El Passo di Gavia, junto con el Passo dello Stelvio, es otro de esos puertos de leyenda que en sus 2.621 metros lleva tras de sí historias y hazañas de ensueño. Cuentan las malas lenguas que la ascensión al Gavia se incluyó en el Giro de Italia de 1960 por primera vez por una cuestión de morbo. Los organizadores buscaban dar un giro de 180 grados a la carrera incluyendo el gran puerto en su recorrido. Una errónea inclusión, buscando llamar la atención de la afición por delante del confort y el bienestar de los ciclistas participantes.

Aquel Giro, el de 1960, no podía acabar nada bien. En sus laderas de nieve y su “asfalto de piedras”, por llamarlo de alguna manera, los Charly Gaul, Jacques Anquetil, Gastone Nencini y compañía, tendrían que batirse el cobre. Con los aficionados quitando nieve y haciendo suya la cima del Gavia, el italiano Imerio Massignan reventó a los favoritos pasando primero por la cumbre. Massignan no ganó aquel día, pero no ganó por que le faltaran fuerzas. La realidad es que no venció por que su bicicleta se topó con uno de los numerosos boquetes que tenía el descenso del puerto, saltando por los aires y dejando en evidencia lo que todo el mundo sabía. El Gavia no estaba preparado para el paso de la carrera en aquel 1960.

Entre su primera ascensión, la de 1960 y su vuelta al Giro de Italia, pasaron veintiocho largos años. Veintiocho años antes de vivir uno de los episodios más míticos de la historia del ciclismo. Cortos se quedan todos los adjetivos que puedan definir la ascensión de 1988, esa mítica y ya histórica subida que nos dejó dantescas imágenes. Las de Van der Velde, Hampsten o Breukink pasando por la cima del puerto cubiertos de nieve y como auténticos héroes. El dicho de que el ciclista está echo de otra pasta quedó a la altura del betún, ya que poco a poco los valientes corredores fueron pasando por el puerto uno a uno cubiertos con un manto blanco y muchos al borde de la congelación.

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Zimmermann, Giovanetti, Chioccioli, Delgado… y así un largo etc. A más de nueve minutos del ganador de la etapa, llegó en octava posición el francés Jean – François Bernard. Ese 5 de junio de 1988, el ciclista del Toshiba soltó a los micrófonos una frase incapaz de olvidar con el paso de los años. “Ojalá los organizadores se vayan al infierno ya que parecen conocerlo bien. Esta etapa ha sido inhumana”. Para el ganador de ese día, Hampsten, como para todos los ciclistas que sufrieron la etapa es sus carnes, “es el día más duro que pasé encima de una bicicleta en toda mi carrera”.

Más tranquilas en cuanto a meteorología, fueron las ascensiones posteriores al 88. En los años 90, el Gavia fue una cima que dominaron los ciclistas colombianos. En el Giro de 1996, Abraham Olano perdió el rosa el día del Gavia en detrimento de Pavel Tonkov. Aquel día, el trabajo de Manuel Fernández Ginés para su líder, el ciclista guipuzcoano, no sirvió de mucho. En la ascensión aún con tramos de sterrato, el colombiano incombustible Hernán Buenahora que venía escapado unos metros por delante, tuvo el honor de pasar primero el Gavia. Otro colombiano en 1999 y 2000, el boyacense José Jaime González fue el que pasó en cabeza por la cima en ambas ediciones del Giro, convirtiéndose en el primer ciclista en pasar primero en dos ocasiones y además consecutivas.

El colombiano Hernán Buenahora ascendiendo el Gavia en 1996 con los colores del extinto Kelme.

El colombiano Hernán Buenahora, ascendiendo el Gavia en 1996 con los colores del extinto Kelme.

Y es que en el nuevo milenio, las ascensiones a la montaña se han venido produciendo de manera más repetida. Vladimir Miholjevic (2004), Juan Manuel Gárate (2006) y Johann Tschopp (2010) han tenido el honor de ser los primeros en pasar bajo la pancarta de otra de las cumbres de leyenda después de ser los mejores en sus 26 largos y eternos kilómetros. El año pasado fue suspendida y esperemos que este, repitiendo itinerario, la meteorología nos deje disfrutar de uno de las montañas mas bonitas del ciclismo. El Passo di Gavia, un puerto que para muchos se convirtió en un blanco y nevado infierno.