Lleva más de un año sin ganar una carrera (desde la 3ª etapa de la Settimana Internazionale Coppi e Bartali del 2013) y este año ni siquiera ha acabado una entre los tres primeros, pero Damiano Cunego (Cerro Veronese, 1981) ha abierto la puerta a la esperanza con su actuación en la Vuelta al País Vasco que, precedida por dos cuartos puestos en el GP Città di Lugano y la Strade Bianche, hace que su nombre se coloque de nuevo en los titulares ciclistas ante el tríptico de las Ardenas.
Apuntábamos durante el inicio de temporada, que difícilmente volveríamos a ver el Cunego de los mejores días. No sólo aquel que deslumbro al mundo en 2004, ni siquiera ese que luchaba por el triunfo en las clásicas primaverales y que ilusionaba en las Grandes Vueltas. Tras un más que discreto 2012, el italiano asumía responsabilidades en 2013 y el golpe fue duro.
Ni siquiera el buen papel en la Settimana Internazionale Coppi e Bartali le salvó, poquísimo bagaje para un ciclista de su clase. Según él, el mal y lluvioso invierno y los cambios en la planificación lastraron su forma para toda la temporada. Salpicado por cargos de dopaje por una investigación de la Fiscalía de Mantova, el futuro ciclista de Cunego se volvía cada vez más negro. Tan sólo una chispa en el horizonte, y es que la Japan Cup, la última carrera del año, donde acabó 3º, le devolvió la confianza. Como él mismo comentó a La Gazzeta dello Sport, “¿sabes cuál fue el único día que me sentí bien en el pelotón? La última, la Japan Cup. Terminé tercero, un resultado que sin duda no cambió mi vida. Pero puede ser el nuevo punto de partida”.
La temporada 2014 empezaba con muchos cambios en el Lampre – Merida. El campeón del mundo en sus filas, un nuevo staff técnico e ilusiones renovadas para dejar atrás una época para olvidar. Con la baja de Michele Scarponi, los focos se centraban en Rui Costa y la creciente estrella Diego Ulissi. Damiano Cunego afrontaba su último año de contrato con Lampre – Merida, su casa desde el 2005, asumiendo el rol de capitán, al igual que lo hiciera en 2013, pero las dudas sobre su figura eran más grandes que nunca.
No tuvo un mal comienzo de temporada en el Tour de San Luis. 20º en la general final, dejó buenas sensaciones para ser la primera cita del año y las siguientes carreras de Mallorca refrendaron que su preparación no iba mal encaminada. El gran papel en el GP Città di Lugano y la Strade Bianche dieron paso a un discreto Tirreno – Adriático, y de ahí a su esperanzadora actuación en la Vuelta al País Vasco.
Si bien Rui Costa parecía el hombre a tener en cuenta en Lampre – Merida, fue Cunego quien asumió los galones de líder desde el principio; y para asombro de los escépticos y alegría de los seguidores de Il Piccolo Principe, el italiano llegó hasta la última etapa, la CRI de Markina-Xemein, en el 3º lugar de la general. Allí todo se fue al traste y bajó hasta el 11º puesto final, pero las sensaciones dejadas por Damiano Cunego en las carreteras del País Vasco fueron buenísimas y esperanzadoras, sobre todo porque se dio a las puertas de una de las citas donde el italiano forjo su figura de estrella, la Amstel Gold Race. Con confianza, chispa, disfrutando sobre la bicicleta y con la clase que tiene, el príncipe quiere llegar al trono que abandonó hace tiempo.
Hace ya varios años que nadie sabe de él en Valkenburg. Desde que ganase la Amstel Gold Race en 2008 ha ido desapareciendo de los primeros puestos hasta ya casi ni tenerle en cuenta para la victoria en los Países Bajos. Hoy en día, sin embargo, las sensaciones son esperanzadoras para Damiano Cunego. Las dudas dejadas por Rui Costa en la Vuelta al País Vasco fortalecen el rol de Il Piccolo Principe como capitán del Lampre – Merida, donde junto a Diego Ulissi forman un trío capaz de dar una gran alegría al conjunto blufucsia.
Llega uno de los grandes objetivos de la temporada para Cunego y lo encara de la mejor manera, en un estado de forma que pocos vislumbraban al inicio de temporada. Después vendrá el Giro de Italia, donde hace 10 años comenzó a forjar un notable palmarés que siempre ha sabido a poco.