Valverde nunca ha sido un corredor ofensivo. De los más competitivos e involucrados en rendir cuando se pone un dorsal. Cada día, cada mañana en la que pone con unos clips el dorsal en su maillot. Es un corredor apoyado por filias viscerales y criticado por fobias que no lo son menos. Un ciclista que genera debate, discusión, comentarios. Pero, objetivamente, es un corredor poco ducho en la táctica, que siempre se ha apoyado en grandes equipos que le han llevado y brindado grandes oportunidades. Ha aprovechado muchas, ha perdido otras. Tampoco ha sido un corredor ofensivo.

Desde que pasara de Kelme (Comunidad Valencia luego) a Illes Balears y resto de nombres comerciales de la estructura navarra de Eusebio Unzue, ahora Movistar, Valverde no ha aprendido de los errores. No ha aprendido a saber seleccionar y evitar los circos con enanos. Por eso su poca habilidad táctica le ha penalizado más que a muchos con menos talento que él para ganar carreras de bicicletas.

Pero tras su sanción, cambiaron las cosas. No se notó hasta carreras menores, y con cuenta gotas, de la temporada pasada. En la Challenge de Mallorca y en otros escenarios del estilo, atacó, seleccionó y, a veces, ganó. Antes, corriendo antes de ser sancionado, también lo había hecho, pero poco. En el Dauphiné de 2008 en el Mont Ventoux es la más recordada de aquellos años. Corriendo ya apunto de ser sancionado en Romandía, ya en 2010, otra. Tras su vuelta, en el Tour de 2012 y con la Grande Boucle perdida, tenemos otro buen ejemplo.

No ha sido hasta ese inicio de año, con 34 años y con mucho terreno perdido, cuando el murciano ha encadenado varias carreras asumiendo su rol, el de líder, y seleccionando pruebas en primera persona. La Vuelta a Murcia y las dos exhibiciones en el Gran Premio Indurain y, sobre todo, Roma Maxima, son los ejemplos que dan continuidad y argumentos a esta versión más ofensiva de un corredor que nunca lo ha sido tanto.

Estas carreras, pruebas interesantes, válidas, pero al fin y al cabo 1.1 y sin una participación de primer nivel, no son donde Valverde debe confirmar este cambio de tendencia en su manera de entender su rol de líder. Debe hacerlo este domingo, en La Roca de los Halcones, por ejemplo. Ganar, para Valverde, sería corresponder con su talla y justificar varios meses de competición. Hacerlo a lo grande, atacando y seleccionando relativamente lejos de meta, aunque luego remate en Ans, sería cambiar la manera de pensar de muchos aficionados. En la Roca Valverde tiene que confirmar que es otro corredor. Uno más ofensivo, uno que busca ganar como deben hacerlo los grandes.

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