En realidad un equipo es vital para cualquier propuesta de carrera y en cualquier circunstancia de la misma, pero el valor del conjunto, la estimación del trabajo grupal, se incrementa sustancialmente en el adoquinado cuando el apartado físico es sustentado por el capítulo táctico, dotando al esfuerzo máximo del matiz que marca la diferencia en carrera y no al revés. Entender que la estrategia equilibra ambos aspectos es erróneo y no es algo nuevo, pues en la mayoría de los casos la fortaleza no ha prevalecido en el resultado. Lo que ha sido de significativa importancia es que previamente se haya debido ajustar unos parámetros adecuados para utilizar la cualidad diferenciadora de una unidad con el apoyo de las habilidades del resto en pro del éxito conjunto.
“Al igual que un líder marca la diferencia en los 150 últimos metros, nosotros debemos marcarla en los 159.850 metros anteriores. Eso es un equipo”, frase de Koen de Kort en la Vuelta 2012 siendo uno de los lanzadores de los esprínes para John Degenkolb, quien conseguiría cinco victorias en la ronda española en aquella edición.
Durante el próximo mes y medio se llevarán a cabo ejercicios de verdadera pericia para consumar un objetivo en lo que está todo en juego en un solo día, con la peculiaridad añadida de hacerlo sobre el pave. Convertido éste año tras año en un verdadero quebradero de cabeza estratégico, los directores de equipo parten desde la única base inapelable en una ronda sobre esta superficie, la impredecibilidad. No está exento el resto de carreras de la misma, pero en este caso particular toma gran trascendencia a la hora de elaborar un proyecto con anticipación, un programa a seguir lo suficientemente amplio que abarque el factor imprevisible que adquieren las pruebas del “infierno del norte”.
Los planteamientos más utilizados se engloban en dos fundamentalmente: el primero, en ir al ataque, una proposición coherente con aquellos equipos que cuentan en sus filas con corredores de máximo nivel que consiguen tomar el control inicial de la carrera y esperar al momento idóneo para lanzar la misma en favor del interés del líder, ya sea al esprín o desde lejos. La segunda, al contraataque, encontrar en el esfuerzo del rival una carencia para convertirla en oportunidad. Lógicamente existen eventualidades que condicionan a los dos estilos, pero a grandes rasgos son los más frecuentes en terreno flandien.
Pero ambos aspectos parten de un mismo punto, el dónde se lleva a cabo y quién decide cuál es el momento decisivo. Y aquí es donde entra en juego el factor “equipo”. Para analizarlo mejor lo plasmaremos perfectamente en los dos conjuntos dominadores de la última década con dos tendencias ofensivas bien diferenciadas: Por un lado la versatilidad del Omega Pharma – Quick Step, alto y heterogéneo nivel de calidad en todos sus corredores capaz de cambiar de líder sobre la marcha en donde destaca como jefe de filas Tom Boonen; y por otro lado la templanza del Trek Factory Racing, capaz de aguantar el peso de la carrera en favor de su única baza Fabian Cancellara. Y lo situaremos en una carrera, el E3 Harelbeke 2014, la primera World Tour del calendario y donde ambos equipos han brillado en los años precedentes.
Con el recorrido en la mano, 211 kms con 17 cotas, lo primero que se advierte son tres bloques bien diferenciados en el que en el último, el decisivo para los favoritos, se concentran los pasos que dan lustre a la competición: Kapelberg, Paterberg, Oude Kwaremont y Tiegemberg a 14 kms de meta. Este año además, los organizadores de E3 Harelbeke se han tomado la molestia de renovar la ruta y con ello desdibujar los puntos de referencia fijados los años anteriores. Para ello han añadido un muro más a lo habitual con la inclusión de un paso inédito y desconocido en el bloque final. Se trata del Karnemelkbeekstraat, de 1.530 metros de longitud y un desnivel medio del 4,9%, situado como penúltima ascensión que planteará un nuevo desafío en el apartado técnico.
Primer sector. Control y concentración.
La función en los primeros 130 kms para ambas escuadras se fundamentará en tener el control de la carrera hasta llegar al Taaienberg, en el que finalizarán tres cotas enlazadas muy exigentes por adoquín y lugar ideal para que dar comienzo a las primeras acometidas entre los grandes. Entre tanto se sucederán distintos intentos por organizar la escapada inicial, Iljo Keisse y Martin Velits en OPQS, o Markel Irizar y Jesse Sergent en TFR tomarán el mando de la situación basando totalmente su función en vigilar los propósitos de fuga en donde no permitirán la entrada a corredores de equipos que pongan en peligro sus intereses, como puedan ser Cannondale, Belkin, Lotto – Belisol, Katusha, BMC o Sky Procycling.
