De la montaña a la carretera. Un paso muy repetido en el ciclismo. Campeón del mundo por equipos de MTB, Alexis Vuillermoz (Saint – Claude, 1988) dio el salto a la ruta en 2012. Dos años después se ha revelado en el Giro de Italia como uno de los más firmes talentos del ciclismo francés. Su undécima posición en la Corsa Rosa (su segunda presencia en una grande de tres semanas), a la sombra de su jefe Domenico Pozzovivo, ha elevado su status en el Ag2r – La Mondiale. Es pronto para saber dónde está su techo.

Apadrinado por Jean-Cristophe Péraud, otro que evolucionó del barro al asfalto, Vuillermoz se forjó un nombre en las categorías inferiores de la BTT. Campeón francés júnior en 2006, espoirs en 2009 y 2010, alcanzó la cima en el Europeo y el Mundial por equipos en en 2008 junto a Péraud, Arnaud Jouffroy y Laurence Leboucher. A sus grandes éxitos en el ciclismo de montaña hay que añadirle dos medallas de plata mundiales, júnior en 2006 y espoirs en 2009.

El 2010 fue el año de su transición de la MTB a la ruta. Empezó con el equipo amateur Lapierre y debutó con una destacada actuación en el Tour des pays de Savoie: acabó tercero en la primera etapa, quinto en la última y terminó decimosegundo en la clasificación general. En la temporada 2011 repitió en el Tour des pays de Savoie y en el Tour de Alsace. Sin grandes resultados. En 2012 logró su mejor clasificación en Savoie, donde acabó quinto, y se estrenó en pruebas 1.1 (Wallonie y Paris – Bourges) ya con los colores del Sojasun.

Cuatro meses de prueba fueron suficientes para convencer al exciclista Stéphane Heulot, director deportivo del Sojasun, y Vuillermoz firmó en 2013 su primer contrato profesional. En su temporada de debut alternó el circuito francés con alguna incursión en el World Tour. Arrancó el año con buenas sensaciones en La Marsellaise, Tour du Haut Vaur y Sud Ardèche, siempre en el Top-30, y en marzo entró en el nueve para la Paris – Nize, que abandonó en la penúltima etapa.

En abril corrió la Klasika Primavera y la Flecha Valona. En Amorebieta llegó con el grupo de los mejores y rozó el Top-10 (acabó undécimo); y en Huy conoció el aroma y la dificultad de las grandes clásicas. Acabó el mes en el Tour de Bretagne y empezó mayo con una gran actuación en el Rhône-Alpes Isêre Tour. Vuillermoz fue segundo en la primera etapa y séptimo en la segunda, donde se vistió de amarillo. En la tercera jornada perdió el liderato en favor de Nico Sijmens, ganador final, y acabó quinto en la clasificación general.

Vuillermoz, pasos cortos y firmes en su segunda temporada profesional. Foto © James Startt

Vuillermoz, pasos cortos y firmes en su segunda temporada profesional. Foto © James Startt

Vuillermoz volvió en junio para la Route du Sud y acabó decimocuarto en la general gracias a su papel en la etapa reina con tres puertos de primera. Su regularidad y prestaciones en la alta montaña fueron claves para hacerse un hueco en el nueve del Tour de Francia. De menos a más, Vuillermoz acabó como el mejor clasificado de su equipo en la Grande Boucle. Terminó entre los 50 mejores (46º), fue el octavo mejor joven de la carrera y destacó con su vigésima posición en la penúltima etapa con final en el duro Semnoz.

Vuillermoz cerró el año con dos Top-20 en el Tour de L’Ain y en el Tour del Languedoc-Roussillon. El joven nacido a los pies de las montañas del Jura llegó a la carretera sin hacer mucho ruido. Solo le faltaron las victorias en una primera temporada sin altibajos, marcada por la constancia y la regularidad. Su paso del cross a la ruta fue un acierto y su sitio en el Sojasun estaba garantizado. Hasta que la estructura deportiva se desmoronó.

El potencial de Vuillermoz llamó la atención del Ag2r – La Mondiale y el acuerdo se produjo enseguida. El nexo de unión fue Jean-Cristophe Péraud, viejo conocido del BTT. En 2014, Vuillermoz arrancó la temporada en La Marsellaise y Étoile de Bessèges sin grandes pretensiones. Tras la puesta a punto se lució como gregario en los triunfos de sus compañeros Carlos Betancur (Tour du Haut Var y París-Niza), Romain Bardet (la clásica Valence Drôme) y Péraud (Critérium International) entre febrero y marzo.

En País Vasco, Vuillermoz abandonó tras la etapa de Arrate cuando era vigesimotercero en la general. No volvió hasta mayo. En Romandía se dejó ver en una fuga y poco más. Era parte del plan. Ponerse en forma para el Giro de Italia. Fiel escudero de Pozzovivo, dio la cara cuesta arriba en Montecopiolo, Sestola y Montecampione. En la tercera semana, se escapó entre el Gavia y el Stelvio. Su jefe de filas no se filtró en el corte de Quintana, Rolland y Hesjedal y Vuillermoz tuvo que trabajar en la subida a Val Martello.

Su regularidad en la alta montaña le aupó a la undécima posición en la clasificación final de la Corsa Rosa. Vuillermoz fue una de las sorpresas más agradables del Giro de Italia. Su descubrimiento no se entiende sin la constancia y los pasos cortos que ha dado hasta ahora en su breve trayectoria en la carretera. Fino escalador, ha demostrado que tiene sitio entre los mejores. Vuillermoz es un diamante en bruto, una de las joyas del nuevo ciclismo francés.