No acaba la primavera hasta que casi pocos días antes la noche de San Juan llega el solsticio de verano. Sin embargo la Primavera ciclista acaba mucho antes, el cuarto domingo de Abril. Habrá sido poco más de un mes de una intensidad tremenda, que no ha menguado desde que los ciclistas atravesasen el Paso di Turchino en la Classicissima.

Pero todo lo bueno acaba, y la Primavera, nuestra Primavera, acaba aquí. Cuando los muros y los adoquines dan paso a las cotas es la señal. La Amstel Gold Race y la Flecha Valona abren el fuego y nos preparan para la última gran explosión de ciclismo combativo de las grandes carreras de un día antes de empezar las Grandes Vueltas. Llega la Doyenne, la decana del ciclismo, la que se disputó por primera vez en 1892.

En los 260km que se recorrena saliendo de Lieja en dirección sureste hacia Bastoña y de vuelta otra vez hacia Ans -que ya hace unos años que sustituyó a Lieja como final de la prueba- las colinas ardenesas serán las grandes protagonistas del día. Allí donde se libraron grandes batallas militares será donde se libre una de las batallas ciclistas que más pasiones desata entre los aficionados. Pero tres son los puntos que sobresalen por encima del resto: la Redoute, la Roche aux Faucons -que se subió por primera vez en 2008- y Saint-Nicolas -ésta será la 20ª edición en que se subirá- antes de la llegada final en Ans.

Son las tres últimas cotas, las que dejan la carrera vista para sentencia antes de Ans. La Redoute es posiblemente la más mítica de todas ellas, con sus algo más de 2km al 8,4%, que es el punto donde en el ciclismo actual sólo los kamikazes se lanzan a la aventura, ya que desde los últimos años viene siendo normal que lo único que pase allí sea que el pelotón quede seleccionado de cara a la Roca de los Halcones y San Nicolás. La Roche aux Faucons pese a ser tan solo el cuarto año en que se subirá ya ha sido el punto clave en dos ediciones; su incorporación se debe a que en 2008 se decidió que era necesario hacer algún cambio para evitar llegadas tan masivas a Ans, así se incrustaba una cota -con gran riqueza natural, por cierto- para que la carrera pudiese llegar ya lanzada a Saint-Nicolas y de allí, volando hasta Ans.

Muchos han sido los grandes que han escrito sus nombres en el palmarés de la prueba. Merckx, De Vlaeminck, Kelly, Van Looy, Hinault o Anquetil, quien ganó allí su único Monumento. Sin embargo también hay alguna ilustre ausencia, como las de Girardegno, Coppi o Bartali, quienes fueron siempre tan poco dados a competir fuera de Italia, aunque durante los últimos veinticinco años Argentin (4), Bartoli (2) y Bettini (2) han podido compensar en cierto modo la histórica ausencia de grandes ciclistas italianos en la Doyenne.

A la cita se llegará este año después de un mes muy extraño. Un joven outsider como Matt Goss ganaba con todas las de la ley la mejor Milán-San Remo de los últimos tiempos y en las piedras la exhibición de Cancellara en la E3 provocó que sufriese un férreo marcaje en De Ronde y París-Roubaix, el veterano Nick Nuyens y el excelente grario Johan Van Summeren se llevaron dos sorpresivas victorias. No parece un año donde los ganadores de los Monumentos sean grandes nombres pese haber visto, en general, buenas carreras.

Para la Doyenne, todo parece indicar que esto no pasará. Aquí hay un hombre por encima del resto como es Philippe Gilbert, pero la superioridad del valón no infunde tanto miedo como la de Cancellara en las piedras, por lo que podrá tener cierto margen de movimientos, vigilados eso sí. Busca ganar en su propia casa, un triunfo que hace tiempo que persigue y que siempre se le ha quedado un tanto lejos; explosividad en las cotas no le falta, ni ganas tampoco, su único problema es que un ataque lejano en solitario puede ser su tumba debido a su mal rodar que ya ha demostrado un par de veces en el último año.

Tras él, un buen grupo de candidatos con serias opciones, y que para nada sería una sorpresa su victoria, como Andy y Fränk Schleck, Alexandre Vinokourov o Joaquim Rodríguez, habiendo ganado ya dos de ellos y siendo podio los otros dos. Un escalón por detrás suyo y dependiendo de cómo estén ese día Damiano Cunego, Alexandr Kolobnev y Robert Gesink; el Piccolo Principe es una caja de sorpresas, el ruso un guerrero que nunca se lleva la victoria y el neerlandés un ciclista que ha empezado muy bien la temporada, pero cuando parecía que iba a estar en la lucha por la Amstel Gold Race en el Cauberg, desapareció. Ya a más distancia de este grupo de corredores encontramos a los Euskaltel Samuel Sánchez e Igor Antón, y a un buen grupo de corredores que reúnen -aunque no en todos los casos- características como madurez deportiva, agresividad y pasión por las clásicas como Vincenzo Nibali, Sylvain Chavanel, Luis León Sánchez, Simon Gerrans, Nicolas Roche, Daniel Martin, Ryder Hesjedal, Ben Hermans o Stijn Devolder. No deberán confiarse los grandes favoritos, pues los outsiders podrían darles una sorpresa.

Dos bajas hay que lamentar. La primera la de Cadel Evans, a quien una inoportuna lesión de rodilla le ha apartado de unas clásicas ardenesas donde año tras año iba encontrándose más agusto y donde podía ofrecer su reciente nueva personalidad sobre la bicicleta; la segunda no puede ser otra que la de Alejandro Valverde, quien por primera vez en muchos años se perderá una carrera que ya ha ganado en dos ocasiones, en 2006 y 2008. Pese a que las últimas participaciones del murciano en la prueba fueron un tanto decepcionantes, siempre era un aliciente verlo llegar a los kilómetros decisivos en carrera, ya que si estaba bien y desde el coche no le frenaban, el espectáculo estaba garantizado. Le esperamos el año que viene.

Este domingo acabará nuestra Primavera, y será entonces tiempo de entonar el ‘pobre de mí‘ y lamentarse porque la temporada de clásicas haya llegado a su final aunque la perspectiva de un Giro de Italia que se presume espectacular hará que bien pronto retomemos, ciclistas y aficionados, la marcha.