No es costumbre en los equipos World Tour competir en los circuitos continentales lejos de sus países. A Orica-GreenEdge prácticamente no le queda otro remedio, de modo que reparte estas presencias alternativas entre suelo americano y europeo, donde reparten sus presencias entre varios países en función del calendario más conveniente. Entre todas las opciones, Italia no suele ser la más común, pero a la vista de los resultados quizá se decidan a viajar más a la bota el próximo año, donde se han llevado tres de las cuatro carreras de este nivel en las que han participado. La última ha sido, al mismo tiempo, la más importante, cerrando el Trittico Lombardo con triunfo de Michael Albasini en Tre Valli Varesini emulando a Gerrans en Québec con un remontada espectacular que dejó con la miel en los labios -como de costumbre- a Sonny Colbrelli (Bardiani – CSF Inox).
El ciclista suizo fue más rápido del grupo de menos de diez unidades que llegó por delante del pelotón. Un corte marcado por la calidad de sus integrantes, quienes tuvieron más sencilla la selección como consecuencia de la dureza de la carrera, marcada por tres factores: la velocidad inicial, la lluvia y los once pasos por el Montello en el circuito final por las calles de Varese.
El primero de ellos se debió a la competitividad por formar la fuga entre las escuadras más importantes. Sabedores del desgaste que supone trabajar en cabeza del pelotón en un terreno rompepiernas, no pararon de probar e interrumpir intentos durante el tramo llano que les llevaba a la cima del Alpe Tedesco, punto en el que las propias fuerzas acabarían por decantar la situación. Allí, David de la Cruz (NetApp – Endura), Aleksandr Dyachenko (Astana), Thomas Sprengers (Topsport Vlaanderen – Baloise), Marcos García (Caja Rural – Seguros RGA), Nikolay Mihaylov (CCC Polsat – Polkowice) y Giovanni Carboni (Arez Zero Pro Team) lograban un pequeño margen que finalmente relajaba los nervios en un pelotón que subió a un ritmo tranquilo que permitió elevar la renta hasta los 4 minutos en la cima del puerto. Es sería la máxima diferencia.
Con la lluvia castigando ya las piernas y la moral de los participantes, Luca Paolini (Selección Italiana) comenzaba su simulacro de Ponferrada poniendo ritmo en favor de su hoy compañero Giovanni Visconti. Esto es el equivalente a una marcheta no demasiado fuerte, pero sí totalmente sostenida que mantuvo a tiro a los escapados a la espera de que llegara el relevo de cualquier otro equipo interesado; en este caso Bardiani-CSF Inox y Orica-GreenEdge. Aprovechando principalmente los pasos por la cota del circuito varesino, iniciaron un trabajo de desgaste que iba eliminando paulatinamente ciclistas de la ecuación y estrechando las distancias del sexteto cabecero bajo mínimos, para finalmente reintegrarlos bajo su cobijo con 60 kilómetros aun por delante.
Una captura llevada a cabo por los de Reverberi y Stephens con una clara intención: dar la vuelta a la situación táctica. Tan pronto como echaron abajo a los aventureros precedentes, dinamitaron de nuevo la prueba con sus gregarios. De la mano de un Angelo Pagani muy combativo se acabó conformando un grupo de contraatacantes que empezó siendo de uno y terminó incrementándose hasta los ocho, ninguno de ellos especialmente peligroso más allá de un Fabio Duarte (Colombia) que lo probó a posteriori o un Ángel Madrazo (Caja Rural – Seguros RGA) que lo intentó que fraguara hasta la extenuación. No obstante, este movimiento obligó a Astana y Cannondale ha tomar una responsabilidad hasta entonces dejada a otros hasta las dos últimas vueltas.
Fue en la penúltima ascensión al Montello, con las fugados agonizando por delante a fuerza de voluntad más que de piernas, cuando se lanzó la carrera de forma definitiva. Y como no podía ser, lo hizo gracias a Vincenzo Nibali (Astana). El vencedor del Tour, afilando el cuchillo con las miras puestas al Mundial, aprovechó las pendiente para realizar la aceleración que acabaría animando a todos los favoritos a probarlo y formando el grupo que se jugaría el triunfo. Un grupo del que, curiosamente, el siciliano se quedaría fuera, pero no su coequipier Enrico Gasparotto, el primero de nuevo en arrancar para formar un corte que, en esta ocasión, sí triunfaría.
Once ciclistas ante los que no habría reacción posible, dado el empuje de Edoardo Zardini, Francesco Manuel Bongiorno -quien se cayó con Gasparotto a cinco kilómetros de meta- y Kristjan Durasek tratando de llevar a Colbrelli y Pozzato hasta la meta. Las rentas pronto se elevarían por encima del minuto, dejando todo en mano de la sangre fría. O en el caso de Mauro Finetto (Neri Sottoli), en la falta de sangre fría. A pesar de la reconocida velocidad que le caracteriza, anuló todas sus opciones de victoria con dos saltos a 1500 y 800 metros, respectivamente, en los que trató de sorprender sin éxito a sus rivales y solo consiguió lanzar la volata a Colbrelli. Viéndose con cierta ventaja tras tomar la rueda del veronés, se lanzó a un sprint casi suicida que estuvo a punto de darle el triunfo. Por por detrás estaba Albasini. El suizo, agazapado durante todos los envites, guardó toda su fuerza para un remontada sublime, superando a Colbrelli a apenas veinte metros de la meta.