Falto de dureza, sin mordiente más allá de la Cipressa y el Poggio di Sanremo, el primer Monumento de la temporada se presenta como una oportunidad histórica para los velocistas puros. Un perfil de corredor venido a menos en los últimos años, que se ve complacido con dos ausencias destacadas. La supresión de Le Manie, primer punto clave del trazado, y la no inclusión de la novedosa Pompeiana dejan un escenario distinto a lo vivido en los últimos años. La falta de dureza en los kilómetros finales hará que romper el pelotón sea una odisea para aquellos corredores que busquen resquebrajar una llegada masiva.
Bajo la atenta mirada del Castello Sforzesco, en la Piazza Sempione de la capital lombarda, la Milano – Sanremo partirá sobre 294 kilómetros buscando olvidar el invierno de Milán para encontrarse con la Primavera en la Liguria. Una cita que llegará en el ecuador de la carrera tras superar el Passo del Turchino y encontrarse con el Mediterráneo en el Golfo de Génova. Allí se llevarán transcurridos 155 kilómetros en un terreno plano salvo el corto ascenso al Turchino, muy favorable para que la fuga sume minutos de ventaja.
Es entonces cuando llega una de las dos novedades del recorrido de la Milano – Sanremo. La citada ausencia de Le Manie (4,7km al 6,7%) despeja cualquier problema para los velocistas antes de la llegada del histórico combo formado por Cipressa y Poggio. La carretera, en vez de girar para encarar la ascensión al altiplano, afrontará otro largo tramo favorable a orillas del Mediterráneo hasta llegar a los capo en los últimos 50 kilómetros.
Será el punto de partida del desenlace, el primer momento para que unos prueben fortuna y otros comiencen a fustigar las piernas de los rivales. La sucesión del Capo Mele (2km al 3,6%), Capo Cervo (2km al 3%) y Capo Berta (2km al 5,9%) comenzarán a pesar en las piernas, sobretodo el último kilómetro del Capo Berta con una media del 7,6%, el tramo más exigente de la Milano – Sanremo. Pero su lejanía de la línea de meta, 40 kilómetros, deja poco espacio para la sorpresa.
Apenas 10 kilómetros después llegará el punto clave de la Milano – Sanremo. La Cipressa (5,65km al 4,1%) será la primera ascensión que permita realmente romper la hegemonía del grupo al mismo tiempo que imponer un fuerte ritmo que haga sufrir a los velocistas. Como sucede habitualmente, los 9 kilómetros entre el final del descenso y el comienzo de la subida al Poggio serán una dura prueba para aquellos corredores que busquen sorprender desde lejos. 9 kilómetro para recomponer la carrera antes de la llegada del momento de la verdad.
El Poggio di Sanremo (3,7km al 3,7%) permitirá, como siempre, ascender a una alta velocidad que provocará fracturas en el seno del grupo. Por ello la colocación será vital para afrontar los 3,7 kilómetros de una cota que puede ser más selectiva en su descenso que en su propio ascenso, sobretodo con el piso mojado. Coronado a 6,1 kilómetro de la meta, su técnico descenso compuesto por doce curvas concluirá a 3 kilómetros del final, en el comienzo del Corso Cavallotti, un calvario para cualquier ataque con una renta escasa. Su larga recta desembocará en un doble giro de izquierda derecha que dará paso a los últimos 1000 metros en el Corso Raimondo que tras otra doble curva avistará el éxito en Lungomare Italo Calvino en una recta de 400 metros. Allí se coronará al primer rey de la Primavera.