La explosión del ciclismo anglosajón en los últimos años quizá ha dejado en un segundo plano a la escuela alemana, tradicional cuna de pistards y especialistas contra el crono, pero ni mucho menos la ha erradicado. Cuidada con mimo desde la base, la contrarreloj sigue siendo la niña bonita del ciclismo alemán. Tienen al mejor especialista de la actualidad en las piernas de Tony Martin, amén de un futuro brillante con ciclistas como Patrick Gretsch, Jasha Sütterlin y, ahora, también con Lennard Kamna, recién coronado como campeón mundial junior de la disciplina con tremenda suficiencia tras haber hecho lo propio tanto en los campeonatos europeos como en los nacionales.
Fue el mejor de principio a fin. Con el dorsal uno que indicaba su condición de indiscutible favorito, fue marcando en todos los puntos intermedios las mejores marcas, incrementando kilómetro a kilómetro la distancia con todos y cada uno de sus rivales hasta situarlo en unos baremos casi sonrojantes, llegando incluso a doblar a la plata continental (el francés Corentin Ermenault) en su camino al arco iris. En definitiva, una exhibición con la que cerró una prueba marcada hasta entonces por la igualdad y los continuos cambios de liderato en la segunda mitad de la misma, lo lógico de no aparecer la lluvia que ayer sí marcó el devenir de la prueba sub23.
No obstante, la primera mitad de la competición tuvo como claros protagonistas a los dos representantes de Polonia. Siguiendo ambos una estrategia conservadora en la parte inicial del recorrido, se mantuvieron frescos de cara al repecho final, donde muchos hundieron sus opciones pero no Szymon Sajnok o Mikolaj Gutek, quienes ocuparon el hot seat hasta la llegada de Michael O’Loughlin (Irlanda), la auténtica antítesis de Ryan Mullen. Con una postura poco ortodoxa y un continuo cabeceo sobre su bicicleta, pero con una determinación tan fuerte como sus piernas, fue el primero en bajar de los 38 minutos.
En cualquier caso, las referencias no engañaban. Los últimos kilómetros habían resultado una auténtica tortura para el irlandés, en lo que había podido conservar el primer lugar por los zarpazos dados en la zona más llana, pero iban a resultar un lastre demasiado pesado para sus aspiraciones. De hecho, las esperanzas que podía tener de medalla quedarían fulminadas en apenas cinco minutos en los que Sven Reutter (Alemania), Tom Wirtger (Luxemburgo) y Filippo Ganna (Italia) iban a mejorar consecutivamente los tiempos del anterior. El transalpino se ponía en primera posición señalando el camino a quienes, posteriormente, le arrebatarían una plaza en el podio: no cebarse de inicio, coger un buen ritmo y guardar energías exprimirse en la cota.
Los dos primeros en hacerlo no tardarían en llegar. Adrien Costa (Estados Unidos), con un estilo que recordaba por momentos al de David Zabriskie -aunque crispado-, resurgía como un ciclón en el segundo punto intermedio, estableciendo una marca brutal que fue capaz de sostener hasta la línea de meta. El corredor de primer año daba un mordisco superior a los veinte segundos que elevaba el nivel de la contrarreloj casi a niveles de sub23, cerrando el paso a un Michael Storer (Austrialia) que se tuvo que conformar con la segunda plaza provisional. Y es que tras el aussie, faltaban aún doce ciclistas por completar los 29’5 kilómetros por las carreteras del Bierzo.
En teoría, la docena de aspirantes al triunfo de los que, finalmente, solo el a la postre ganador Kamna y Zeke Mostov (Estados Unidos) tuvieron una actuación protagonista. El americano, tercero en Florencia, tuvo un comienzo esperanzador para la delegación, situándose en zona de medallas tras las dos primeras referencias temporales. Sin embargo, la distancia le acabó pasando factura y su hundió en la subida final, bajando hasta un cuarto lugar que se transformó en un quinto tras la citada exhibición del germano. Sin contemplaciones y con unas diferencias que firmaría sin dudar su homólogo en la selección absoluta, que le aseguran la presencia en un equipo continental de cara a la próxima campaña.