Cuando los amantes del ciclismo se cuestionan si vale la pena aguantar todas las miserias de este deporte en lugar de pasarse a otros más agradecidos, como el tenis, el motociclismo o el baloncesto, encuentran varias posibles respuestas según el día: algunas ocasiones, una respuesta negativa, como cuando ayer conocimos la suspensión de la subida al Monte Crostis; en otras ocasiones, silencio, como esos días en los que se sientan a ver recorridos mediocres transitados por profesionales con actitud mediocres; y en otras, desgraciadamente las menos, pasa lo que hemos visto hoy en el Giro de Italia.
En esas ocasiones, se desbordan los sentidos del aficionado de toda la vida y se engatusa a muchos, muchísimos potenciales aficionados con la cara más atractiva del deporte más hermoso del mundo. El Giro se engalanó en los Dolomitas, como tantas veces, en una etapa que nadie podrá dejar de incluir en los libros de estilo del ciclismo moderno y que se ha llevado el navarro Mikel Nieve. Una jornada con cinco puertos, incluyendo la cima Coppi del Giro, y 229 kilómetros. Los 166 héroes que han cruzado la meta de Val di Fassa, han superado ampliamente las siete horas de bicicleta (algunos, incluso las ocho).
Todo comenzó cuando se decidió una escapada con 17 hombres. Por supuesto, Nieve estaba por allí, junto a otros nombres más atractivos: Di Luca, Sastre, Garzelli, Sella, Popovych,… No había dudas de que era una fuga de nivel, con opciones de llevarse la victoria de etapa a poco que les dieran cancha desde el pelotón. Tanto les dieron que Nieve, el mejor colocado de todos en la clasificación general, llegó a ser maglia rosa virtual, al superar la ventaja entre escapados y gran grupo los algo más de nueve minutos que le separaban de Alberto Contador.
El ritmo de Saxo Bank por detrás no podía ser bajo, para que no aparecieran complicaciones, y a ello ayudó un endurecimiento repentino por parte de la Liquigas. Así se empezó a subir el Passo Giau, mientras el referente del piradismo e Hídolo de esta web Johnny Hoogerland atacaba dentro de la escapada. La Cima Coppi reventó el grupo de 17 de la misma manera que lo haría con Hoogerland: Garzelli, un poco cebado en el empeño pese a su veteranía, terminaría coronando en solitario el techo del Giro, con Nieve, nuestro querido Hoogerland y Bakelandts, inmediatos perseguidores, a más de un minuto.
Se empezaba a vislumbrar el potencial mágico de la jornada en el pelotón cuando atacaron Joaquim Rodríguez y David Arroyo y el mismo Contador neutralizó el ataque en persona. En el momento en que Vincenzo Nibali atacó en el descenso del Giau, directamente nos echamos las manos a la cabeza. El siciliano sabía que si había alguna forma de quitarle el Giro a Contador estaba en las cunetas de los Dolomitas. Llegó a tener una ventaja de medio minuto ante un líder sin equipo pero con otros apoyos: Pablo Lastras (¡menudo Giro lleva!) acercó al grupo de favoritos hasta que Nibali dio por imposible la aventura.
La carrera podría haberse detenido ahí y ya habríamos disfrutado más que en la etapa de montaña promedio, pero eso no podía suceder si las rampas que se avecinaban pertenecían a esa maravilla llamada Passo Fedaia y más conocida como Marmolada. Contador, convencido hoy de su cita con la grandeza, atacó en estas rampas, para desolación de Nibali y Antón, que se descolgaban del grupo; lo Squalo pagaba su ataque en bajada, que le impidió alimentarse correctamente. Sólo Rujano y el joven Kruijswijk seguían al madrileño, aunque Scarponi lideraba una reacción del resto del grupo (en el que estaban Menchov, Rodríguez, Gadret, Arroyo o Kreuziger) que acabaría reconciliando a todos.
