Oropa es Marco Pantani. Es el recuerdo de un problema mecánico que acabó en remontada de ‘El Pirata’ camino del santuario en el Giro de 1999. Oropa es Miguel Indurain. Y es Piotr Ugrumov. Es la memoria de aquel duelo por la maglia rosa en la penúltima jornada de 1993, que ganó Massimo Ghirotto. Oropa es historia del ciclismo. Cuatro veces final de etapa en el Giro –¡qué finales!– son suficientes para elevar su categoría. Oropa es una subida mítica, un lugar sagrado.

Trece kilómetros al norte de Biella, el santuario está custodiado por el Monte Mucrone, una de las principales cimas de los Alpes bielleses, y la Galleria di Rosazza, un túnel que atraviesa la montaña y conduce la carretera al otro lado del valle. Oropa es un espectacular conjunto arquitectónico de estilo barroco. Situado a 1.200 metros de altitud, en medio de la nada, una nada verde y frondosa, impresiona por sus enigmáticas diecinueve capillas y su iglesia cupulada.

Oropa es como el ciclismo de Indurain, Pantani y Ugrumov. Barroco, tirando a rococó. Como las retransmisiones televisivas a principios de los años 90: estética hortera y sobrecarga de cortes publicitarios. Como el pelotón, barroco por sus maillots de tonos chillones y gorras de todos los colores. Como la carrera. Ataques y desfallecimientos. Y más ataques.

Contra ese ciclismo luchaba Indurain en el Giro de 1993. Contra los italianos Claudio Chiappucci, Massimiliano Lelli o Moreno Argentin. Y contra el letón Ugrumov. Sublime escalador del Báltico, fue el que más cerca estuvo de ganar a Indurain, el único que acabó a menos de un minuto en una gran vuelta con triunfo del campeón navarro. Fue en aquel Giro. Fue en Oropa.

Líder desde el tappone dolomítico con salida y final en Corvara y con las subidas a Costalunga, Pordoi (dos veces), Fedaia y Campolongo, Indurain afianzó la maglia rosa en la durísima cronoescalada de 55 kilómetros entre Pinerolo y Sestriere. Segundo contra el crono y en la general, Ugrumov llegó a la penúltima etapa, con meta en Oropa, con una desventaja de minuto y medio en la clasificación.

El letón Ugrumov atacó una, dos, tres y hasta cuatro veces a Indurain

El letón Ugrumov atacó una, dos, tres y hasta cuatro veces a Miguel Indurain

La ascensión al santuario arrancó con Massimo Ghirotto, Marco Giovannetti, Laurent Madouas y Abelardo Rondón en cabeza de carrera. El triunfo de etapa estaba entre los cuatro fugados. El Giro, en el pelotón. En la aproximación a Oropa, el equipo Mecair – Ballan anticipó el ataque de su líder Ugrumov. Dario Bottaro primero y Argentin después entonaron el séptimo de caballería.

El ritmo de Argentin destrozó el gran grupo. A su rueda, Ugrumov afilaba el cuchillo. Indurain, justo detrás, parecía cómodo. Chiappucci, Stephen Roche y un joven Pavel Tonkov completaban el sexteto de favoritos. Argentin tensó la cuerda, tanto que la rompió y se fue por delante. Solo unos metros. Esperó al grupo y volvió a empezar. Cinco kilómetros de dolor de piernas hasta el paso por San Giovanni.

Poco después demarró Ugrumov. Atacó hasta tres veces antes de llegar a Favaro. Solo le siguió Indurain, a rueda, el líder sereno e inamovible. La maglia rosa no corría peligro. Eso parecía. Tras dejar el último núcleo camino de Oropa, reincidió Ugrumov. Fue el ataque definitivo. Indurain perdió de vista al letón en un curveo plagado de gente. Justo cuando empezaba lo más duro de la subida, los últimos seis kilómetros al 8% de pendiente media.

La ventaja del campeón español semejaba suficiente para mantener el liderato. Pero la distancia con Ugrumov aumentó pronto hasta los 15 segundos, luego 20. Se encendieron las alarmas. Indurain padecía una fuerte alergia, estaba agotado, apajarado. Le pasaron Roche, Argentin, Chiapucci y Tonkov. Se quedó solo, se mascaba la tragedia y José Miguel Echávarri lo sabía.

El director del Banesto desoyó las advertencias de los jueces, se situó a la vera de su líder y trató de animarle: “tranquilo, no está ni a medio minuto, el Giro no se te puede escapar”. Indurain sufrió lo indecible, pero salvó su momento de crisis, el primero que se le recuerda. Entró en meta 36 segundos por detrás de Ugrumov. Ganó la carrera por 58 segundos. Un Giro que se decidió en Oropa.