Como bien se encargan los ciclistas de recordarnos continuamente, los días de transición no existen dentro del pelotón. Una jornada que en principio no tenía mayor interés que saber quien sería el vencedor en un previsible sprint final, ha podido resultar decisiva para el desarrollo de la carrera. Una caída en los primeros kilómetros del vigente campeón, Chris Froome (Sky), ha marcado una etapa en la que los corredores parecen haber reservado fuerzas antes de la decisiva jornada de mañana.
El día empezaba con la noticia del abandono de Andy Schleck (Trek), continuando así con la mala racha del luxemburgués, de la que parece cada vez más difícil de que salga. Ya hablando de lo ocurrido en la etapa, por desgracia para el espectáculo, nuevamente el primer intento de fuga ha sido el bueno. Luis Angel Maté (Cofidis) y Thomas Voeckler (Europcar) fueron en esta ocasión los protagonistas de los primeros kilómetros, protagonismo que compartieron con Chris Froome, eso si, sin quererlo el británico.
Y es que el líder del Sky sufría una caída en la que también se veían involucrados Ion Izagirre (Movistar) y Bauke Mollema (Belkin). Froome se caía sobre su lado izquierdo, rasgando por completo su maillot, y lo que es más importante, doliéndose de su muñeca izquierda. Durante el transcurso de la etapa su equipo ha informado que no tenía daños de importancia, pero una caída el día antes de la decisiva etapa de los adoquines, no es la mejor manera de afrontar tan importante cita, que además parece, será pasada por agua.
Caida de Froome aparte, la jornada no tuvo demasiados puntos de interés. Los fugados estuvieron controlados en todo momento por Astana y los equipos de los sprinters, que no dejaron que la diferencia se fuese más allá de los 3:30. Uno de los momentos de tensión se vivió pasado el sprint especial, donde Sagan seguía consolidando su maillot verde. Los Cannondale avivaron el ritmo y cortaron el pelotón dejando atrás entre otros a un Michal Kwiatkowski (Omega Pharma – Quick Step) que llegó a perder más de medio minuto, y que tuvo la suerte de que por delante no se continuó manteniendo una alta velocidad.
A 55 kilómetros de meta, Maté veía por terminada su aventura tras pinchar por segunda vez, y dejarse engullir por el pelotón. Esto dejó en solitario a un Voeckler que continuó liderando la carrera hasta que a falta de 16 kilómetros fue cazado. Tinkoff – Saxo y Garmin – Sharp tomaron la cabeza del grupo desde entonces, para tener lo mejor situados posible a sus respectivos líderes, en el peligroso paso por la ciudad que tenía el asfalto húmedo por la lluvia caída anteriormente.
Fue a falta de cinco kilómetros cuando los equipos de los sprinters empezaron la pelea por la etapa. Omega Pharma – Quick Step y Giant – Shimano lucharon por imponer sus trenos, pero en los últimos metros todo se descontroló, siendo finalmente los Katusha, haciendo Porsev de lanzador de Kristoff, los que se situaban al frente de todos. Sin embargo las fuerzas abandonaron a Porsev antes de lo previsto y a más de 300 metros del final Kristoff tuvo que lanzar el sprint. A pesar de la gran distancia, el noruego aguantó muy bien la velocidad, y solo por escasos centímetros nuevamente se imponía Marcel Kittel, dejando constancia de su aplastante dominio en este principio de Tour.
KITTEL NO SE ARREDRA Y VUELVE A GANAR POR TERCERA VEZ EN ESTE TOUR.
La historia se repitió en el transcurso de la cuarta etapa del Tour, que concluyó en la ciudad de Lille, situada en la zona del nordeste de Francia. Tuvo un final muy disputado que el alemán Marcel Kittel venció en un arrebato fulminante, sacando ventaja gracias a sus cualidades como velocista. El noruego Alexander Kristoff, el francés Arnaud Démare, el actual campeón de su país, y el eslovaco Peter Sagan, a continuación, conquistaron las plazas de honor. El italiano Vincenzo Nibali siguió cuidando con éxito su liderato.