Su papel de importancia en un equipo enfocado a las ruedas anchas y su destacable trayectoria en el invierno hacía pensar en él como el futuro de barro nacional, pero finalmente Jonathan Lastra ha caído en la tentación de los cantos de sirena de la carretera y abandonará la disciplina que le ha dado la oportunidad de crecer y hacerse un nombre en el mundillo para centrarse en su nueva aventura en la ruta con el equipo amateur de Caja Rural – Seguros RGA. Pero no piensa irse sin una despedida honorable en el mejor escenario posible: el Mundial. Allí, el bisoño ciclista bilbaíno buscará regalar a la delegación, y a sí mismo, un puesto de excepción en el escaparate internacional por excelencia. Él es, sin duda, el elegido para volver a casa con un resultado que permita sacar pecho al ciclocross español.

Una responsabilidad a la que no es ajeno y que se debe, en gran parte, a la magnífica decimoquinta plaza que se trajo el pasado febrero de Kentucky. A pesar de estar únicamente en su segundo año como sub23 y salir en la parte intermedia de la parrilla, Lastra se encontró con “el día perfecto en la carrera perfecta”. El vizcaíno supo llevar la carrera como él quiso tras una salida en la que, según comenta, “no arriesgué, evité las caídas y pronto me lo coloqué en torno a la décima-duodécima posición”; y que le llevó a hacer conseguir el mejor puesto de español alguno en el Mundial de los últimos diez años, quedándose únicamente a “veinte segundos del top-10”, y que si no mejoró fue únicamente “por una zona helada, en la que me caí, donde más tiempo perdía; y un interior que me hicieron en la última vuelta”.

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Con un año más, una mejor posición de salida y las condiciones ideales, ¿por qué no soñar con el top-10? / Foto: Fede Vuelta

Un resultado histórico que buscará repetir, o incluso superar, la mañana del próximo domingo. El momento es inmejorable, siendo Hoogerheide el “objetivo junto al Campeonato de España para el que he preparado la temporada”. Él se encuentra motivado, “con ganas de mejorar lo que hice el año pasado”, y además en un punto de forma espléndido que ha sacado a relucir con sus actuaciones en el nacional, en Ispaster o “con el decimoquinto puesto en Bélgica –Zonnebekke-, que no había conseguido nunca”, y que él mismo confirma: “aunque tengo dudas al no haber competido sólo con sub23, lo que me hubiese dicho mí lugar, creo que estoy en el mejor momento de la campaña”.

No obstante, para ello necesitará, al igual que en suelo americano, que el tiempo se alíe con él y le presente un trazado “que estuviese embarrado”. Es en esas condiciones en las que Lastra mejor funciona y más cerca se encuentra de los mejores, sacando a relucir el excelente motor del que hace gala, siendo más vulnerable en terrenos menos exigentes desde el punto de vista físico. Aun así, y pese a las contradictorias predicciones meteorológicas, no se desanima y reconoce que “pese a no ser un circuito como el de Ispaster, en el que hay que abrir gas en todo momento y apenas hay puntos técnicos como allí, se va a necesitar fuerza, lo que me viene bien ya que en las zonas técnicas los belgas están un punto por encima”.

Pero si en algún aspecto destaca entre la mayoría de sus compañeros de selección, es por la experiencia que posee en carreras internacionales, al que el vasco le da una importancia capital que resume con una simple anécdota: “el último fin de semana en Bélgica salí más adelante que nunca, ya que el año pasado no tenía puntos UCI, y me encontré a la altura de Niels Albert. Antes no lo hubiera hecho, pero en ese momento le metí el codo y no pasó nada. Si se cae, se cae, y si puede ya te la devolverá, como él me la devolvió a mí”.

Un punto clave no sólo de cara a los subterfugios y perrerías que describía, sino también para reconocer los tiempos y la forma de correr que allí tienen los favoritos y saber cómo correr en la parte intermedia del pelotón, circunstancia a la que muchos de los miembros de la selección no están acostumbrados. Lastra ya ha corrido lo suficiente para conocer estas fases, y sabe que debe “correr con cabeza, sin agobiarse, saliendo bien pero sin asfixiarse en los primeros compases”, estando además atento a los cortes que se puedan producir e intentando “evitar que se puedan ir mis rivales si tengo alguna vuelta mala”.

Estrategias de las que depende el éxito de su empresa, tácticas que conoce y para las que está preparado para poner en práctica física y mentalmente, lo que, junto a su puesto reservado en la segunda fila de la parrilla, dan garantías de que pueda traer de vuelta a Bilbao el mejor resultado de lo que va de siglo para un ciclista español en el Mundial, y sin duda el mejor entre todos los enviados hispanos al GP Adrie van der Poel. Sólo falta que el domingo se conjugue todo para que pueda despedirse orgulloso de la disciplina que hasta ahora le ha dado todo.