El Critérium du Dauphiné marca un antes y un después en el calendario. Para los favoritos a la victoria en el Tour de Francia, como en el caso del Tour de Suiza, la prueba del Delfinato supone el regreso a la competición tras el cierre del primer tercio de campaña. Mes y medio después de la última competición, en el mayor de los casos, se convierte en el punto para testar los entrenamientos, para comprobar como se encuentra el cuerpo y, aunque muchos digan lo contrario, para compararse con varios de los adversarios con los que se batirán apenas tres semanas después.
Para Alberto Contador el Critérium du Dauphiné es una prueba clave. Lo es a pesar de no conocer la victoria final (su mejor resultado fue la segunda plaza en 2010). Como sucedió en otras temporadas, su objetivo será totalmente diferente al de la victoria. “Es una carrera clave para mí, también en lo que respecta al Tour de Francia. Al igual que otros años, ya he dicho que es una carrera de preparación. He trabajado muy duro y vengo aquí con un buen estado. Voy a estar en buena forma, pero sin la obsesión de ganar”, comentó en una entrevista facilitada por el equipo Tinkoff – Saxo.
La meta de Contador va más allá de los resultados. “Ver mi rendimiento, tener una buena recuperación física y, especialmente, en los diez días siguientes al final de la carrera, comprobar que el motor marcha bien”. Para ello, realizará test en competición teniendo marcada una etapa en rojo: “la séptima, porque los puertos son de Tour de Francia, con el 8% de desnivel y largos, que es lo que al final marca en el Tour y donde se ve tu forma física”.
Por consiguiente, el puesto en la clasificación general será totalmente secundario sin importancia del nombre del ganador, aunque sea Chris Froome como en 2013. Un resultado que no menguaría su confianza. “La confianza es un factor subjetivo y cada uno lo mira desde su punto de vista. Cada uno tiene que sacar sus conclusiones. Evidentemente, si quieres tener opciones en el Tour, tienes que tener un buen nivel en Dauphiné, pero otra cosa es ganar o no. Incluso me plantearía más dudas si ganase, porque nunca lo he hecho y entonces empezaría a pensar cómo iba a estar en el Tour”.
Una confianza que ha recuperado valores del pasado. Lo ha hecho merced a un fantástico comienzo de temporada, el mejor de siempre. Sin bajarse de la segunda plaza en la general final, las cuatro vueltas por etapas disputadas estuvieron marcadas por la regularidad. Victoria parcial y segundo en Algarve, dos victorias y general de Tirreno – Adriatico, segundo en Catalunya y etapa y general en País Vasco. “Ha sido así desde el punto de vista de la eficacia, porque he sido primero o segundo en todas las carreras en las que he estado y he aprovechado gran parte de las oportunidades que tuve, ganando o acabando entre los 3 primeros. Y además, por el nivel que han tenido las carreras”.
La clave, recuperar las pautas del pasado. “Ha sido un invierno completamente diferente a los últimos dos o tres años. Mi día a día ha girado en torno a la bici completamente, a optimizar el entrenamiento y el descanso, siendo consciente de que era un año muy exigente, Cuando los resultados no llegan, para mí es un desafío y una motivación más. He vuelto al calendario tradicional, renunciando a algunas pruebas al principio del año que no me permitían entrenar con tranquilidad y esas han sido las claves”.
Una vez finalizado el Dauphiné regresará al Teide a recuperar. De ahí partirá a un Tour de Francia que vaticina como “súper abierto y entretenido para verlo en televisión, pues casi todos los días tienen algo. Las etapas de Inglaterra serán duras y nerviosas, luego llegarán el pavé, los Vosgos, con dos etapas exigentes, y casi a continuación los Alpes y luego varias etapas de Pirineos, además de la contrarreloj. La etapa de los adoquines será muy importante, pero no será una etapa tan decisiva, salvo que tengas una caída y te rompas algo, pero no será crucial”.