De nuevo el Critérium du Dauphiné nos ha regalado una jornada divertida y abierta, en la que hemos vivido un capítulo más de la apasionante rivalidad entre Alberto Contador y Chris Froome. Y es que el pinteño, por suerte para todos, ha decidido jugar a ser ciclista y he intentado darle un vuelco a la carrera en la que podría haber sido una jornada de transición más.
La etapa ha arrancado con un ritmo endiablado. El pelotón no consentía que nadie tomara ventaja a pesar de que los ataques se sucedían uno tras otro. Se cubrían casi 45 kilómetros en la primera hora de carrera, mientras el pelotón compacto se acercaba a la serie de puertos que se iban a subir durante la etapa. No fue precisamente hasta la llegada del primer puerto de la jornada cuando un grupo consiguió por fin abrir distancia.
En el Col de Manse, un grupo de 16 hombres entre los que destacaba la presencia de Alessandro de Marchi (Cannondale), Simon Spilak (Katusha), Jan Bakelants (Omega Pharma – Quickstep) o Jens Voigt (Trek Factory Racing), abrió camino. Con De Marchi buscando puntos para la montaña, en la cima de cada puerto el grupo se estiraba, se separaba en el descenso y se volvía a juntar en la siguiente ascensión.
Con ventajas de en torno a los tres minutos manteniéndose más o menos estables en un terreno que beneficiaba a la fuga, los hombres de Sky Procycling se encargaban de mantener el orden en el gran grupo. Todo era calma y concordia hasta el momento Contador de la jornada. La carrera ya venía agitada en la ascensión del Col de la Morte (2ª) con los ataques de Ryder Hesjedal (Garmin – Sharp) y Giovanni Visconti (Movistar). En el descenso del puerto, a 25 de meta, el de Pinto lanzaba la bicicleta cuesta abajo y conseguía en torno a un minuto de ventaja. Chris Froome ponía a toda la maquinaría de Sky Procycling a trabajar para intentar neutralizar al Contador.
Durante el ascenso al último puerto puntuable de la etapa, la Côte de Laffrey (2ª), la ventaja de Alberto Contador subía hasta el minuto y medio. Las últimas rampas del puerto, con un Richie Porte a pleno rendimiento intentando neutralizar y con el de Tinkoff – Saxo buscando aliados para que el descenso no se le hicieron demasiado largo. La ventaja descendió progresivamente y en el descenso del puerto, el madrileño se dejó engullir por el grupo.
Mientras tanto, por delante, Simon Spilak (Katusha) se había distanciado de sus compañeros de fuga y marchaba en solitario, volando en el descenso a por la victoria. A unos 3 kilómetros de meta, Adam Yates (Orica – GreenEDGE) y Wilko Kelderman (Belkin Pro Cycling) se lanzaban en persecución y conseguían una ventaja mínima frente al pelotón. Al final, Spilak cruzaba la meta en solitario (hoy sí con el maillot abrochado por orden de su director), mientras Kelderman y Yates rascaban tres segundos a los demás favoritos y se llevaban las bonificaciones. Contador y Froome, juntos un día más en meta mientras esperan que lleguen las jornadas definitivas para la resolución de este Dauphiné.