Los incondicionales de Tom Boonen se llevaron una gran decepción el pasado domingo. Todo parecía que volvía a la normalidad durante su test en el Molenberg. La baja en Sanremo, la lesión en el pulgar en el E3 y las sensaciones contrapuestas en Gent-Wevelgem no parecían el mejor augurio previo a De Ronde. Pero los kilómetros iban pasando y mientras OmegaPharma – QuickStep mantenía su potentísimo bloque intacto, las esperanzas depositadas en el belga no hacían sino aumentar. Hasta que llegó el Oude Kwaremont y, con él, el desastre.

Su verdugo hace cuatro años en el Muur, en la última ascensión al Muur, Fabian Cancellara, repetía la táctica de 2013 y lanzaba un ataque al que sólo Sep Vanmarcke hacía frente. Como el resto de los mortales, Tom Boonen doblaba la rodilla ante el suizo, su vitola de mito viviente no servía, una vez más su gran rival le había derrotado en el que otrora fue su territorio, los muros adoquinados flamencos. Quién sabe, puede que su leyenda en Flandes no crezca más. Los años no pasan en balde.

Una situación que recuerda, y mucho, a la del último héroe flamenco, Johan Museeuw. Sprinter reconvertido a clasicómano, a sus 33 años el León de Flandes alzó por última vez los brazos en De Ronde, una semana antes de que llegase la tragedia en Paris-Roubaix, en la Trouée d’Arenberg. Casualidades del destino o capricho del ciclismo, un corredor de leyenda se fracturó la rótula en un escenario de leyenda, un percance que no sólo estuvo a punto de retirarle del ciclismo, sino que cerca estuvo de hacerle perder la pierna. Pero el corazón de un león no deja de latir tan fácilmente. No volvería a ganar De Ronde a pesar de sus intentos por convertirse en el primer hombre en ganarla por cuarta vez, su maltrecha rodilla le impedía estar a la altura de los mejores en las empinadas rampas adoquinadas.

Los muros dejaron de ser su territorio, pero no así los adoquines, ya que en los antiguos caminos empedrados del Nord-Pas-de-Calais el león se convirtió en fénix y renació de sus cenizas. Con un pedrusco y 33 años ya en su haber, tras su complicada lesión volvió al escenario de la tragedia una temporada más tarde para conseguir lo que nunca más pudo hacer en Flandes: seguir sumando Monumentos. Hasta el punto de conseguir dos victorias más en Paris-Roubaix, para un total de tres. El mismo número de victorias que cosechó en De Ronde. A pesar de haber dejado de ser dominador en su tierra, el Norte de Francia todavía le reportó tardes de gloria.

Y en este punto, maestro y alumno vuelven a reencontrarse. Como en el caso de Johan Museeuw, nunca podrá darse por muerto a Tom Boonen en De Ronde, pero es probable que nunca más vuelva al nivel que le hizo dominar a su antojo la carrera a finales de la década pasada. No ha sido en su caso una lesión sino el simple paso de los años -33 tiene ahora, los mismos que Museeuw cuando ganó por última vez en Flandes antes de engrandecer su leyenda en Roubaix- y la consecuente pérdida de cualidades físicas derivada de la edad.

Lo intentará hasta la extenuación y seguirá levantando pasiones cada primer domingo de abril que se ponga un dorsal, pero puede que nunca pueda distanciarse de Buysse, Magni, Leman, el propio Museeuw y, ahora, Cancellara y lograr su cuarta victoria en De Ronde van Vlaanderen, pero de lo que no cabe duda es de que como hiciese su mentor en los últimos años de su carrera, el Velódromo de Roubaix seguirá aguardándole durante un tiempo para seguir escribiendo su historia.

Paris-Roubaix'02, el cambio de guardia ©GJones

Paris-Roubaix’02, el cambio de guardia ©GJones