Foto: CliveRose

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Mientras algunos ilustres buscan un hueco en el pelotón que les permita continuar al máximo nivel en 2015, no son pocos los corredores que están obligados a abandonar a esta posición y se ven abocados a renunciar a su sueño de continuar en la élite. Una decisión tan dura como necesaria para poder seguir disfrutando de la competición. Ya no hablamos de Edvald Boasson Hagen, Theo Bos, Tyler Farrar o Matt Goss, que ponen rumbo a MTN-Qhubeka, Nacer Bouhanni, flamante punta de lanza de Cofidis, o Jani Brajkovic, nueva incorporación de UnitedHealthcare.

Hablamos de ciclistas con un perfil mucho más bajo, para quienes el paso por el World Tour supuso una muy grata experiencia, pero donde no consiguieron ganarse la confianza necesaria para seguir en la élite. Y no son pocos. Desde Aidis Kruopis, que correrá el próximo año en An Post-Chainreaction, hasta Marko Kump, que regresa a casa para vestir de nuevo los colores de Adria Mobil. En este grupo, sin embargo, no podemos incluir a Jack Bobridge, pese a confirmar que su equipo para la próxima temporada será el modesto Team Budget Forkflits australiano.

Hijo de la pista con la precocidad por bandera

Cycling Australia tiene en los velódromos un vivero inagotable de ciclistas. Allí dan los jóvenes sus primeras pedaladas competitivas y allí se forjan algunos de los talentos más importantes del país. Es el caso de Bobridge, uno de los activos más importantes de la Federación durante los últimos años, tras convertirse en doble campeón mundial de persecución por equipos en su etapa junior. Aunque curiosamente su explosión llegó antes en el asfalto que en la tarima.

El adelaidano tuvo su gran presentación en la contrarreloj sub 23 los Mundiales de Ciclismo de Mendrisio, donde a sus 20 años superó con claridad a todos sus rivales. Una nueva perla australiana estaba preparada para dar el salto al asfalto. Algo que supo ver antes que nadie Jonathan Vaughters, que como tantas otras veces, ya lo había firmado para el equipo de los rombos meses antes permitiéndole compaginar ambas disciplinas.

Con el mimo hacia los jóvenes que le caracteriza, su impacto en su temporada como neoprofesional fue más que interesante, llegando incluso a estrenar su palmarés en el World Tour con una victoria en el Eneco Tour. Sin embargo aquella gran alegría tuvo que cohabitar con las que llegaban en la pista, donde se proclamó campeón mundial de persecución por equipos meses antes de convertirse en la gran sensación de los Juegos de la Commowealth. Promesa en la ruta y realidad en la pista.

Se esperaba mucho de él de cara a 2011, y pocos días después del nuevo año dio el gran golpe alzándose con el título de campeón australiano de ciclismo en ruta. Su doble faceta como pistard impidó disfrutar del green-and-gold jersey durante varios tramos de la temporada, aunque un nuevo arcoíris junto a la cuarteta aussie y, especialmente, otro en solitario que incluyó récord del mundo bien valieron la pena. Su trayectoria junto a Vaughters había sido impecable, pero la llamada de GreenEdge le hizo volver a casa para erigirse a sus 22 años en uno de los pilares de la formación australiana.

GreenEdge, su Caja de Pandora

British Cycling marcó el camino con la creación del Team Sky en 2010 y Cycling Australia respondió con el creación de GreenEdge en 2012. Un paso tan lógico como necesario para aglutinar el talento producido en los velódromos de las dos grandes potencias mundiales de la pista. El nacimiento llegaba en un año muy especial, en un año olímpico. Stattford se convirtió durante el mes de agosto en el foco del deporte tras recibir el testigo del Tour de Francia, y uno de los lugares donde se centraban más miradas era el London Velopark.

Bobridge, O’Shea, Dennis y Hepburn contra Clancy, Thomas, Burke y Kennaugh. Para todos ellos la temporada quedaba reducida al viernes 3 de agosto. Ocho hombres que dejaron de lado el asfalto por hacerse con el oro de la prueba reina del ciclismo en pista. Unos justificaron su decisión en 3’51″659, los otros vieron cómo sus sueños se truncaban en 3’54″581. Una decepción que para Jack Bobridge supuso un distanciamiento de la pista.

Un cambio radical que requería su separación del proyecto australiano, por lo que puso rumbo a Blanco ProCycling. Una formación acostumbrada desde los tiempos de Rabobank a integrar en sus filas a ciclistas aussies debido a la importancia estratégica que el país oceánico tenía para el banco neerlandés. Junto a Mark Renshaw, Graeme Brown y David Tanner llegaba dispuesto a ocupar el hueco que había dejado con su marcha Michael Matthews.

Había esperanzas depositadas en su regreso al pelotón, pero una mirada retrospectiva reporta una sentencia tajante. Aquel prometedor ciclista que irrumpió de la mano de Vaughters es ya historia tras dos años marcados por una artritis reumática que ha puesto en peligro su carrera. Y ahora ha tomado una decisión valiente: volver a los orígenes con apenas 25 años.

Con Río en el horizonte

Del World Tour a la categoría Continental. Según sus propias palabras en The Advertiser “tras disfrutarlas los primeros años, he perdido la pasión por las carreras europeas”, a lo que añade que “el World Tour no es para todo el mundo”. Más que un paso atrás, un paso al lado, pues en el punto de mira están los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Tiene la espina del oro olímpico clavada y está dispuesto a todo por sacársela, y su llegada al humilde equipo australiano es toda una declaración de intenciones. “Antes de Londres llegábamos de distintos lugares y hacíamos cosas diferentes, ahora estaremos juntos compartiendo colores”. Un movimiento con un único objetivo, que el Advance Australia Fair suene con fuerza en el Barra Velodrome.