Y que decir tiene que el marcaje entre ambos es total y no concederán infiltrados por delante que más tarde puedan ser utilizados como avanzadilla en un ataque posterior. Un grupo delantero, a no ser muy numeroso, al que se administrará la diferencia en tiempo acotando sus posibilidades hasta el ecuador de la jornada, será los más que gocen algunos para brillar. Más tarde, al final del bloque, aparecerán los primeros momentos de tensión y nervios por situar las piezas importantes en cabeza del pelotón para no verse sorprendidos ante una presumible ofensiva.
En este tramo no se gana la carrera pero un fallo es determinante para perder, por ello la labor de los gregarios toma una trascendencia primordial, de ellos depende estar atentos a la situación de su líder y frenar los posibles movimientos de los rivales. La presión aumenta y con ello la imprecisión, pues evitar quedarse rezagado conlleva un desgaste extra que pasa factura en el desenlace de la prueba, siendo crucial acaparar los primeros puestos del pelotón para no sufrir imprevistos en formas de caídas, pinchazos o librar cualquier infortunio.
Segundo sector. Ritmo y selección.
Desde el Taaienberg al segundo tramo separa un margen de 15 kms hasta conexionar con Knokteberg, Hotondberg, Rotelenberg y Kortekeer aglutinados en los siguientes trece y a 60 de meta, serán el lugar señalado para realizar la primera criba. TFR implementará la velocidad del grupo principal para provocar que la desigualdad de las fuerzas marque la diferencia en favor de Cancellara. Stijn Devolder, Gregory Rast, Yaroslav Popovych, Hayden Roulston o Jasper Stuyven serán utilizados uno a uno por el suizo para testar el estado físico del pelotón.
Para OPQS, el abanico de posibilidades contempla incluso pasar al ataque directo, originar cortes a través de hombres potentes como Vanderbergh, Stybar, Maes, Terpstra o Van Keirsbulck dando como resultado un grupo de cabeza simplificado obteniendo con ello una clara superioridad numérica, o en el peor de los casos mantener corredores en todos los frentes que garanticen un mando más efectivo en las intenciones del resto. Con no más de 60 hombres se encarará el sector que definirá el triunfo, en el que se romperá finalmente la carrera a partir de la propia resistencia de los corredores.
Tercer sector. Abrir gas.
Llegados a este punto, en el entorno de 40/30 kms de la llegada a Harelbeke, todo girará en torno a la figura de los más fuertes en donde deben dar sentido al trabajo previo de los suyos. Si los hombres de TFR se salen con la suya y han superado con éxito las contingencias previas, será el momento de Fabian Cancellara. Si mantiene intactas las opciones el suizo, la atención se girará en torno a él pues sus posibilidades de victoria se sustentan desde un ataque a larga distancia, disminuyéndose progresivamente las mismas a cada kilómetro que consuma a meta y no logre despegarse de corredores más rápidos al esprín. Incluso en la edición de 201o, acompañado por Boonen y Flecha, tuvo que romper a falta de un kilómetro para no jugárselo todo en línea de meta. Si algún compañero siguiera a su lado en este instante, la instrucción es concisa, pisar a fondo en Paterberg y Oude Kwaremont para marchar en solitario.
Por otro lado, entre los demás opositores a cruzar la última línea en primer lugar, la variable Cancellara se manejaba ya desde el inicio como una ocasión, conseguir aguantar su rueda para tener al menos una oportunidad en el rush final se preveía como opción. O al menos descartarla, papel que pertenece a OPQS, y a los supervivientes, si es el suizo el protagonista de la escena. El conjunto belga, con un supuesto mayor número de efectivos, afrontaría el desequilibrio creado entre el empuje de un corredor pletórico contra el de un colectivo entregado con mayor garantías. Pero no es lo común, la resistencia es la que marca la pauta hasta el final, y para que ella brote en el momento justo antes se ha tenido que reservar, ¿gana entonces el más fuerte?.
Buen análisis. Por cierto, qué carreras se corren sin pinganillo (de las importantes)??
Bien matizado, importante. Desde finales del año pasado se aprobó que en todas las carreras World Tour está permitido.
Pero se supone que mañana no hay pinganillo no?y si es world tour