Ya estamos en julio, y yo estoy a punto de finiquitar los exámenes, ¡y con un poco de suerte contaré con los dedos de una mano las asignaturas que me faltan para terminar la carrera! Os podéis imaginar las ganas que tengo de terminar y centrarme al 100% en la bicicleta, porque aunque hasta ahora he podido compaginar ambas cosas siempre he tenido momentos en los que me ha costado mucho y he tenido que aflojar el pistón, entrenando menos o dejando alguna asignatura y sobre todo la falta de descanso, algo fundamental en el ciclismo como deporte de resistencia que es.
Pero no tengo ninguna duda de que elegí el camino correcto y que al avanzar con una mochila “extra” cuando la suelte lo notaré y, ¡daré un paso más encima de la bici! Uno como el que creo que estoy dando ahora, aunque este sea más pequeñito porque llevo unos días bastante concentrado, entrenando muy bien así que espero que se vea reflejado a final de mes!
Y como ejemplo de esos entrenamientos os voy a contar el de ayer, que para variar, tiene su anécdota, siempre me pasa algo..
Salí a las 10 de la mañana, fresquito, que se agradece mucho en los largos verano y “a balon parado” la Centenera, 7km que habré subido ¿500 veces? (no os riáis que seguro que todos los que tengan un puerto muy a mano, o esté su pueblo en medio de él, os habréis aburrido de subirlo). Rápida bajada y seguimos con El pico, menos duro pero más pestoso. Entra más aire, parece que no avanzas…pero las vistas, ¡para el que lo conozca sabe que merecen la pena!
Corono el segundo puerto cuando llevo sólo 45minutos y empieza el terreno favorable de la mano del curso del río Alberche., aunque bueno, los repechos no se esconden con la intención de que el cambio no se duerma y el plato vaya subiendo y bajando cada poco tiempo. Llegando ya a Navaluenga me encuentro con Mancebo, Ruben García y Miguel Candil que me acompañarán por las curvas que bordean el pantano de Burguillo que este año sí que da gusto verlo hasta llegar a Cebreros con un aire de esos que no sabes si viene o si va, indeciso y juguetón y que gracias a él no hace tanto calor.
Y aquí llega el momento “gracioso” del día, cuando voy a cambiar mi rueda por la del medidor de potencia, ¡y resulta que no está montada! Vamos, que me he hecho más de 3h (y las que me quedan de vuelta) para nada. La verdad es que me fui para casa mosqueado pero bueno, “al mal tiempo buena cara” como me gusta decir ya que este tipo de cosas solo me pasan a mí.
La vuelta fue dura psicológicamente como os podéis imaginar. El tiempo pasaba pero los km no. Aire de cara durante 80km, desde San Martín de Valdeiglesias hasta Arenas de San Pedro y por aquí si que azota el calor, en la “Andalucía de Ávila” como la llaman. Lo tomo como una escapada en solitario y gracias a que por aquí las fuentes son abundantes no me agobio tanto, pero queda el postre, 9km de subida hacia El Arenal en los que sí que tengo que echar el resto, ya con 6h en las piernas y muchos bidones rociados en la espalda. Pero llegué, ¡y tras una ducha como nuevo!
Y comer viendo el final del Tour y las siestecita de después, no tienen precio…
Un saludo!
Ea, 6 horitas… casi nada para las piernas. ¡Sigue dándole duro!
Hay que trabajar para seguir mejorando!