Corredor anónimo donde los hubiese Christophe Kern nunca había conseguido despuntar y dar el paso adelante que le diese una oportunidad. Una etapa del Tour de l’Avenir en 2004 y un par de buenas actuaciones en Giro y Tour eran su carta de presentación cuando durante la post-temporada, Jean-René Bernaudeau decidía que volviese junto a él tras unos años en Credit Agricole y Cofidis. Sus condiciones como ciclistas eran conocidas por todo el mundo, un corredor potente que se adaptaba bien a la media montaña así como a la crono, que aunque no daba resultados extraordinarios con regularidad sí que daba presencia a sus equipos en las GTs.
Llegaba a un equipo que sobre el papel tenía que girar en torno a un Thomas Voeckler que debía ser en todo momento la cabeza visible, sin ningún otro ciclista que pudiese -o más bien estuviese capacitado- hacerle sombra a su liderato. Y así fue, en el mejor inicio de temporada de AetT todo el equipo estaba supeditado a él.
Todo marchaba sobre el guión previsto, hasta que un día, de repente, algo cambió. Hace unas semanas durante el Critérium de Dauphiné donde tras un error poco típico de él, Titi se bajó del tren que llevaría a Van Den Broeck a la victoria. El final en Les Gets parecía que podría ser su último triunfo vistiendo la tricoleur. Pero desde un grupo formado en la base de la ascensión se situaba en solitario en cabeza y gracias al trabajo de su capitano saltó la sorpresa y Kern se hacía con el gran triunfo de su carrera.
Y a partir de ahí, se metió de lleno en la lucha por un Top5 que le arrebataría Joaquim Rodríguez. Puestómetro al margen, fue el punto de inflexión que necesitaba y desde aquel momento se mostró como un corredor muy diferente a aquel que de vez en cuando se dejaba ver por las carreteras francesas. Ambicioso, luchador y constante, Christophe Kern se había reinventado.
Su triunfo en los Nacionales contra el crono no hizo sino aumentar las expectativas que en él, junto a otros compatriotas, depositaba el ciclismo francés. Ni de lejos para la lucha por un puesto en la general, pero sí para ser un animador de la carrera en la media-alta montaña. Y parecía que el recogía el guante. Sin embargo, en el Tour que tenía que acabar de afianzar su salto de calidad el francés volvía a sumergirse en el anonimato que siempre había predominado en su carrera. A las pocas horas saltó la noticia de que una tendinitis le llevaba por la calle de la amargura y unos días más tarde el francés ha puesto fin a su presencia en la Grand Boucle.
Una lástima ver que un ciclista que estaba redescubriéndose a sí mismo haya tenido que abandonar el gran momento de la temporada sin haber podido demostrar -y demostrarse- que su lugar no era el que había ocupado durante tanto tiempo, sino uno más elevado. Toca recuperarse bien de una lesión tan molesta y volver a demostrar, aunque no sea en ese gran escenario que es el Tour, que lo vivido el pasado mes de junio no fue un espejismo y, sobre todo, que nunca es tarde para crecer para un ciclista con fuerza y ambición.