El mero hecho de formular una pregunta de esta índole, para muchos, puede resultar una práctica cercana a lo herético, y todos ellos bien pueden valerse de argumentos de cierto peso para refutar cualquier respuesta afirmativa al interrogante. Con apenas 20 años y menos de una decena de carreras disputadas en la élite a lo largo de su trayectoria, decir que a Wout van Aert le falta bagaje y experiencia para tomar tales galones casi puede resultar una perogrullada. Además, los defensores del “no” bien pueden apoyarse en la relativización de los éxitos de las últimas semanas. Al fin y al cabo, todavía queda más de un mes para los verdaderos momentos culminantes de la campaña y muchos puede que estén lejos de su punto óptimo de forma, por no hablar de que el hecho de compaginar participaciones beloften y élite supone un desgaste menor para sus jóvenes piernas. En definitiva, se puede abogar que aún le queda mucho por demostrar donde hay que demostrarlo.
No obstante, y a pesar de todo esto, la cuestión de que un pipiolo no sea bueno –de lo que no hay discusión–, sino el mejor, está en el aire. ¿Las razones? Simplemente, las que él viene ofreciendo en las campas fin de semana sí y fin de semana también a lo largo de toda una temporada que, no olvidemos, empezó convaleciente por culpa de una fractura de clavícula mediado el mes de septiembre. Un contratiempo que lo único que ha logrado ha sido retrasar la increíble irrupción del ahora pupilo de Niels Albert, que suma sus encuentros con los mayores por actuaciones estelares, elevadas al punto de obra maestra sobre las dunas de Koksijde. En total, cuatro carreras de auténtico súperclase que, más allá de los resultados, dejaron la sensación de que si el arcoíris sub-23 tiene puntos débiles, están aun descubrir. En definitiva, la impresión de ser un crosser total apto para todas las suertes que se pueda encontrar, y con apenas 20 años.
Ahora bien, ¿quién está en lo cierto? ¿Hasta qué punto es tan bueno en todo? ¿Le basta todo ello para ser el mejor? La valoración global no es sencilla, hay tantos factores a analizar como criterios subjetivos para hacerlo, y afirmar categóricamente una cosa como la contraria sería tan erróneo como perezoso. Al menos, sin averiguar el nivel actual de Van Aert y ponerlo en relieve con de todos sus rivales. Todos esos con más victorias en sus arcas y veteranía en sus canas, pero que domingo tras domingo doblan la rodilla sin remedio ante su talento. Resumiendo, ¿cuál es el calibre actual de Wout? Vayamos paso por paso.

La explosión de Wout van Aert ha sido fulgurante tanto en rapidez como en el altísimo nivel que manifiesta / Foto: Patje Cosyn
Potencia
No destacar con grandes arrancadas repletas de picos máximos de vataje no desacreditan ni mucho menos la capacidad unas piernas dignas de un passista del World Tour. La forma de correr del de Herentals tiene en el ritmo, tan alto como constante, la seña de identidad que mejor le identifica y que solo se sostiene a base de puro talento. Una calidad como ciclista, en el sentido más vago posible del término, asemejable aun con la inmadurez de su físico a la de Kevin Pauwels.
Resistencia
Este aspecto es, posiblemente, el más asombroso dentro de todas sus cualidades, sobre todo si tenemos en cuenta su insultante bisoñez. Por contra de lo que se podía pensar de un corredor aún en formación, la hora de carrera no se le hace ni mucho menos larga. Por contra, sus dos mayores triunfos hasta el momento (Hoogerheide ’14 y Koksijde ’14) se caracterizan precisamente por todo lo contrario: sendas demostraciones de fortaleza en las que, en lugar de venirse abajo con el paso de las vueltas rodando en solitario, mejoraba giro a giro sus tiempos sin desfallecer en ningún momento. Sea cual sea el resultado que obtenga, resulta recurrente el hecho de que finaliza más entero y con una capacidad de dar un extra que la mayoría no posee. Ésta es la cualidad fundamental que separa a los grandes de los mejores y que solo encuentra parangón en la figura de Sven Nys, si bien sin llegar a la endurance inhumana del Kannibaal.
