Tercero ayer, segundo hoy. Theo Bos (Belkin Pro Cycling) no ha conseguido romper una larga sequía en suelo europeo que se remonta casi un año en el cuerpo a cuerpo con sus rivales, pero sí con la reglamentación. Cuatro segundos por aquí, seis por allá y tres en una de las para nada inocuas metas volantes fueron suficientes para que el neerlandés consiguiera la general de la tercera edición de la World Ports Classic. Bonificaciones que le permitieron lograr la primera vuelta por etapas de su trayectoria de la mano del puestómetro, enemigo de un valiente Ramon Sinkeldam (Giant – Shimano) a quien su triunfo en Rotterdam solo le sirvió para repetir en el segundo escalón del cajón por segunda semana consecutiva.
El joven velocista de la factoría de Spekenbrink también hizo uso de un sprint intermedio para conseguir tiempo extra, pero utilizando otros medios. Tras el paso por el señalado tramo de pavé de Hogerwaarweg en el que Lotto-Belisol y Omega Phama-Quick Step trataron de seleccionar el pelotón -bien es cierto, sin un esmero desmedido-, Sinkeldam aprovechaba el vacío cabecero para atacar en compañía de Matthias Brändle (IAM Cycling) y Jesper Asselman (Metec – TKH). El neerlandés despilfarraba así sus cartones de cara al sprint, con un movimiento a medio camino entre la ingenuidad y la valentía que, no obstante, tenía un objetivo claro en mente: bonificar.
La aventura, evidentemente, iba encaminada directamente al abismo. Carretera anchísimas, viento en contra y los hombres de André Greipel (Lotto – Belisol) convencidos en obtener frutos de su trabajo. Un movimiento fútil de Petr Vakoc (Omega Pharma – Quick Step) y el ex-ciclocrossman Tijmen Eising (Metec TKH) puso cierta salsilla a unos kilómetros finales sosos y previsibles. Muchas puntas de lanza y varias alternativas disputándose la cabeza hasta que el equipo lotero decidió pasar a la acción. Un treno fuerte, disciplinado y perfectamente organizado puso en bandeja la victoria al campeón alemán, quien no obstante sufrió más de lo esperado ante un Alexander Porsev (Katusha) a quien hay que tener cada vez más en cuenta. Sin sorpresas. Triunfo y liderato para el de Rostock, que esperaba en la jornada de hoy, de vuelta a suelo holandés, poder confirmar su teórica superioridad.
Confiado, no se alarmó en exceso cuando Bos se llevaba el primer sprint intermedio. Seguía primero, y la meta sería la que dictaría sentencia. El plan era evidente a la par de sencillo. Dejar marchar una fuga consentida -cinco ciclistas de equipos de segunda y tercera fila fueron los “afortunados”-, darla caza sin mayores problemas y esperar al momento idóneo para soltar amarras al treno belga, uno de los más fuertes de la carrera. Y todo iba según lo previsto, hasta que alcanzaron el triángulo rojo. Con el vagón rojinegro perfectamente establecido en cabeza del grupo, un estrechamiento de la calzada y un coche aparcado en el lugar más inapropiado provocaron la caída de Sébastien Turgot (AG2R – La Mondiale) y el corte del líder, a quien se le soltaba el pie de la cala y quedaba totalmente cortado.
Los hombres de Herman Frison intentaron improvisar con Greg Henderson, pero los mejores días del kiwi son un recuerdo del pasado. Tampoco le ayudó una caída de Ruslan Tleubayev (Astana) que acabó por desatar el caos. Presa de la impaciencia, Bos se lanzaba a la heroica con un sprint de casi 300 metros que iba a ser un tumba de cara a las aspiraciones de la etapa. Sinkeldam le tomaba la rueda a la perfección y le rebasaba en los últimos metros, estrenando su palmarés en el viejo continente. Sin embargo, el gasto del sábado había sido una lacra más dura de lo imaginable en aquel momento. Aunque se iba con la etapa en el bolsillo, no podía decir lo mismo de la general. Bos, radiante, recogía el maillot azul y el trofeo bien escoltado por su compatriota y Porsev, dando a Belkin su tercer triunfo en apenas tres días, todos ellos fuera de suelo italiano. Y es que como por aquí decimos, #NoTodoEsGiro.