muchos jóvenes que darían el pego como sobrinos de ambos. 33 años también tiene a sus espaldas Thor Hushovd, triple ganador de etapa y siete días maillot amarillo.
Sin embargo, aunque éstos sean quienes se llevan la gloria, tanto o más mérito tienen dos de los mejores gregarios del pelotón: Jens Voigt (39) y George Hincapie (38). El alemán, dentro de la pléyade de corredorazos que conformaban el Leopard, ha sido el mejor de los ayudantes que podían imaginar los hermanos Schleck. Hombres como Gerdemann, Posthuma, Cancellara o el ganador del Tour del año que viene Fuglsang no eran capaces de dar mejor rendimiento que un tío de casi 40 primaveras cuando la carretera se empinaba. Y no fue menos el estadounidense… récord de participaciones (16) y de victorias de su equipo (9) en el Tour. Una de las claves para que Cadel Evans librase las caídas de la primera semana. En los momentos importantes, siempre aparecía manteniendo en cabeza, a su líder.
Y no nos podemos olvidar, pese a las desgracias sufridas en forma de caídas durante todo el Tour, del equipo Radioshack. Se presentaban en la ronda gala con un líder por definir dentro de cuatro posibles outsiders. Brajkovic, Klöden (36), Leipheimer (37) y Horner (39). La media de edad del equipo era de ¡34 años! Los mismos que Haimar Zubeldia, que fue finalmente el mejor clasificado del conjunto americano.
Ya lo dice el dicho, los viejos rockeros nunca mueren.