Con apenas 25 años, Marcel Kittel (Giant – Shimano) ya ha inscrito su nombre el la historia de una de las pruebas decanas del calendario internacional, situando en lo alto de su palmarés su nombre junto con los de Piet Oellibrand y Mark Cavendish con su tercera victoria consecutiva en el Scheldeprijs de Amberes. Una posición que, dada su juventud y la manifiesta superioridad con la que ha vencido hoy, se antoja circunstancial a la espera de los sucesivos éxitos que pueda conseguir en una carrera que se ha convertido en los últimos años en una de las paradas ineludibles para los velocistas de alto nivel.
Las condiciones de su perfil ayudan a ello. Con dos centenas de kilómetros totalmente planos por recorrer por las anchas carreteras de la región amberesa, cada año el sprint aparece escrito en el destino de la carrera. Lo saben los equipos, lo saben los aficionados y lo sabían Luke Rowe (Sky Procycling), Ivan Balykin (RusVelo), Andrea Fedi (Neri Sottoli), Alessandro Bazzana (UnitedHealthcare), Jan Ghyselinck (Wanty – Groupe Gobert) y Dmitriy Gruzdev (Astana) cuando saltaron del grupo apenas dado el banderazo de salida, sin más objetivo inicial que mostrar sus patrocinadores y salvarse de cualquier obligación de persecución.
Fue por ello que se tomaron la marcha con tranquilidad. Los apenas cinco minutos que consiguieron como máxima ventaja sufrieron un primer mordisco por parte de FDJ.fr, Giant – Shimano y Belkin Pro Cycling -las tres escuadras que llevarían el peso del pelotón durante la inmensa mayoría de la competición- antes incluso de alcanzar el ecuador del recorrido, un recordatorio de que su marcha no iba a tener éxito. A partir de entonces, el grupo estuvo jugando al gato y al ratón con ellos hasta la segunda vuelta en el circuito de Schoten, manejando la distancia a su antojo a base de tirones y parones para apurar al máximo la aventura del sexteto y evitar los incómodos contraataques. Una táctica que, por algunos instantes, se llegó a pensar que pudiera ponerse en su contra.
Tras guardar lo máximo que pudieron durante tres cuartas partes de la carrera, los escapados pusieron la quinta marcha a partir de su entrada en el bucle final. Una hora de esfuerzo para intentar amargar la fiesta a los velocistas. En el otro lado, se producía un último parón del grupo que estuvo cerca de ser la tumba de éstos, dejando elevarse la renta hasta los 2:30 con 30 kilómetros por delante. Un diferencia habitualmente asumible, pero que con un grupo fresco se puso muy cuesta arriba durante buena parte de un persecución final, en la que las cuentas no salían y se reducía la diferencia mucho más despacio de lo esperado. Al toque de campana, más de minuto y medio. Un pequeño claro se habría entre los nubarrones de los valientes.
Una situación inesperada que hizo cundir el nerviosismo en el joven Rowe y, por ende, la precipitación. El británico rompió la armonía del trabajo saltando a once kilómetros del final y acabando, en ese preciso instante, con toda opción del grupo. Ni la veteranía de un potro como Gruzdev -principal culpable de que la escapada llegara hasta donde lo hizo- contuvo el ánimo de Rowe, quien tras ser neutralizado volvía intentarlo poco después animado por el viento de cola. La entrada de un Omega Pharma-Quick Step rezagado hasta entonces -con Boonen y Trentin haciendo series pensando en el domingo- fue el toque de gracia para ellos, que a tres de meta se veían neutralizados por un pelotón encabezado por David Millar (Garmin – Sharp)… y el ‘treno’ de Giant – Shimano esperando su momento.
El escocés se apartaba y comenzaba entonces la guerra por las posiciones con dos claros favoritos que impusieron rápidamente su superioridad. A la irrupción de los hombres de Spekenbrink respondieron rápidamente los chicos de Lefevere, quienes mantuvieron un pulso codo con codo que bien pudo tener como resultado una tablas y que fue llevado hasta los últimos metros gracias al empuje, respectivamente, de Gert Steegmans y Ramon Sinkeldam, quien se apartaba asfixiado poco antes de la explosión final. Pero poco importó. Y es que aunque las escuadras estén igualadas, el abismo existente actualmente entre Alessandro Petacchi (Omega Pharma – Quick Step) y Kittel iba a hacerse patente en cuento el teutón arrancó.
Como un ciclón, arrasó con todos sus rivales sacándolos rápidamente de rueda, permitiéndose el lujo de dejar de pedalear a 25 metros de la línea de llegada. Acelerón brutal y cuarta victoria de la campaña para el de Arnstadt, que solo dejó a sus rivales la opción luchar por un podio que fue a parar a manos de un inteligente Tyler Farrar (Garmin – Sharp), que supo coger la rueda buena y anticiparse lo suficiente para mantener en su poder la segunda plaza; y el bisoño Danny van Poppel (Trek Factory Racing), quien consiguió uno de los mejores resultado de su aun corta carrera. En el otro lado de la moneda aparecían Theo Bos y Arnaud Démare, quienes tras tener a sus compañeros toda la jornada trabajando entraban en unas sonrojantes vigésima y vigésimo-primera posición.