Se pueden poner todos los asteriscos que se quieran a la temporada de Andre Greipel (Lotto – Belisol), triunfos en carreras de segunda fila adornados con su tradicional victoria en el Tour, pero los datos no engañan y dicen que mediados de septiembre, el campeón alemán es el ciclista más laureado de la temporada. Un cetro con el que pugna con Alexander Kristoff (Katusha Team) y que, tras su sencilla victoria en el GP Jef Scherens en la suerte que mejor domina, eleva con una nueva muesca la cifra hasta la quincena. Un número que, ante el calendario que tiene por delante, seguramente crecerá.

Y es que septiembre es época de semiclásicas. Tiempo para redenciones de última hora, para que ciclistas de segunda fila tengan la oportunidad de brillar en escenarios de menor enjundia tras un año de abnegado “gregariato” o para que lo stagiaires llamen la atención de los mánagers en una oportunidad surgida a última hora, en un carrusel infinito de carreras que antes de la disputa del Mundial alcanza su apogeo. Es en esta vorágine en la que las calles de Lovaina disfrutan de su Gran Premio particular, que fue controlado sin problemas por los compañeros del gran favorito y a la postre ganador, Andre Greipel.

Andre Greipel

El dominio de Greipel y su equipos en las llegadas belgas, incontestable. Foto: @AlexandraMellie

Ellos, de la mano de los escasos equipos profesionales que les hacían compañía, fueron los que iniciaron las hostilidades en los primeros compases. La idea, clara. Mandar a gente por delante y que trabajen otros. Tras insertar sin éxito a Boris Vallée en un primer corte, fueron Sean de Bie y Kris Boeckmans quienes entraron en el grupo de 14 que sería protagonista inocuo durante toda la jornada, sabedores que el trabajo de casi todos ellos era evitar desgaste a los hombres destinados al sprint. Del mismo modo, el resto de planteles profesionales metieron al menos a un ciclista en el grupo delante, en el que más allá de los Jelle Wallays (Topsport Vlaanderen – Baloise), Markel Irizar, Clément Chevrier (Trek Facotry Racing), Nico Sijmens (Wanty – Gorupe Gobert) o Marco Frapporti (Androni Giocatoli – Venezuela) destacaba el nombre de Klaas Vantornout (Sunweb – Napoleon Games), quien apura la preparación de una campaña de ciclocross que ya ha dado comienzo.

Los cimientos ya estaban puestos. Por detrás, los humildes gregarios de conjuntos como VastgoedService-Golden Palace, Verandas Willems o T·Palm-Pole eran los encargados de mantener a tiro una escapada que marcaba a su antojo el tempo de la carrera. Eran ellos los que sujetaban al pelotón siempre un minuto por detrás, sabedores del poco empuje con el que contaba. De hecho, hubo un par de sextetos que en torno al ecuador de carrera trataron por su cuenta de establecer contacto con la fuga a la vista de los pocos resultados obtenidos por el grupo.

El primero de ellos, con Kenny Dehaes (Lotto – Belisol) y Pieter Jacobs (Topsport Vlaanderen – Baloise) como ciclistas más destacados, alcanzó a los de cabeza a 50 kilómetros del final, con poco más de tres vueltas por delante. Por delante eran diecinueve, después de que Vantornout se desentendiera, tres de ellos miembros del equipos de Marc Sergeant, lo que les hizo jugar a ganadores con un movimiento valiente e inesperado. Y es que entre los miembros del siguiente corte estaban nada más y nada menos que Jonas Vangenechten y el mismo Greipel, quienes trataban de controlar el sprint desde la escapada en lugar que desde el grupo. No obstante, su perspicaz idea sí que encontró reacción atrás, que consecutivamente dio caza al sexteto del de Rostock y a la aventura del día.

A partir de entonces, buscaron la volata por medios más convencionales. Se hicieron cargo del pelotón y llevaron el control del mismo durante los últimos 30 kilómetros, aplacando sin excesivos problemas los contraaataques surgidos durante los compases finales, incluso el peligroso movimiento efectuado en la ascensión final por Björn Leukemans, Jérôme Baugnies (Wanty – Groupe Gobert), Marco Bandiera (Androni Giocattoli – Venezuela), Gianni Vermeersch (Sunweb – Napoleon Games) y Wallays. Con hombres de ese nivel cazados, todo quedaba a partir de entonces en las piernas de Greipel, que no falló en la capital brabanzona. Un nuevo triunfo. Y van quince.