Nacido para ganar, Alberto Contador se transforma en un animal competitivo casi (siempre) que lleva un dorsal a la espalda. No hay nada que se lo impida. Ni la caída que sufrió el 14 de julio en la décima etapa del Tour de Francia bajando el Petit Ballon a 76 km/h. El tortazo acabó con sus aspiraciones en la ronda gala y en una fractura de la meseta tibial en su rodilla derecha. Solo 40 días después tomó la salida en la Vuelta a España. Con reservas –y un aparatoso vendaje siempre al descubierto– declaró públicamente que no estaba preparado para luchar por la general. Su mensaje no se corresponde con lo visto durante las cinco primeras etapas. Contador está en la Vuelta para ganar. No engaña a nadie.

Su presencia en posiciones cabeceras del pelotón, el esfuerzo por entrar con los favoritos en la llegada a Arcos de la Frontera y los abanicos provocados por el Tinkoff – Saxo camino de Ronda son algunas señales. Contador está bien y sus compañeros lo saben. Le arropan y le cuidan para llegar al primer final en alto en las mejores condiciones posibles. La Zubia espera desenmascarar al ‘pistolero’. Y si no es en Granada será en Valdelinares o la contrarreloj de Borja, días clave para comprobar su estado de forma real.

Hemos probado, es bueno intentarlo. Siempre hay que estar atento y bien colocado”, reconoció Contador tras la llegada a Ronda. Enchufado a la carrera, no desconecta. “Ha habido un poquito de confusión, creo que al principio se habían quedado algunos a los que era interesante dejar atrás, pero luego han entrado”. Su interés por distanciar a posibles rivales y la actitud combativa hasta en una etapa que parecía de transición lo dice todo.

Contador es un ciclista perseguido por la épica y el fatalismo. Gran favorito en cada carrera que participa, siempre está rodeado de circunstancias adversas. Desde su primer Tour –el que ganó por la expulsión de Michael Rasmussen en 2007– hasta el último –el ‘no Tour’ de 2010, del que fue desposeído por el famoso solomillo–, pasando por el Giro’08 –que ganó tras llegar directamente de la playa– o el Tour’09 –el de la discordia en el equipo Astana por su enfrentamiento con Lance Armstrong y Johann Bruyneel–.

Contador corre para ganar desde categorías inferiores. Ganaba antes y durante su sanción y ha vuelto a ganar tras su regreso. Ha tenido algún detalle con compañeros del pelotón: se sacrificó por el triunfo de Levi Leipheimer en la Vuelta a Castilla y León en 2009 o cedió la victoria a José Rujano, en el Grossglockner, y a Paolo Tiralongo, en Macugnaga, en el Giro’11. Poco más. Contador no pierde la oportunidad de atacar en busca del éxito, sea cuál sea la carrera o el momento de la temporada. En la Vuelta no va a ser menos.

Mi rodilla sigue ahí, no está ni mejor ni peor”, comentó en Ronda. Prudente, cede la presión a otros favoritos. Es un escudo que usará si las cosas no salen como desea. “Estoy seguro de que habrá corredores que están mejor que yo, que tendrán más explosividad. Espero hacer una buena carrera y no quedarme descartado de la Vuelta”. La Zubia, Valdelinares y Borja marcarán el futuro de Contador en la carrera. Un futuro en el podio.

Contador va de farol. Foto: Iraia Calvo / cobblesandhills.com

Contador va de farol. Foto: Iraia Calvo / cobblesandhills.com