Séptima etapa del Giro de Italia 2013, salida desde San Salvo a Pescara, una jornada ‘rompepiernas’ de 177 kilómetros en los que Adam Hansen lograría alzar los brazos en solitario tras finalizar con éxito la escapada del día a más de un minuto de diferencia con el grupo perseguidor donde viajaban los grandes favoritos. Entre ellos Ryder Hesjedal (Victoria, 1980) que finalizaría en décimo lugar y ascendería al tercer puesto de la clasificación general a 8 segundos de la nueva maglia rosa, Beñat Intxausti, y a tan solo tres del segundo clasificado y posterior vencedor, el italiano Vincenzo Nibali. Situación privilegiada para el entonces vigente ganador de la Corsa Rosa.
Al día siguiente esperaba una crono larga de 54,8 km prácticamente llana camino de Saltara donde el corredor canadiense tenía todas sus esperanzas depositadas para vestirse de nuevo con el maillot de líder. Aquel día, un 11 de mayo, Ryder Hesjedal amaneció sin haber podido descansar, fatigado y absolutamente decaído. Una infección viral le había dejado sin fuerzas y afrontaba una contrarreloj crucial en el peor momento.
Al término de aquella etapa sus opciones para la victoria en Brescia se derrumbaron, no solo porque perdiera más de dos minutos con Vincenzo Nibali, sino porque la enfermedad fue a más. En la decimotercera etapa, rumbo a Cherasco, dijo adiós definitivamente a la carrera, la misma que el año anterior le encumbraba para la historia. “Es curioso, precisamente en esa ciudad [inicio de la decimocuarta etapa del Giro 2012], empecé a fraguar la victoria en aquel Giro”.
Para Ryder Hesjedal el momento más importante en 2012, que destaca incluso por encima de la última semana con los finales en Pampeago, Stelvio o la crono de Milán, estuvo en la etapa con llegada a Breuil Cervinia, “ataqué y pude sacar unos 26 segundos al resto de favoritos, fue la mayor renta que pude obtener en una etapa en alto con tan buenos escaladores a mi alrededor, me puse líder con 9 segundos sobre Joaquim Rodríguez, pero estaba peligrosamente cerca”. El cual no le pondría las cosas tan fáciles como bien presagiaba, “al día siguiente, en Piani dei Resinelli, Joaquim Rodríguez nos enseñó los dientes a todos, me distanció en 30 segundos en la general y le regaló la etapa a Matteo Rabottini, aquel día ya supe quién iba a ser el rival a batir hasta el final”.
Reconociendo asimismo que para él Joaquim Rodriguez es el peor rival al que te puedes enfrentar, “para mí personalmente es el mejor corredor del mundo, el más completo. Tiene una capacidad innata para leer cualquier carrera y sabe aprovechar su oportunidad llevando la misma a su terreno”, y a lo que añade su especial instinto competitivo, “es muy tenaz, si puede limar o distanciarte un segundo por una bonificación sabes que lo va a intentar, siempre hay que estar atento a él y al equipo que le arropa porque saben correr este tipo de carreras”.
Incluso augura cómo será la estrategia del corredor catalán. “Creo que su baza va estar en ir de menos a más, parecido al Tour 2013, pero en un terreno que le viene aún mejor. Los Cadel Evans, Ivan Basso, Nairo Quintana, Rigoberto Urán, Robert Kiserlovski, Michele Scarponi, mi compañero Dan Martin o yo mismo, somos los que a mi juicio lucharemos por ponérselo difícil para el que a mi modo de ver es el favorito número uno”.
Valorando el recorrido, destaca principalmente la tercera semana. “El Giro siempre es duro, y este año también lo va a ser con unos últimos siete días que me parecen una barbaridad, lugar perfecto para tomar decisiones equivocadas”, velando porque el valor de la experiencia prevalezca en las cumbres de Oropa, Montecampione, Val Martello, Panarotta y Zoncolan, estas últimas intercaladas por la crono en la Cima Grappa, para decidir la carrera.
Un líder tranquilo
Su vida apenas ha variado un ápice desde la consecución del Giro de Italia 2012, sigue siendo el mismo hombre apacible y sosegado que ha sabido encontrar su lugar dentro y fuera de las carreras. “Me sentí completo cuando gané el Giro, es una satisfacción enorme por lo que supone una victoria así de años de entrenamiento y malos momentos que por fin tomaban sentido, pero en realidad es una experiencia más, no he cambiado nada personalmente desde entonces”.
Fijó su residencia desde hace años en Hawái, un sitio apacible y sosegado “porque encaja bastante bien con mi manera de ser, además en invierno me permite entrenar con buena temperatura y es ideal para desconectar durante la temporada”. Desde hace tres años cambió su manera de prepararse para el Giro con menos días de competición. “Las carreras como Dubái, Catalunya, País Vasco o las Árdenas son pasos para mí, con dos semanas de entrenamiento posterior creo que estaré a punto en Belfast”.
Su vinculación con el equipo de Jonathan Vaughters finalizará en 2015 pero está seguro que su relación continuará más allá de esa fecha donde contará su séptima temporada en Garmin – Sharp y su quinta presencia en el Giro. “Es mi carrera favorita junto a las Ardenas. En ambos me cautiva el ambiente que generan los aficionados, es increíble”, el que fuera en su momento segundo en 2010 en Amstel Gold Race o apoyara a Dan Martin en la victoria de Liège – Bastogne – Liège 2013.
Por último, asume su papel protagonista en cuanto al rol que desempeña en el equipo con naturalidad y acepta su compromiso con los más jóvenes. “Me encuentro muy cómodo siendo el jefe, es fantástico formar parte de un organigrama bien estructurado”, exponiendo su función como tutor, “mi labor, aparte de llegar lo mejor posible al Giro e intentar ganar, es evaluar al resto de mis compañeros y animar a desarrollar sus aptitudes lo máximo posible, para ello lo mejor es que dispongan de libertad para crecer por sí mismos. No voy a entorpecer su progresión, es un error, si ellos mejoran me harán mejor a mí y al contrario, es una combinación que funciona”.