Ya lo decía Eugenio González, habitual colaborador nuestro en cuanto a recorridos se refiere, en su análisis de la etapa:

[quote align=”center” color=”#999999″]¿A cuanto se pagará hoy la caída? Si a la presencia de un circuito urbano en una etapa corta le sumamos tres giros a derecha entre los 1500 y los 800 metros a meta, Dublín y Bari pueden cobrar un doloroso protagonismo.[/quote]

Caídas, caídas y más caídas. Ante la peligrosidad del circuito de Bari y la lluvia que mojaba las calles de la capital de la Apulia, lo que debía ser la preparación del sprint se convirtió en una lucha por la supervivencia encima de la montura, en la que Nacer Bouhanni (FDJ.fr) fue el más hábil, valiente y poderoso para llevarse el gato al agua en una etapa que ha sido un auténtico despropósito de principio a fin. Y es que el bueno de Eugenio no acertó del todo en su previsión:

[quote align=”center” color=”#999999″]Hemos visto plantes por el frío, quejas por bajadas y mil protestas más, y sin embargo el silencio es casi general ante las burradas de distinta índole que vemos con demasiada frecuencia en el arte más peligroso del ciclismo, las llegadas masivas[/quote]

Tras un paso por Irlanda que no ha gustado nada a un amplio sector del pelotón, la carretera mojada y sucia así como el difícil bucle diseñado por RCS fueron la gota que colmó el vaso para los ciclistas, que utilizaron más de la mitad del ya de por sí corto recorrido para quejarse de la peligrosidad del trazado, buscando neutralizar los últimos kilómetros de cara a la clasificación general.

Protestas que a la postre se han demostrado justificadas, pero cuyas formas han sido, como siempre, lamentables. Como casi siempre ocurre en estas ocasiones, los sometieron a la organización a una fuerte presión haciendo uso de una huelga de piernas caídas, anulando cualquier atisbo de competitividad con el equipo del líder actuando como un capo mafioso, situándose al frente del pelotón para evitar que cualquier oveja descarriada se saliera del guión establecido. Una situación que puso a Martinelli contra la espada y la pared y ante la que acabó cediendo ante la posibilidad de verse con una marcha cicloturista televisada. Así, con cuarenta kilómetros por delante, inmersos ya en el discutido circuito, se daba la salida oficiosa de una etapa sin bonificaciones y en la que se tomarían tiempos al toque de campana.

Con el objetivo cumplido y las piernas frescas, los equipos de los velocistas empezaron a poner ritmo en el grupo, sin que nadie pudiera o quisiera saltar y buscar su opción de romper la hegemonía del grupo. Hasta la última vuelta, lo único noticiable fue la avería de Bouhanni y el evidente trascoche que hizo para poder reincorporarse al grupo y entrar en la lucha por etapa, sin el cual quizá estuviéramos hablando de un desenlace diferente en el último, ya con la clasificación general cubierta de incorruptabilidad.

Un ataque de Salvatore Puccio (Sky Pro Cycling) y Nicola Boem (Bardiani – CSF Inox) pusieron un poco de salsa antes de que los ángulos y el resbaladizo asfalto les tomaran el relevo. Con los gregarios de Cannondale ya lanzados en la preparación de la ‘volatta’ para Viviani, una curva a izquierdas inició un carrusel de caídas que junto al desentendimiento de tres cuartas parte de los participantes dejaron al ‘treno’ de Giant-Shimano junto a Giacomo Nizzolo (Trek Factory Racing) y Roberto Ferrari (Lampre – Merida) por delante en solitario al paso por el triángulo rojo. Sin embargo, la lluvia de trompazos había encendido las alarmas en los lanzadores de Luka Mezgec, cuyo temeroso paso por cada curva permitió la incorporación de varios corredores gracias a la destreza y el pundonor de Johan le Bon y Bouhanni, no especialistas pero sí habituales en las campas de ciclocross galas.

Bouhanni gana en el Giro

Nizzolo también remontó, pero no pudo con el francés.

En cualquier caso, al esloveno le seguían quedando varios compañeros para preparar el sprint de manera fiable y seguía asomándose como el gran favorito a la victoria, pero en la última curva un salto de pedal le hacía perder toda opción, dejando el cielo abierto a un Tom Veelers (Giant – Shimano) que se veía con diez metros de ventaja a 400 metros del final. El neerlandés no lo dudó, y desde allí se lanzó en busca de la épica tratando de aprovechar el margen que tenía. Una apuesta ambiciosa pero a la que le faltó gas para rematar, viendo como el “boxeador” francés le robaba en los últimos metros el triunfo de un día, hasta los últimos 300 metros, para olvidar.