(Foto: Susi Goetze)

Joaquim Rodríguez ha vuelto a demostrar en la quinta etapa de la Vuelta al País Vasco su extraordinaria capacidad para trepar por rampas de pendiente extrema. Ya lo había hecho los dos últimos años venciendo con suficiencia en la pared de Montelupone en la Tirreno-Adriatico. Este año los organizadores de la carrera italiana decidieron que no se repetiría ese final y Purito decidió ir a correr la Paris-Niza. Pero había más oportunidades esperándole. El pasado sábado se impusó con holgura en el Gran Premio Miguel Indurain en otro muro, la subida a la basílica de Puy. Y en Aia ha ido más allá.

La organización había preparado una doble ascensión, antes de la temida subida al frontón, con porcentajes hasta del 28%: había que ascender al pueblo por Arruti, un ascenso menos extremo pero algo más largo, para luego descender hasta la meta de Orio. El catalán no se lo ha pensado y ha atacado al inicio de la primera ascensión. No ha encontrado respuesta en el pelotón, reducido a los pocos favoritos, que se vigilaban los unos a los otros. Quim ha ido poco a poco abriendo hueco y cazando a los fugados del día, encontrando una ayuda clave en su compañero Kolobnev, que tiró de él en la parte más tendida de la ascensión y en el posterior descenso. Ha llegado a todos menos a uno, Amets Txurruka, autor un día más de una exhibición de fuerza y pundonor en la escapada, que mantenía medio minuto de ventaja en la primera cima hasta que se cayó bajando. Fractura de clavícula, adiós al maillot de la montaña y a la posibilidad de la merecida victoria de etapa. Sueños rotos una vez más.

Quim se encontraba así ante su escenario predilecto con una buena ventaja de 30 segundos sobre el pequeño pelotón de elegidos, en el que Valverde se había quedado sin compañeros. La subida al frontón ha cambiado poco las cosas. Valverde en cabeza pero sin despegarse de Horner y Samuel, pocos metros por detrás el resto de “capos” se retorcian en la pendiente infernal sin perder demasiado. Tras coronar, reagrupamiento. Solo faltaban Quim, inalcanzable, escapado por delante hacía su cuarta victoria de la temporada, y Gesink, que tras perder un minuto en meta despide sus opciones de llevarse la general. El repecho final de Txanka sirvió para un postrero ataque de Samuel, que tampoco consiguió marcharse. Valverde y Horner se pegaron a su rueda y se jugarán la victoria final mañana en una clásica contrarreloj de 22 kilómetros en el mismo escenario. La Itzulia recupera viejas sensaciones, espectáculo corto pero explosivo e incertidumbre hasta el final.

Jordi Martínez