Sven Nys es una leyenda. Con esta afirmación no descubrimos al que aún en activo, se le reconoce como el mejor corredor de ciclocross que jamás ha habido. Pero su trayectoria intachable y su inagotable palmarés tienen un borrón en lo concerniente a los títulos mundiales, cita con la que se viene estrellando una y otra vez desde que comenzará su trayectoria en élites hace ya quince años y en la que “sólo” ha logrado levantar los brazos en un par de ocasiones. El domingo, una vez más, se quedó con la miel en los labios. A pesar de un llegar en un estado de forma sobrenatural y realizar una carrera casi perfecta en la que únicamente “un pequeño error después del árbol donde me estrellé” le privó, según sus palabras (“empujé un poco más fuerte 2 0 3 vueltas antes del final y vi que tenía algunos problemas para seguirme, así que pensé que era posible ganar”) de la opción de hacerse con el triunfo, de modo que tuvo que conformase con su segundo metal argento, poco más que un triste premio de consolación para alguien de su magnitud y voracidad.
No obstante, la derrota no ha supuesto para él la decepción de otras ocasiones. El rendir al máximo de sus posibilidades y caer con honor ante un Zdenek Štybar que se mostró, simplemente, imperial, han ayudado a asumir con deportividad su plata: “soy segundo pero no me siento un perdedor. Prefiero caer contra un campeón como él” –aseguró en la rueda de prensa-. Se mostró sereno y cordial en todo momento, sabedor de que “Stybar es un gran campeón y cuando compite a alto nivel en una carrera que se adapta tan bien a él… tiene una gran oportunidad” y, aunque no lo reconociera literalmente, más que satisfecho de haberse mostrado tan superior a sus compatriotas después de los rumores de rebelión interna: “si echas un vistazo al último mes, ha habido una gran distancia (entre él y el resto de los belgas) en prácticamente cada carrera. Yo realmente estaba en un altísimo nivel desde el inicio de diciembre y lo he mantenido. Para el resto no es fácil reducir esta distancia, por esto yo pensaba que mis grandes rivales podían ser Stybar, Lars van der Haar, Mourey… todos ellos con menos carreras en las piernas”.
La edad, el haberse sacudido la presión acumulada durante ocho años en Louisville, la previamente auto-impuesta no necesidad de ganar o el haber caído cono honor después luchar “hasta el límite”. Cada uno puede buscar la razón que quiera, pero lo que es innegable es que la reacción del ‘Kanibaal’ a su derrota contrasta con la de algunos –obviamente, no todos- de sus más sonados fracasos en los campeonatos universales, en los que su carácter ganador salió a relucir en ocasiones de la forma más cruda. Como en Koksijde, cuando enrabietado por una carrera en la que todo salió mal declaraba a los micrófonos de Sporza nada más acabar que quizá esa fuese su última participación en ellos, hastiado de que todo se le volviera en su contra el día más importante.
Y es que a Nys le ha pasado de todo con el arco iris en juego. Tanto, que la palabra maldición no sonaba exagerada sino que se quedaba corta. Mientras que en Sankt Wendel o en la anterior visita a Hoogeheide aceptaba de buen grado caer ante alguien más fuerte al igual que el domingo, la tónica general para el de Baal era la de un destino cruel que se topaba en su camino y le privaba siempre de un título que encaraba como favorito. Un día negro en Tábor y un circuito rápido y no excesivamente técnico en Treviso –del que se quejó a posteriori- fueron dos de las últimas veces en las que el oro se le escapaba de las manos, que suenan a broma si las comparamos con el dos contra uno ante Vannoppen y De Clercq en Zolder y a la caídas en la última vuelta en Zeddam o la aún más inverosímil en Hooglede-Gits, donde el quad de la televisión movió un bloque de plástico que provocó su caída y la de Wellens cuando comenzaban a abrir hueco con sus rivales.
No obstante, la molesta resignación con la que asumió todos estos jarros de agua fría palidece ante lo acaecido en el año 2.000, en el que sea posiblemente el campeonato mundial más polémico de la historia. Con sede en los Países Bajos y corriendo para un equipo neerlandés, Nys se vio obligado a cumplir las órdenes de equipo a favor del local Groenendaal actuando como lapa en vez de aliado de su compatriota De Clercq, actuación que provocó que le tacharan de antipatriota y que dejó una triste imagen para el recuerdo, con los belgas llorando en el podio. Un día negro para el ciclocross y para un Nys que, tras todo lo vivido, se va con un lógico buen sabor de boca del Brabante: “estoy encantado con esta carrera y contento con mi posición”.