Explosividad / velocidad
Es posible que los detractores de Van Aert quieran ver en este aspecto la que sea una de sus mayores taras, pero sin ser un virtuoso su capacidad para la salida y el sprint está muy lejos de ser también un defecto. Al contrario de lo que le ocurría al que ahora es su entrenador, no tiene ningún tipo de problema en los metros iniciales y, pese a que es raro verle ocupar las primeras plazas, no pierde comba con hecatombes que le hundan en el fondo del grupo. Del mismo modo, como demostró en Hamme-Zogge, puede defenderse en un mano a mano con mucha garantías, compartiendo en este aspecto similitudes, también, con Kevin Pauwels.
Pateo
Para alguien como él, que ha pegado el estirón de forma muy tardía, encontrarse de pronto con diez-quince centímetros previamente inexistentes suponen un salto cualitativo tremendo para una habilidad a la que quizá se le da una importancia menor de la debida. Saber correr rápido y que ello suponga poco esfuerzo puede ser la diferencia entra una victoria o una derrota, y el campeón belga cada vez que pone pie a tierra demuestra corre rápido (de hecho, la ruptura con Van der Poel en Koksijde la fraguó trotando). Sin haber perdido cadencia desde su época junior, ha ganado zancada, lo que da un ritmo bastante alto cuando lleva la bicicleta al hombro. Muy cercano al de Klaas Vantornout, quizá el hombre más reconocido en estas lides.
Técnica
Si se dice que a los toreros el valor se le supone, lo mismo les ocurre a los flamencos con la calidad técnica. Pero dentro del altísimo nivel que hay entre sus compatriotas, no está a día de hoy entre los hombres más destacados. Aunque comete pocos errores –y muchos de ellos los compensa a base de fortaleza–, tampoco destila la seguridad ni la rapidez de ejecución que otros compatriotas más destacados en circuitos rápidos o descensos, ya que si hablamos de la capacidad de mantener la estabilidad en terrenos resbaladizos pocos o ninguno hay como él. Una figura que hereda dignamente la destreza de su mentor Niels Albert.
Inteligencia
Dada su impetuosa forma de correr y sus escasas participaciones en categoría élite, apenas se le ha podido ver en acción en momentos tensos en los que la lucha por la victoria depende tanto de las piernas como de la cabeza, pero la ocasión en la que ha necesitado echar mano de su cerebro ha aprobado con nota. En Hamme-Zogge fue el primero –y el más efectivo– aplicando iniciativas tácticas para desestabilizar a sus contrincantes, sabiendo controlar la situación sin perder su oportunidad de ganar con desgaste innecesario. Una clase magistral que contrasta en parte con la faceta que más había exhibido hasta la fecha: un brío puede que desmedido y cierta precipitación a la hora de atacar y poner toda la carne en el asador… algo, que a la vista de lo que suele conseguir, tampoco se puede criticar. En suma, demuestra una madurez similar a la que Lars van der Haar ha tardado tres años en adquirir.
Fortaleza mental
Verse derrotado una y otra vez por un chaval más joven que él durante la que se suponía la temporada que debería haberle consagrado como el gran proyecto de su categoría ha forjado un carácter indomable en Van Aert, quien ni desfallece, ni se rinde, ni se acobarda. Su estatus de novato no le impide ser valiente en el ataque y en el contraataque, ni amilanarse teniendo delante el rival que tenga… por no hablar de su capacidad para mantener la concentración y el ritmo rodando en solitario y a pleno esfuerzo. En suma, una entereza psicológica propia de Sven Nys. Si además, cuando venga mal dadas es capaz de dejar su frustración a un lado, estaremos hablando de una roca desde el punto de vista mental.
¿En seco?
Muy buen rodador y buen ciclista técnico, pero relativamente lejos de la excelencia en ambas, es el escenario más alejado de sus virtudes y en el que se encuentra más cercano a la mediocridad. Al fin y al cabo, en trazados así no deja de ser un ciclista competitivo más que incluso mira por debajo del hombro a más uno, pese a que pueda lograr el triunfo si juega bien las cartas como hizo en el Flandriencross. Un poco lo mismo que ocurre con Klaas Vantornout.
¿En barro?
