Hay ciertos días marcados en rojo en el calendario a los que hay que presentarse bien vestido. Es una norma de protocolo, aunque en el ciclismo, es más bien un privilegio del que los contados afortunados pueden presumir acudiendo de etiqueta a sus grandes citas. Y pese a que también en algún momento se ha utilizado la vestimenta como arma arrojadiza -como algún forofo de Boonen al grito de “Suit Up” alguna vez ha sugerido a Cancellara que acuda a los Monumentos adoquinados vistiendo el arcobaleno-, salir guapo en las fotos de los grandes momentos de la temporada es siempre un bonito recuerdo.

Tras una temporada de clásicas en que Thor Hushovd no ha acabado de hacer honor al arco iris que luce en su pecho llegan las grandes vueltas, empezando por el Giro, donde la maglia tricolore es venerada desde el Tirreno hasta el Adriático y desde Sicilia hasta los Alpes. Es un orgullo y un honor… pero también una responsabilidad. La tricolore, junto a los maillots de campeón de Bélgica y Francia, son los maillots nacionales más prestigiosos que existen en el mundo del ciclcismo. Rara es la vez que un Don Nadie tiene el privilegio de ganar el Nazionale, por lo que las expectativas que genera entre los tifosi son realmente altas y esperan ver su bandera -una bandera por la que la Federación Italiana, al contrario de la española, arma un pitoste de narices cuando Katusha adapta a su maillot los colores italianos con ridículo resultado- entrando victoriosa a meta tras haberse dejado la piel.

En un país donde el ciclismo se vive con tanta pasión durante el mes de mayo un hombre es llevado en volandas por todos los tifosi simplemente por rodar envuelto de la bandera italiana por las carreteras transalpinas. Y es que un maillot que han vestido Constante Girardengo, Alfredo Binda, Gino Bartali, Fausto Coppi, Felice Gimondi o más recientemente Gianni Bugno, Mario Cipollini o Paolo Bettini así lo merece.

Pero la tricolore también se ha visto salpicada de polémica. Filippo Simeoni, ciclista de Ceramica Flaminia, había logrado a finales de junio de 2008 el triunfo en el Nazionale, la prueba en ruta que cada año echa el cierre a La Settimana, el triunfo más importante de su carrera en Bergamo tras aguantar el pulso a un gran grupo de favoritos que no pudo con él y se llevó la victoria. Un sueño hecho realidad del que despertó algunos meses después cuando la dirección del Giro decidió no invitar a su equipo a la Corsa Rosa. Tal fue la indignación, que como medida de protesta, Simeoni devolvió la maglia a la Federación Italiana, por quien se sentía traicionado al haberle impedido disputar un Giro, que aunque como durante toda su carrera no fuese a ser favorito a nada, debía ser su Giro.

Corrieron ríos de tinta sobre la decisión de Zomegnan y compañía y la reacción de Simeoni. Por un lado se comprendía el interés de director del Giro de reunir en su carrera a los mejores equipos, entre los que no se encontraba Ceramica Flaminia, pero por otro resultaba incomprensible que el campeón italiano no fuese de la partida en el Giro. Finalmente ni Simeoni, ni mucho menos Ceramica Flaminia disputaron la Corsa Rosa, aunque desde el sonado incidente de aquel año se asegurasa la presencia del campeón italiano en el Giro.

Este año la gloria es para Giovanni Visconti -y de rebote para Farnese Vini- que podrá recorrer Italia enfundado con la bandera nacional, y para más inri en el 150º aniversario de la unificación italiana, gracias a su triunfo el pasado mes de mayo, cuando fiel a sus señas de identidad, tras un ataque a más de 20km de meta ganó en Treviso se llevó su segundo campeonato nacional. El ciclista tuninés ya había logrado el triunfo en 2007, cunado todavía en las filas de Quick Step – Innergetic era considerado una de las más sólidas promesas italianas. Desde entonces su magnitud como ciclista ha ido creciendo hasta llegar a ser el fenómeno que es ahora.

Fenómeno y no estrella mundial porque pese a que ha venido consiguiendo triunfos con una regularidad asombrosa, estar en las filas de la Farnese Vini ha hecho que el abanico de puebas a las que podía aspirar se redujese bastante más de lo que hubiera sido en otra squadra en la que además un equipo más potente hubiera potenciado mucho sus opciones de lograr resultados mucho más sonados de los que hasta hoy ha venido consiguiendo, siendo todas sus victorias -a excepción del Nazionale- victorias menores sin ningún otro resultado que sobresalga más allá de ocho días vestido de rosa en el Giro de 2008 en su último año en Quick Step.

La presente temporada sigue los mismos patrones que las anteriores, muchísimas carreras en Italia y muy pocas en el extranjero, triunfos en alguna prueba de un día o alguna victoria parcial, buenos puesto en las carreras importantes como Tirreno-Adriático y Strade Bianche y malos resultados por una u otra razón en las grandes clásicas que ha disputado (Milán-San Remo y Amstel Gold Race). Es por eso que se le presenta una grandísima oportunidad de demostrar que puede formar parte del selecto grupo que aparte de muchísimos buenos resultados consigue resultados de calidad. Triunfar en el Giro con la Maglia Tricolore sin duda lo sería.