La clásicas. Ese territorio habitualmente inexplorado para los especialistas en grandes vueltas, quienes solamente encuentran un oasis para lucir durante ocho días. El mal llamado tríptico de las Ardenas -éstas no se adentran en la zona de Limburgo en la que se decide la Amstel Gold Race- son los puntos culminantes para que los vueltómanos saquen unas dotes habitualmente menos importantes en las grandes rondas por etapas. Intuición táctica, buenas dotes para la colocación, agresividad y explosividad han de complementar el fondo y las dotes para la escalada y el rodar que se les presuponen per se.
Unas cualidades que quizá han quedado en un segundo plano en las carreras que la preceden, pero no tanto en el imponente fin de fiesta camino de Lieja. La mayor dureza de sus subidas y distancia entre éstas otorgan un componente estratégico a La Doyenne que la convierten en la Clásica más Clásica de toda la semana, y no solo por la centena de ediciones que la contemplan. Es la más difícil de ganar incluso para los grandes señalados, en este caso Michal Kwiatkowski, cuya velocidad, explosividad y potencia ha dado en la presente campaña un salto que le sitúa como candidato a todo; Alejandro Valverde, quien dio el miércoles en huy su enésimo recital del año; y, sobre todo, Philippe Gilbert, que en Valkenburg y Overijse recordó a la imponente versión que le sirvió para barrer la primavera de colinas en 2.011.

La llegada a Huy dejó de manifiesto que Dan Martin llega dispuesto a revalidar su título. Foto © @StickyBottle
No obstante, en una prueba con tantos gallos y tantas variantes, cualquier corte que se pueda producir a partir de la Roche-aux-Faucons, cualquier ataque en un momento idóneo o cualquier movimiento brillante por parte de algún equipo dominador puede llevar al traste las opciones de todos ellos, dejando el abanico a muchos otros candidatos a hacer un buen papel. El vigente ganador -Dan Martin- ha preparado con mimo la carrera y ya se ha dejado ver en el pasado miércoles, demostrando un buen punto de forma que vendrá acompañado de un buen grupo a su servicio que une calidad, veteranía y un segundo espada temible en las piernas de Tom-Jelte Slagter.
Dos bazas que permitirán a Garmin-Sharp abrir su abanico de opciones, al igual que a otras escuadras como Katusha, Orica-GreenEdge, Lampre-Merida, Lotto-Belisol o Astana, sobre el papel las más fuertes junto a las que rodean a nuestras apuestas al podio. Poco se puede decir de la inseparable pareja Joaquim Rodríguez – Daniel Moreno que no hayan demostrado ellos ya, aunque el estado físico del catalán es una incógnita tras la caída sufrida en Amstel Gold Race. Del mismo modo, Simon Gerrans y Michael Albasini lideran a una escuadra ‘aussie’ cada año más completa y compacta, que deberá abogar por el control si quiere llegar a Ans con opciones. Temible es el plantel que dirigirá Matxin, con el maillot arco iris Rui Costa y Diego Ulissi como máximos aspirantes a la victoria junto a un Damiano Cunego que ya ha pisado tres veces ese podio como bala en la recámara. El lagunar Jelle Vanendert ha vuelto a las primeras planas tras dos años prácticamente desaparecido para tomar el relevo a un Tony Gallopin que quizá llegue un poco pasado de forma al domingo; mientras Enrico Gasparotto y Vincenzo Nibali serán este año los hombres que deberán brillar en el siempre bien representado equipo celeste en suelo valón.
Otros dúos de resonancia también serán partícipes de la centenaria Liège – Bastogne – Liège, aunque parece difícil que en ninguno de los dos casos puedan tener un protagonismo importante en carrera. En primer lugar, Chris Froome y Richie Porte, quienes además nunca se han tomado el cuarto monumento de la temporada en serio, llegan a la carrera tras más de un mes sin competir y sumidos en las dudas tras un comienzo de año por debajo de las expectativas dispuestas sobre ambos. Y finalmente los hermanos Schleck han dejado atrás ya sus mejores días y lo más plausible es que tengan que dejar la capitanía en manos de Julián Arredondo.

Nombres consagrados, estrellas, segundas espadas y nuevos valores. El abanico se presenta muy abierto de cara al domingo. Foto © Eric Boosten
El colombiano es uno de tantos de la nueva generación de escarabajos que también buscan hacerse un hueco en las carreras de un día, como ocurre con Carlos Betancur, hombre a tener en cuenta tras su cuarta plaza la pasada edición a pesar del pobre acercamiento; o Fabio Duarte, la gran esperanza del equipo Colombia más si cabe tras su papel en el Trentino. No obstante, ninguno de ellos contará con escudero alguno de alto nivel para un escenario como este, del mismo modo que ocurre en los casos de otros candidatos a lograr un buen resultado como Bjorn Leukemans, Mathias Frank, Simon Geschke, Thomas Voeckler -o quizá sí, a tenor del estado de forma de Yukiya Arashiro- y, sobre todo, dos ciclistas del pedigrí de Bauke Mollema y Roman Kreuziger.
Por último cabe mencionar a dos gregarios bien capaces de hacer un buen papel pese a su sometido rol de trabajador, como son Samuel Sánchez y Wout Poels, quienes llegan después de haber acabado entre los veinte mejores en la perfecta vara de medir que siempre es la Vuelta al País Vasco.