Siguiendo con los habituales repasos que hacemos al término de algunas de las carreras más importantes -ya sean de un día o de varios- del calendario, trasladamos el formato a las carreras españolas ofreciendo nuestras diez conclusiones, en clave nacional, sobre lo acontecido en la Vuelta a Castilla y León.

1. El premio a toda una trayectoria deportiva. La exitosa carrera que David Belda tuvo en sus diferentes periplos como aficionado, llevándose pruebas del prestigio del Memorial Valenciaga o la Vuelta a Zamora no le sirvieron nunca para hacerse un hueco estable en el pelotón profesional. Una historia decenas de veces repetida durante los últimos años en nuestro ciclismo, cada vez más carente de oportunidades, que al menos en las carnes del alicantino ha tenido un final feliz. Tras toda una vida en el ciclismo en la que ha visto pasar ante sus narices trenes que nunca paraban, no ha dejado perder la que quizá sea su última oportunidad de elevarse a la élite, con la treintena ya superada. De modo que cuando se vio capaz ofrecer un punto más en el Alto de Lubián, no lo dudó ni un instante, cambiando por un día su rol de Cenicienta por el de princesa y logrando un triunfo que bien merece todos los esfuerzos previos y sin la que tantos se retiran.

2. Victoria histórica para Burgos-BH. Nueve. Nueve largas temporadas ha sido las que ha tenido que esperar Julio Andrés Izquierdo hasta lograr ver a uno de sus hombres llevarse la general en una prueba totalmente profesional. Nueve años de batallas infructuosas contra Goliath hasta la aparición de su David, precisamente en una de las carreras de casa, donde además de un parcial y el global, ha realizado una magnífica actuación colectiva situando a Jesús del Pino en sexto lugar y quedándose a apenas 42 segundos de llevarse la clasificación por equipos. El justo premio que ya merecían dos de los patrocinadores más longevos del pelotón.

David Belda

Triunfo histórico para Belda y el Burgos en un Parque Eólico de Lubián totalmente vacío / Foto: @Gunsjim1

3. Oroz vuelve a disfrutar de la bicicleta. Después de la amarga crónica de una muerte anunciada que supuso la desaparición del Euskaltel después de siete años en la élite, la llamada de Juan Pablo Pino parecía abrir un claro entre las nubes para el navarro, que se encontró de bruces con la cruda realidad de un burdo engaño. Dos golpes duros a los que ha sabido recomponerse en su estreno con los burgaleses, premiando su confianza con una escapada en su primer día de competición y con una labor de oro camino de Bembibre que valió una vuelta.

4. Los exiliados no aprovechan el escaparate. La emigración no es solo cosa de licenciados. Cada vez más corredores encuentran acomodo en escuadras continentales extranjeras en busca de buenas actuaciones que les permitan dar el salto a las dos primeras categorías, sobre todo en sus visitas a las carreteras patrias. Sin embargo, ninguno ha dado un golpe sobre la mesa ni llamado a las puertas de Movistar ni Caja Rural durante este fin de semana. Todos fuera del top-10, un anónimo Raúl García de Mateos fue el mejor clasificado y Jaime Rosón el único que fue capaz de subir al podio como primer castellano-leonés. En todo caso, un bagaje muy pobre para volver a casa.

5. La veteranía se impone a la juventud. No ha sido la cita más destacada de las promesas. Aunque Carlos Barbero volvió a dejar patente su clase en Zamora, el arriba mencionado Del Pino deslumbraba con una de sus mejores actuaciones como profesional o Beñat Txoperena solo vio truncadas sus opciones de vencer la última etapa debido a una caída, fueron los bregados y maduros veteranos quienes se llevaron el gato al agua en cada ocasión. Los relevos, aunque talentosos, necesitan tiempo para crecer.

6. Rojas, 774 días después. Tras más de dos años asolado por los fantasmas de su fama de segundón, irrefutable con los datos en la mano, el velocista de Movistar Team lograba al fin levantar los brazos en su primer día de competición tras su fisura de codo en la Classicissima. Cinco podios y más de una decena de cuartos puestos después, su victoria en Güemes encontraba al fin relevo. ¿Supondrá esto el necesario empujón para su confianza?

Rojas

Rojas regresó a lo más alto del podio por primera vez desde EHI ’12 / Foto: Cobbles & Hills

7. Luisle deja la marca de la casa. La cara mostrada en suelo zamorano por el murciano no ha sido ni mucho menos la mejor de la temporada. Lejos de los mejores y con malas sensaciones, se planteó incluso el abandono camino de Lubián. Sin embargo, resistió y salió el domingo para salvar los muebles de Eugenio Goikoetxea en el Bierzo, con una esas exhibiciones que le han convertido en uno de los cazaetapas más letales del mundo. Superados los dos puertos de primera categoría, atrapó a Txoperena y, tras la caída de éste, aguantó e incluso incrementó la diferencia respecto al menguado pelotón perseguidor en el terreno rompepiernas del Bierzo. Calidad.

8. El cambio de fechas, un duro palo a la participación. Aunque la ausencia Euskaltel suponía una baja de difícil reemplazo ante una competencia cada vez más reñida, la nueva ubicación en el calendario no ha puesto las cosas nada fáciles. De hecho, bien puede considerarse un tiro en el pie, pasando de luchar solo con las Ardenas y la Copa de Francia a plantarse cara a cara al Giro, California y ASO, dando lugar a la participación más pobre de la historia con solo dos equipos de las primeras divisiones. Un enorme paso atrás para una carrera que no hace tanto de un Contador-Leipheimer-Zabriskie en el podio.

9. Gran recorrido. A pesar de la delicada situación económica, que ha obligado a mantener el formato de tres días un año más, la organización se ha destapado con recorrido más que atractivo a tenor de los ingredientes con los que contaban. Un etapa para velocistas, un final en alto y una jornada rompepiernas daban espacio, en apenas tres días, a que corredores de todo tipo encontraran el terreno predilecto donde brillar y los aficionados pudieran disfrutar de todo tipo de espectáculos…

10. … sin apenas repercusión. Y es que a pesar de lo atractivo del menú, los escasos medios para la promoción de la cita, la ausencia de televisión en directo y, de nuevo, la desagradable coincidencia con un evento deportivo de mayor calado, han dado lugar a que la carrera pase de puntillas fuera de los medios especializados. Las cunetas vacías han sido la tónica predominante durante los tres días, siendo especialmente preocupante el desértico panorama vivido en el alto de Lubián. Sin dinero y sin promoción, el pozo mediático no hará sino oscurecerse.