Bradley Wiggins es un ciclista feliz. Vuelve a sonreir. Su triunfo en California es el punto de inflexión en un 2014 de menos a más. El Tour de Francia es su próximo reto. ¿Será capaz ‘Wiggo’ de recuperar su mejor versión en la carrera que le encumbró en 2012? ¿Es el Tour de California un baremo real para medir las opciones del británico en la Grande Boucle? ¿Cuál será su rol en las carreteras francesas?
Fenómeno de la pista, Wiggins aprovechó sus dotes de rodador para brillar en la carretera. De especialista contra el crono se transformó en un sólido vueltómano. Cuarto en el Tour de Francia 2009 y tercero en la Vuelta a España 2011, ‘Wiggo’ explotó en 2012. Lo ganó todo: París – Niza, Romandía, Dauphiné, Tour de Francia y el oro olímpico contrarreloj en Londres, la guinda del pastel. Investido caballero del Imperio Británico, era el ciclista de moda.
Tan crecido como cuestionado, Sir Bradley Wiggins se enfrentó a Chris Froome y al equipo Sky. La crispación, la atención mediática y una preparación inadecuada le hundieron en 2013, su annus horribilis. Naugrafó en el asalto al Giro de Italia y desapareció del mapa. Tras un verano sin Tour, ‘Wiggo’ ganó una etapa en Polonia, la general (y una etapa) en el Tour of Britain y se colgó la plata en el Mundial contrarreloj. Seguía siendo un fuera de serie. Necesitaba un cambio de mentalidad.
En 2014, Wiggins centró el invierno en la preparación de la París – Roubaix, su primer objetivo de la temporada. Pasó de puntillas por Mallorca, Andalucía y Tirreno. Su mejor resultado fue un podio en la crono final de la Corsa dei due mari. En el Tour de Flandes rozó el Top-30 y acabó a menos de dos minutos del ganador, Fabian Cancellara. ‘Wiggo’ se destapó en Roubaix: rodó en el grupo de los favoritos hasta los últimos kilómetros y terminó en una meritoria novena posición.
Sir Bradley Wiggins cerró abril con un test en las montañas del Giro del Trentino. Lejos de los mejores, cedió más de seis minutos en la clasificación general con el vencedor, Cadel Evans. No parecían las mejores sensaciones, pero ‘Wiggo’ volvió por la puerta grande en California. Vestido de amarillo tras una actuación de otro planeta en la contrarreloj, defendió el liderato con solvencia cuesta arriba. La cara buena de Wiggins se exprimió y asumió la responsabilidad en Mount Diablo y High Mountain.
El Tour de Francia espera a ‘Wiggo’ con los brazos abiertos. La Grand Départ en Leeds y las tres etapas en suelo británico son una motivación extra. La quinta etapa, con nueve tramos adoquinados y final en Arenberg, y la contrarreloj de 54 kilómetros en la penúltima jornada, son otros alicientes para Wiggins. La duda está en saber cuál será su versión en la montaña. El paso por los Vosgos, Alpes y Pirineos, con seis finales en alto, medirá las posibilidades del Sir en la Grande Boucle.
La pelota está en el tejado del equipo Sky. Es obvio que Chris Froome es el líder indiscutible de la escuadra británica para el Tour. No está tan claro qué rol desempeñará Wiggins. Aunque reconoció públicamente el liderato de su compañero, es difícil imaginar al Sir en un papel secundario. ¿Gozará ‘Wiggo’ de libertad para jugar sus bazas? ¿Es la clasificación general un objetivo? ¿Está dispuesto a trabajar para Froome? ¿Cómo gestionará Sky los egos de sus figuras? Las respuestas, en julio.