Antes de que sus actuaciones durante el mes noviembre obligaran a reformular ciertas tesis, a Van Aert se le consideraba principalmente un especialista sobre barrizales; los suelos en los que lentamente comenzó a comer la tostada al menor de los Van der Poel. Triunfos en Gavere, Namur o Loenhout pusieron de manifiesto que su verdadero potencial solo era calibrable sobre el lodo, escenario en el que solo se le ha visto luchar frente a los élites en pasado año en Niel. Allí, siendo un ciclista mucho menos formado que hoy, ya fue el único capaz de resistir en cierta medida los envites de un Sven Nys al que, posiblemente, le haya salido una nueva horma de su zapato de cara a los “mantos de chocolate”.
¿En arena?
Se trata posiblemente del terreno más complejo. Sin ningún tipo de tracción y con un suelo cambiante a medida que se rueda sobre él, es uno de los mayores desafíos para cualquier crosser. Sobre ella los buenos sufren y los mejores fluyen, pero sólo los elegidos flotan. Y él lo hace. La exhibición en la catedral dunar por excelencia es la muestra de su talento sobre una superficie en la que parece la misma reencarnación de Niels Albert. Sobre ella es, simplemente, el mejor.
¿En nieve?
Lo que puede hacer en ella es imposible de valorar. Como sub-23, su única participación en esas condiciones fue en su primer año en la categoría, acabando 13º sobre un trazado de Hoogerheide bañado por completo de blanco. Seguramente, como el de casi todos los belgas, sea su gran talón de Aquiles. Una falla peligrosa de cara al Mundial del próximo febrero que se disputará en Tábor, la misma plaza que vistió por primera vez con el arcoíris al Zdenek Štybar gracias precisamente a sus dotes sobre la nieve.
Wout van Aert vs Sven Nys
La presencia del mejor ciclocrossman de todos los tiempos corriendo codo con codo con el de Herentals es, posiblemente, la mayor cortapisa para cederle el cetro del barro mundial. El aura del Caníbal, como ocurre con otras grandes estrellas del deporte y más en el ocaso de su vida deportiva, resulta tan cegadora como intocable por el mero hecho de lo que su nombre ha conseguido y demostrado. Más si cabe, cuando pasada la barrera de los 35, las victorias lejos de decaer siguen el números tan altos como en los tres lustros precedentes, sino más.

El único duelo hasta la fecha entre Nys y Van Aert, cayó del lado del joven, no sin polémica / Foto: Bart Hazen
No obstante, y para nada es criticable, Nys parece estar empezando a pagar el peso de la edad y las carreras disputadas. La que se suponía como una campaña absolutamente triunfal para él con la retirada de su principal rival, en la que incluso se especulaba con la posibilidad de que repitiera el Grand Slam diez años más tarde, hasta el momento tiene más pizcas de amargor que de dulzura. Aún sumando cuatro victorias en su casillero, los escenarios en los que se ha visto algo similar a su mejor versión se cuentan con los dedos de la mano: Niel, Ronse… y Oudenaarde, donde precisamente tuvo que ceder el adoquín a la joven figuraba que a empujones trata de robarle la corona. Por contra, la sensación habitual ha sido de cierta incapacidad de reacción, mostrándose más diésel que nunca ante los esfuerzos explosivos. A su motor le cuesta calentar, un pecado casi imperdonable en una disciplina de una hora y que paga con resultados lejanos a los esperados, ya que cuando consigue carburar es muchas veces demasiado tarde.
Esto no significa que esté acabado, y que nadie le dé por muerto. La magia está ahí, del mismo modo que el talento y la voracidad, que aunadas en una tarde del inspiración son prácticamente sinónimo de victoria. Pero su estrella lentamente está perdiendo luz, mientras que Van Aert es una supernova que acaba de estallar con una fuerza inusitada y cuya expansión no hace otra cosa que comerse a todo y todos los que se interponen en su camino. Una trayectoria fulgurante que le convierten en máximo favorito en cada evento que se mida con los élites, por encima del mismo Nys. Y quizá sea por punto de forma, sí. O quizá porque Wout van Aert ya es el mejor.
No, para nada.
Os falta un “por” en “están aun descubrir.”
Por el resto, gran artículo!