Muy buenas!
Después de la primera y segunda parte, en la que no quería liarme pero siempre acaban saliendo anécdotas e historias que contar, voy a por la tercera parte que aunque fue la más dura también la que más recompensa tuvo.
Empezamos con la sexta etapa, la más importante para mí, y en la única en la que tenía alguna posibilidad de hacerlo bien, ya que dejarme ver, saliendo el primero…Pues sí, me iban a ver en meta todos jejeje, pero no las cámaras de televisión ni las radios, a pesar del increible despliegue que había; porque en cuanto a la prensa, esta el Tour de Francia y luego está la Vuelta al Táchira: increíble una vez más, no recuerdo el número pero unas siete radios retransmitiendo la carrera en directo, de principio a fin, con previo, post carrera, y análisis nocturno de cómo ha sido la etapa. Les veías en sus furgonetas asomando la cabeza por arriba, como en los viejos tiempos, y te acordabas de que el ciclismo muchas veces se vuelve demasiado complejo, rizamos el rizo y nos olvidamos de las cosas más básicas, de la pasión con que se vive aquí y de lo dentro que llevan esa afición por este deporte.
Hablando de la CRI, como os dije no confiaba para nada en hacer top 10, con un top 30 me daba por contento viendo lo que había sufrido hasta entonces, lo que dolían las piernas ya con cinco etapas y 15000 metros ascendidos en ellas, lo que había gastado el día anterior “sin querer” y salir el primero, sin referencias de nada ni conocer la crono -salía de un pueblo y llegaba a otro-, sin cabra ni lenticular, sin rodillo para calentar -pude rodar 10 minutos, ir y venir por el medio del pueblo ya que no me podia alejar mucho porque me tenian que llamar para medir la bicicleta- y además llegando tarde a la salida porque nos encontramos un coche quemándose literalmente en medio de la carretera. Como veis los astros estaban alineados pero sufriendo un poco más de la cuenta aprovechando los trozos favorables para lanzar la bici y favoreciendome de que alli las cronos no las trabajan mucho, pude terminar 7º a pesar de que me confundieron al llegar a meta y me mandaron por donde los coches. 30 o 40 segundos perdí gracias a un simpático juez al que casi me le trago a 50 km/h. Pero bueno, a lo hecho…
[youtube height=”HEIGHT” width=”WIDTH”]http://www.youtube.com/watch?v=68BSmS0u6ro[/youtube]
Acabé de bastante mala leche por esa perdida, pero luego fríamente lo pensé mejor y estaba muy contento. Este fue quizá mi punto de inflexión mental, más que físico en la Vuelta ya que a partir de entonces sufría con más ganas, como si defendiera mi posición en la crono, para terminar la vuelta y poder decir con una sonrisa que había llegado al Velódromo. Y así fue, el séptimo día me dolían las piernas horrorosamente, pero aguanté en el pelotón hasta el último puerto, y allí sufrí incluso más de lo debido para seguir la rueda de Francesco Chichi, que iba haciendo series, cuando podía haberme relajado y perder 20 minutos pero el llegar de nuevo a meta, empezar a oir los ánimos de la gente, firmar autógrafos, hacerme fotos, entrevistas…todo lo que rodeaba la Vuelta me había conquistado y eso era motivo suficiente para levantarme a las 6 de la mañana cada día.
El octavo día quizá era la etapa reina. Mucho miedo por el fuera de control, porque no era larga, y además la primera parte que era en bajada la hicimos neutralizada por lo que no contaba como tiempo de carrera -ya aprendieron los venezolanos de lo que pasó en la quinta etapa y no querían que la volviesemos a liar jejeje-. Así empezamos el primer puerto, el interminable -casi 30km- en el que sufrí como un perro para coger la grupeta de los italianos, ya que sabía que con ellos no llegaría “tarde”. Me costó bastante y tuve que hacerme una buena serie porque veía que la carrera se iba y quedaba una eternidad, cosa que no vieron mis compañeros Jonathan y Rayo, que se quedaron un poco antes, y solos les toco remar hasta que les quitaron el dorsal por perder demasiado tiempo.