Garzelli también coronaba la Marmolada en cabeza, tras un enfado notable con los tiffossi que corrían a su lado, con una ventaja muy mermada sobre Nieve, ya sin Bakelandts. El navarro tenía al dorsal uno a poco más de 30 segundos, una renta apetecible teniendo la subida a Val di Fassa por delante. Mientras su compañero de equipo y líder Igor Antón toreaba como podía al ‘hombre del mazo’, Nieve iba recortando y, muy por detrás (a esas alturas Garzelli aún mantenía seis minutos de ventaja sobre Contador y su grupo), Nibali volvía a tirar de su tremenda capacidad cuesta abajo y su no menos notable carácter para reunirse con Contador, Scarponi y cía.
Justo antes de empezar a subir hacia Gardeccia, Nieve hacía buenos los pronósticos y llegaba a cabeza de carrera. Ya no abandonaría jamás esa condición, al contrario que a Garzelli, a quien atacó en las primeras rampas de la ascensión final. Sólo los durísimos 220 kilómetros que ya llevaba en las piernas podrían quitarle la victoria, porque Garzelli ya había tirado la toalla. En esas condiciones, incluyendo la lluvia que acompañó casi toda la etapa, la subida a Val di Fassa fue la escenificación más pura del sufrimiento del deportista de fondo.
De nuevo citado con la grandeza, Contador, como amo y señor de este Giro que es, atacó en Val di Fassa. Y atacó de verdad. El grupo había aguantado ya suficiente y saltó por los aires, con cada corredor tomando un camino. Scarponi y el sorprendente Gadret fueron los más resistentes, por mucho empeño que pusiera Nibali por detrás. Mientras la ventaja de Nieve iba menguando de forma no demasiado peligrosa, Contador avanzaba en solitario, decidido a darle al público lo que el público demanda de un opositor a mito de la bicicleta. Esa y no otra era la única razón de su ataque.
La meta de Gardeccia acogió a Mikel Nieve tras unos metros finales tan agónicos que hacían pensar en Javier Otxoa y Hautacam. Los dos se llevaron la gloria. Garzelli entró a más de un minuto y medio y poco por delante de Contador, al final con poca ventaja sobre un Scarponi muy constante. Detrás, llegó el resto del pelotón casi de uno en uno, a sabiendas de que habían sacrificado sus piernas a cambio de la reconciliación del ciclismo consigo mismo.
Si había una conclusión entre los aficionados al final de la etapa, es que todos merecían un aplauso. Nieve, por merecerse y llevarse una victoria histórica; Contador, por buscar la gloria y destilar talento; Nibali, por su carácter noble y su competitividad de pelo en pecho; Scarponi, por ser más cerebral que visceral; Garzelli, por su esforzada calva; y todo el pelotón del Giro, por habernos dado razones para seguir amando activamente un deporte problemático. Al fin y al cabo, el ciclismo es como ese amante que te da tantos disgustos, que te hace llorar de emoción cuando recuerdas por qué le quieres.
Clasificación de la etapa
1º | Mikel Nieve | Euskaltel Euskadi | 7h27’14” |
2º | Stefano Garzelli | Acqua & Sapone | a 1’41” |
3º | Alberto Contador | Saxo Bank – Sungard | a 1’51” |
4º | Michele Scarponi | Lampre – ISD | a 1’57” |
5º | John Gadret | AG2R La Mondiale | a 2’28” |
6º | José Rujano | Androni Giocattoli – SIPI | a 2’35” |
7º | Vincenzo Nibali | Liquigas – Cannondale | a 3’34” |
8º | Joaquim Rodríguez | Katusha | a 3’34” |
9º | Roman Kreuziger | Astana | a 4’01” |
10º | Steven Kruijswijk | Rabobank | a 4’13” |
Clasificación general
1º | Alberto Contador | Saxo Bank – Sungard | 62h14’42” |
2º | Michele Scarponi | Lampre – ISD | a 4’20” |
3º | Vincenzo Nibali | Liquigas – Cannondale | a 5’11” |
4º | John Gadret | AG2R La Mondiale | a 6’08” |
5º | Mikel Nieve | Euskaltel Euskadi | a 7’03” |
6º | José Rujano | Androni Giocattoli – SIPI | a 8’39” |
7º | Denis Menchov | Geox – TMC | a 8’46” |
8º | Roman Kreuziger | Astana | a 8’58” |
9º | Joaquim Rodríguez | Katusha | a 9’20” |
10º | David Arroyo | Movistar | a 9’30” |