¡Hola a todos! Hoy os escribo recién llegado de Venezuela, en donde he estado corriendo la Vuelta al Táchira como el año pasado pero con mejor suerte, ¡menos mal!
Ha sido bastante diferente, y mejor por supuesto aunque tampoco era muy dificil. El año pasado no me caí pero poco faltó y rompí dos ruedas mías y otra de un compañero que me dejaron de repuesto, además de que el cuadro de mi bici murió por el camino gracias a Iberia y el buen trato a las maletas; además, en términos generales, solo ha habido una caída, pero curiosamente ha sido fuera de carrera, cuando el año pasado el pobre Edgar el primer día, Merino el segundo, Jonathan atropellado el séptimo y también de enfermedades, pues este año apenas hubo ligeros síntomas de gastroenteritis mientras que el año pasado obligó a que Pujol y Vidal se bajasen, afectando a otros tantos corredores en los que yo estaba incluido. Pero bueno, como os digo el análisi que hago es mucho mejor globalmente, aunque las sensaciones que tuve al principio nada hacían presagiar este buen sabor de boca.
Para ponernos en contexto, nos situamos a mediados de diciembre, justo cuando escribía mi última entrada en el blog en el que me veía mucho mejor con el tándem, más asentado y cada día con más ganas de empezar. Entonces surgió la posibilidad de volver a la Vuelta al Táchira, cosa que le comenté a Carlos ya que estábamos esperando que el Campeonato de España de pista fuese en las mismas fechas pero tras unos días de dudas, nos confirmaron que no, que como muy pronto sería en marzo, por lo que él mismo me animo a que fuese, aún sabiendo que ello significaría que estaríamos un mes sin compartir montura. Él insistió, que sería una bonita oportunidad para mí, y que tenía que aprovecharla, así que una vez más gracias Carlos por compartir tu sueño conmigo y aguantar mis excursiones y mis tirones encima de la bici.
Entonces le dí el “si quiero” a Edgar, que había gestionado junto a su novia venezolana María Maldonado (al igual que el año pasado para el MMR) la invitación a la Vuelta para su equipo de este año pasado, que iba a seguir siendo su equipo pro de 2014, el Polygon, pero después de que no se diera de alta en la UCI a tiempo el hueco que quedaba en la carrera fue para la Selección de Castilla y León, unica forma de que las licencias estuviesen a tiempo ya que ponerse a buscar patrocinadores y formar un equipo como el año pasado ya era misión imposible.
Así que empezamos la Navidad con la buena noticia de que buena parte de enero no íbamos a pasar frío, pero no sabíamos ni cuando nos íbamos ni cómo porque la fecha de los billetes cambió hasta tres veces. Mientras nosotros nos pusimos a entrenar todo lo que pudimos, pero poco tardó en llegar la borrasca que casi no abandonó la península en todo el fin de año, por lo que nos tuvimos que jugar un resfriado o algo peor para poder llegar en unas condiciones mínimas a la salida el día 10 de enero.
En mi caso un día exploté de tanto hacer rodillo y la cubierta también, literalmente, por lo que me lié la manta a la cabeza y me fui a hacer puertos como un descosido a pesar de la lluvia y del frío; luego terminé pagando mi osadía con unos cuantos días de tos y de mocos, pero no aguantaba más, no he hecho tanto rodillo en mi vida: series, arrancadas. Así hasta que incluso una parte de rodillo que es de plástico se fundió al contacto con la cubierta cuando ésta estaba muy caliente y giraba a gran velocidad. ¡De locos!
Después de estas maravillosas navidades, en las que hicimos lo que pudimos, Jonatan López Perrino, Jonathan González, Alejandro Arribas, Iván Rodríguez “Rayo” y el citado Edgar Nohales emprendimos el camino en busca de una temperatura agradable y una carrera en la que intentaríamos dejarnos ver, hacerlo lo mejor posible y dar buena imagen, pero siendo conscientes de las condiciones en las que íbamos que no eran nada buenas, por lo menos en mi caso.
El primer paso era aterrizar en Bogotá después de 10 horas y media, y tras 5 horas viendo pasar viajeros en el aeropuerto cogimos otro avión a Cúcuta para después ir en coche hasta Venezuela. Salimos el domingo a las 3 de la mañana y llegamos martes a las 12 de la noche, ¡casi nada! Y al día siguiente tocaba entrenar al ritmo de los italianos, que nos llevaban ventaja de aclimatación, de jet lag, y por supuesto de piernas; menudo ritmo para abrir boca. Yo terminé muy tocado, después de 3 horas y media y 120km y eso que apenas di un relevo. Pero es que de salida, Jony pinchó y yo al mirar un momento para atrás, como íbamos esquivando el tráfico, perdí la estela, se me metieron motos delante y llegué a un cruce en el que no sabía para donde tirar y elegí mal, por lo que me tocaron 20 kilómetros de tras coche sin comerlo ni beberlo.
Al día siguiente un entrenamiento de 2 horas y de nuevo viaje en coche, pero a ritmo venezolano. Aquí en un día podemos cruzar el país, pero alli apenas recorrimos 400km…saliendo a las 12:30 y llegando a las 21.00 al estado de Portuguesa, donde empezaba la vuelta. Sin apenas descansar y con todos los viajes acumulados a cuestas, nos veíamos en el día previo a empezar con una fatiga que no era normal, como si llevase ya corriendo 5 días así que decidí tomarmelo con mucha calma, nada de series para activar la musculatura antes de correr ni ningún esfuerzo de más. Las sensaciones, sinceramente, eran horribles. El cambio de bici (llevaba una semana con ella, gracias a mi amigo Stephane que la tenía a la venta y me la prestó) y de sillín tampoco ayudaban, y no iba a gusto ni a 120ppm.
Por todo esto, he acabado aún más contento la Vuelta, porque logré darle la vuelta al cuerpo y acabar contento aunque en la primera etapa ya tuve la primera aventura y el primer susto. ¡En seguida os lo cuento! ¡Un saludo a todos!
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[…] etapas en la Vuelta al Táchira que ya me habéis dicho alguno que os dejé con la intriga en la anterior entrada, ¡pero es que no se puede contar todo a la vez! De hecho, voy a resumirlo mucho porque podría […]
[…] de la primera y segunda parte, en la que no quería liarme pero siempre acaban saliendo anécdotas e historias […]