Una vez que les cogí fui bastante cómodo, todo hay que decirlo, en un grupo de 25 corredores te puedes resguardar bien y si hablas con ellos se te pasa bastante rápido. Además estaba Edgar, que hoy prefirió guardar, y subí con él los tres puertos anteriores al Cerro del Cristo, una buena pared que teníamos de postre. Llegamos a pie con la calculadora en mano, y echando humo, porque casi no nos salían las cuentas así que tuvimos que apretar bien el culo en los últimos kilómetros por si las moscas, e hicimos bien, porque aunque luego repescaron a los demás que venían con nosotros, entró casi toda la grupeta fuera de control, y nosotros libramos por unos segundos.
La novena etapa si os dije que la anterior me daba miedo, ¡esta me daba pánico! Solo 80km, pero todos hacia arriba, desde el aeropuerto hasta el cielo o hasta la Casa del Padre, que viene a ser lo mismo. 3500m ascendidos en 80 kilómetros, ya me direis si eso es sano y encima antes de salir andaba como loco buscando un baño, tanto que me metí en una casa particular gracias al chofer de nuestra furgoneta, que me hizo la cobertura, y cuando me monte en la bici ya habían salido así que me toco perseguir con el rollo de papel higiénico en el maillot. Salimos a mil, como todos los días, y empezamos a subir y a subir y porque hacía en todos los repechos el yoyó, lanzándome en la bajada para empezarlos en cabeza, sino igual estoy por allí aún.
El objetivo era llegar a pie de puerto (que solo tenia 20km, cuando llevabamos subiendo 50) en el peloton, y ahí coger grupeta así que sufrí lo insufrible para conseguirlo; tan contento quedé cuando empezó el puerto, que unido a los ánimos de nuevo, me hicieron no coger la primera grupeta sino la “segunda”, dejándome llevar en algunos tramos y apretando en las rampas del 20%, que habia km enteros a más del 15% por lo que tampoco era un puerto para coger ritmo y subir a él, cada uno lo hacía como podía. Y así fui yo, sufriendo pero disfrutando del apoyo de la gente y aunque tenia cara de esfuerzo por fuera, iba sonriendo por dentro, ¡porque te decían cada cosa que un par de veces ya me dieron ganas de darme la vuelta!
Y el ultimo día la guinda, tanto de sufrimiento como de satisfacción. Para empezar, porque en el circuito que nos metieron subíamos el repecho a 40km/h, cosa que no entendía, una vez más, cuando bajando dejaban de dar pedales y porque era el último día y la carrera estaba más que sentenciada. Así 10 vueltas, que se hicieron eternas hasta que de camino a San Cristóbal, con otros repechacos de postre, me quedé pero de nuevo no en la grupeta, sino en una intermedia. No lo hice a conciencia, pero tenía ese plus de motivación para sufrir un poco más. Y con ellos fui hasta que empezamos a subir hacia el velódromo.
Para los que dicen que los pistards no suben allí en San Cristóbal si no subes no eres capaz de llegar si quiera, ¡que está arriba de un puerto! En esas últimas cuestas lo pasé mal, así que me descolgué, decidí saborear los últimos metros en solitario, oír cada palabra de ánimo, interiorizar cada aplauso y emocionarme a la entrada del velódromo, con todo el mundo empezando a gritar y a aplaudir, dando la vuelta por la parte alta del peralte saludando a la gente como si hubiera ganado la Paris – Roubaix. Indescriptible, solo por ese momento, mereció la pena todo el sufrimiento anterior.
Fue un esfuerzo enorme, diez días seguidos de competición o de tras moto mejor dicho, no lo había hecho en mi vida y menos a esa velocidad, con ese calor, con esos puertos, ¡se regalan los metros ascendidos! Así que ahora estoy descansando para intentar recuperarme de todo este esfuerzo, pero también he empezado a salir con Carlos con el tándem, que los dos lo estabamos deseando y contamos los días para nuestro debut, esperamos que a finales de marzo, aunque las competiciones importantes empiezan en mayo, ¡así que hay tiempo para ponerle a tope y hacer que la bici larga vuele!
Así fue mi experiencia, espero que os haya gustado. Saqué muchas cosas positivas y me vine muy contento, aunque ahora de vuelta a la cruda realidad del frío de Valladolid aún estoy buscando mis piernas que no se donde están. Que rápido se acostumbra uno a lo bueno.
¡Un saludo a todos!