El mundo del deporte, y concretamente el del ciclismo, llora la fatídica muerte de Wouter Weylandt ocurrida el lunes camino de Rapallo. Al igual que en el caso de Fabio Casartelli, el pelotón neutralizó el transcurso de la cuarta etapa del Giro para homenajear al ciclista flamenco. El ciclismo honraba así la memoria del ciclista del Leopard-Trek, un hombre que perdió la vida debido a una fatalidad, una desgracia que en ocasiones ocurre en el ciclismo y que nadie ni nada puede evitar. El riesgo está implícito en el ciclismo y el ciclista lo asume. Son cosas de la vida, de la mala suerte.
A partir de este triste hecho aparecen varios frentes. Primero, el trato de la noticia. El ciclismo de nuevo salta a la palestra de los grandes medios debido una vez más a su lado oscuro. Mientras medios de otros países tratan la noticia con toda la sensibilidad que conlleva el fallecimiento de una persona, los medios españoles, así como la Gazzetta dello Sport, no dudan en colocar en sus cabeceras las impactantes imágenes y el vídeo de los momentos después de la caída ¿Hasta cuándo el morbo prevalece en la información? ¿No hubiera sido mejor tratar la noticia desde otro punto de vista? ¿La sensibilidad y el respeto están olvidados? ¿Por qué el sensacionalismo hace que una muerte sea noticia y el sentido homenaje a ella no? El ciclismo ha sufrido otro maltrato por parte de los medios de comunicación nacionales, pero es el mismo ciclismo el que ha dado una respuesta acorde al momento. Unión y respeto.
Otras voces claman contra la organización encabezada por Angelo Zomegnan ¿Alguien piensa que Angelo no considera la integridad de los ciclistas antes de diseñar el recorrido? ¿Quién no considera que el riesgo está implícito en el ciclismo? El descenso del Passo del Brocco se encontraba en perfecto estado, aunque según parece no estaba del todo bien indicado como, por otra parte, no suelen estar la mayoría de descensos; el propio ciclista rodaba junto a otros tres-cuatro ciclistas luchando por alcanzar el seno del pelotón. Sólo la desgracia, la mala suerte se cebó con Weylantd, quien, según Manuel Cardoso, perdió la estabilidad de manera puntual al mirar hacia atrás tratando de entender cómo iba la carrera. Con esto no defendemos los trazados imposibles, el espectáculo a base de finales nerviosos llenos de trampas y obstáculos para los ciclistas. Espectáculo sí, pero la seguridad y la integridad de los ciclistas primero. Nadie, nunca, sabrá cuando una desgracia así puede producirse. Un sprint, el avituallamiento, el paso por un centro urbano con calles estrechas. Cualquier sitio puede ser el escenario de una situación así, porque sobre un elemento de unos 8 kilos apoyando en unos milímetros de goma, nada estable al 100%, se llegan a alcanzar velocidades vertiginosas con sólo la protección de un casco. Casco decretado obligatorio en toda competición tras la muerte de otro ciclista, Andrei Kivilev. Ni el haber superado el límite de ciclistas dictado por la UCI, ni un recorrido vertiginoso. Sólo la mala suerte se llevó a Wouter de este mundo.
Que la unidad, la entereza y la predisposición que ha adoptado todo el pelotón del Giro así como los ciclistas profesionales ante esta situación, no sea pasajera y ayude a lograr esa unión que tanto ansía el colectivo ciclista para luchar juntos por sus derechos.
Cobbles & Hills
lo de los periodicos españoles fue lo peor, sensacionalismo puro y duro.