Varias de las conclusiones sobre las que se puede escribir tras el Mundial de Ponferrada serían aplicables a diversos campeonatos de los últimos años. Entre ellas, algunas tendencias desafortunadas que pasamos a analizar a continuación.

Kwiatkowski ya está entre los grandes. Este maillot arcoíris es la confirmación definitiva a la explosión vivida por el corredor polaco en la temporada 2014. Tras un fulgurante comienzo de año, el cansancio se apoderó de él en los meses veraniegos, pero ha sabido descansar y regresar a su mejor versión para el fin de campaña. Estamos ante un ciclista tremenda versátil y con gran actitud. Si todo sigue su curso, veremos sus nuevos colores en muchos escenarios.

La falta de ambición de Gerrans y Valverde les privó del oro. El australiano corrió a su modo habitual, saliendo a todas las ruedas y sin darle el aire. Por suerte para el ciclismo espectáculo, no siempre se puede ganar así. Valverde al menos lo intentó en los últimos metros del Mirador y en la bajada. No fue suficiente, y la impresión final de correr a la contra volvió al primer plano. El resultado y su actuación han sido aceptables, pero no satisfactorias.

El ciclista total. La otra cara de la moneda de Alejandro Valverde es su capacidad para estar entre los primeros sean cuales sean los rivales y los circuitos. 11 años suman desde su primera medalla, en Hamilton, y desde entonces ha coleccionado 6 metales: 2 platas y 4 bronces. Aunque tanto puesto de honor sin victoria evidencia que algo no se ha hecho bien del todo, nadie como él a la hora de enfrentarse a diferentes generaciones ciclistas sin desmerecer en absoluto.

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Suiza evitó otro arcoíris maldecido. Rui Costa hubiese pasado a engrosar la numerosa lista histórica de ciclistas aparentemente afectados por la maldición del arcoíris de no ser por Suiza, su carrera fetiche. Demasiados puestos de honor sin remate para un corredor como él, que ha demostrado que sabe resolver, pero que este año no ha podido hacerlo. Su abandono en el Tour de Francia tampoco ayuda a mejorar la impresión de una temporada decente, sin más.

Los sprinters no aspiraban a más. Kristoff, Degenkolb y Bouhanni hicieron lo que tenían que hacer; aguantar, no sin mérito, muy cerca de los mejores con la esperanza de que un reagrupamiento en el último momento les metiese en la lucha por el triunfo. Pero era muy complicado dada la cercanía a meta del Alto del Mirador. La lluvia tampoco ayudó a que una carrera más sencilla les pusiese las cosas en bandeja.

La selección española, una vez más a la defensiva. Es la tónica habitual desde 2008 al menos. Generalmente, a España le convienen carreras duras y seleccionadas, pero no se hace mucho por intentarlo. Poner ritmo tras unos escapados o intentar contraataques –en algunos casos a la desesperada– no suele ser la mejor opción, como tampoco lo es fijarse en determinadas ruedas a las que vigilar sin plantear otras posibilidades. No hay mejor defensa que un buen ataque, y junto a selecciones ofensivas como Italia se podría haber hecho más daño.

Italia necesita con urgencia un rematador. Durante los últimos Mundiales, la escuadra translapina está siendo uno de los equipos que más empeño ponen en buscar situaciones que les acerquen a la victoria, pero ya van seis ediciones en que el maillot arcobaleno e incluso las medallas les son esquivas. En Ponferrada su mejor baza era Diego Ulissi, pero el limbo en el que se encuentra desde el Giro impidió su presencia. Lo peor es que a día de hoy no se atisba mejora alguna y la única esperanza es que Colbrelli dé un paso adelante.

Países Bajos, otra vez ausente. Como en el caso de la selección italiana, los neerlandeses acudieron a la cita de El Bierzo con un ‘nueve’ en el que se hacía difícil apostar por alguno de sus integrantes como vencedor final. Pero al contrario de los azzurri, el combinado oranje no tuvo incidencia alguna en carrera. Uno tras otro fueron cediendo hasta que Mollema y Dumoulin se quedaron solos en la subida al Alto del Mirador, donde no hicieron acto de presencia. Y van…

Faltaron segundos espadas. La carrera se puso interesante con la entrada en escena de Italia a falta de 70km. Era el momento de que las grandes selecciones empezasen a jugar sus cartas. Italia lo intentó con Aru y Visconti mientras Bélgica filtró a Vanmarcke, pero finalmente el único movimiento que llegó a inquietar al gran grupo fue el de Tony Martin. Peligro más potencial que real.

Los nuevos Mundiales son una realidad. La UCI marca unas directrices claras que los organizadores del Mundial deben seguir a rajatabla y es así como se llega año tras año a la última vuelta con un auténtico pelotón repleto de corredores de muy diversas características. Y entre todos ellos, muchas grandes estrellas ansiosas de una victoria a la que en realidad no aspiran y cuyas opciones se van al traste con los primeros movimientos serios.