Oculto en las profundidades de los Cárpatos, la escarpada senda de Transfăgărășan conecta directamente con la leyenda negra de Vlad Tepes, inspirador de Drácula. Conocido como “El Empalador”, su nombre ha pasado a la historia como consecuencia de la crueldad con la que gobernó, con absoluta mano de hierro, el pequeño Principado de Valaquia en las postrimerías del medievo. Su castillo, más de medio milenio después, ha vuelto a ser testigo de un ejercicio impecable de poder de un talante mucho más inocuo, llevado a cabo por Radoslav Rogina (Adria Mobil). En una lección magistral de ciclismo, el croata sometió sin contemplaciones a sus rivales en la infinita ascensión del lago Balea, que a la postre le valió para hacerse con la general del Sibiu Cycling Tour disputado a lo largo de este fin de semana en tierras transilvanas.

Rogina fue simplemente reflejo y rematador del dominio ejercido por el conjunto esloveno, desde hace varias temporadas uno de los continentales de mayor nivel. Éstos pusieron patas arriba la prueba en la primera jornada montañosa, a la postre definitiva, y después se limitaron a controlar sin excesivos problemas el empuje de sus rivales, encabezados por un CCC Polsat-Polkowice que quiso y actúo, pero que se tuvo que contentar con triunfar en parciales bajo la mirada inquisitoria del bloque adriático.

En cualquier caso, ni unos ni otros lograron asestar el primer golpe en la etapa inaugural del jueves, un pequeño prólogo por las calles de Sibiu, absoluto epicentro de toda la prueba. En un circuito muy revirado, técnico y en gran parte adoquinado, Olivier Pardini (Verandas Willems) hizo valer su experiencia en las piedras -como buen belga- y su explosividad -como buen velocista- para lograr un maillot amarillo absolutamente circunstancial, que ya no cambiaría de manos tras la exhibición del campeón croata el día siguiente.

Siguiendo la estrategia que tienden a utilizar allá donde compiten, los hombres de Adria Mobil trataron de endurecer desde el principio, con continuos ataques que aseguraran la presencia de uno de sus lugartenientes en la fuga. Un esfuerzo explosivo en la parte inicial que les permitió rodar con tranquilidad camino al puerto rey de la cita rumana. En la interminable subida, los hombres de Davide Rebellin (CCC Polsat – Polkowice) pusieron el ritmo mientras ellos pusieron los ataques. Un movimiento lejano de Matej Mugerli (Adria Mobil), bien perseguido por Branislau Samoilau (CCC Polsat – Polkowice) puso el punto de exigencia que necesitaba Rogina para rematar la faena. A la neutralización de estos, el veterano croata saltó para no volver a ser cazado. Con un ritmo brutal, llegó a meta con más de un minuto de ventaja sobre su compañero Primoz Roglic, quien redondeaba la fiesta ganando el sprint del grupo perseguidor al propio Rebellin.

La dentellada de los eslovenos había desangrado el carrera a las primeras de cambio en las tierras del mismo Drácula, y con un equipo de su calidad no iban a tener problemas para mantener la situación bajo control, ni siquiera ante el difícil menú del sábado. Encadenado final, en el que de nuevo los dos equipos profesionales continentales presentes trataron en poner en apuros, sin éxito, a los hombres de Boštjan Mervar. Emanuele Sella, Nikolay Mihaylov, así como Stefan Schumacher (Christina Watches – Kuma) fueron solo algunos de los que lo intentaron, pero bien controlando el grupo o bien enviando a Roglic como secante, lograron que todo se mantuviera estable hasta los últimos kilómetros. Allí, una vez más fue Roglic quien se abalanzó sobre un maillot naranja que, no obstante, al menos se pudo conformar con la etapa. En los metros finales, Samoilau supo imponer su veteranía para alzar los brazos, mientras Rogina apenas perdía tiempo alguno sobre sus rivales directos.

Rogina

El campeón croata hizo una demostración camino del lago Balea / Foto: Sebastian Marcovici

Para los polacos, la contrarreloj por equipos dominical se vislumbraba como el último halo de esperanza, pero 17 kilómetros resultaron demasiado escasos para doblegar al líder y su escuadra. Pese a que hicieron valer la fuerza de rodadores como Samoilau o Marek Rutkiewicz, apenas pudieron recortar veinte segundos al plantel esloveno, suficiente para desbancar a Roglic del segundo puesto, pero no a Rogina.

De cara al sector vespertino, quedaba todo decidido. Un solo puerto de entidad en los primeros kilómetros no iba a cambiar nada de cara a la general. Fuga consentida, plácido control y después cesión del poder a los equipos de los velocistas, en la única oportunidad que tuvieron para brillar. Tras un final muy accidentado, con varias caídas, fue finalmente Marco Zanotti (Parkhotel Valkenburg) quien se llevó el parcial por delante de su compatriota Cristian delle Stelle (MG Kvis – Wilier). Rogina, por su parte, se hacía con su cuarto triunfo del año de forma inconmensurable, aunque sin sangre, en el místico suelo de Transilvania. El croata, una vez más, emblema del Adria Mobil.